El 11 de Septiembre cambió al mundo
Hay fechas en la historia de la humanidad que quedan inscritas para siempre en el imaginario colectivo. Así fue el 14 de julio, con la toma de La Bastilla, el 4 de julio con la Independencia de los EEUU, para nosotros, el 5 de julio. Y, si bien hay otras fechas fundamentales, no necesariamente están en el inconsciente colectivo, como el 9 de noviembre de 1989, fecha en la que los alemanes del este derribaron pacíficamente el muro de Berlín y dieron inicio a la caída del comunismo, o el 25 de octubre de 1917, cuando comenzó la revolución Bolchevique.
Las fechas que quedan marcadas para siempre son las que impregnan la memoria colectiva, no sólo de un país en particular, sino que el resto de la humanidad las recuerda de manera particular, por su significado y los cambios que produjeron en la historia de la humanidad.
Una de esas fechas fue el 11 de septiembre de 2001, cuando se produjo el atentado terrorista contra las torres gemelas de Nueva York y que dio paso a una guerra sin cuartel en contra del terrorismo islámico y la larga presencia de los Estados Unidos en Afganistán, que sólo ahora, 20 años después, culmina.
El terrorismo siempre ha existido en la historia de la humanidad, pero nunca había sido mostrado en vivo a nivel mundial por todas las televisoras del planeta y, al igual que cuando puso el hombre su primer pie en la luna, fue visto simultáneamente en todos los países del orbe terrestre. La llegada del hombre a la luna fue un mensaje de esperanza sobre lo que podía hacer la humanidad para superar los confines de nuestro pequeño mundo, mientras que el 11/9 mostraba el peor rostro de una humanidad en la que el fanatismo mostró que no había límites para detener su necesidad de llamar la atención para la causa que pretendían defender.
Este día no fue el único límite que se franqueó, porque consecuencia de él fueron las numerosas muertes que se produjeron en Iraq, Afganistán y que siguen ocurriendo en el medio oriente y otras ciudades del mundo.
En todo cas,o lo que generó ese día fue la barbarie como forma de lucha para imponer los valores que cada quien cree que son los que deben prevalecer.
Cuando sunitas y chiítas se masacran en Irak o en Siria, la causa normalmente no es una diferente interpretación del Islam. En la mayoría de los casos se trata de problemas políticos o socioeconómicos que, azuzados por diferencias religiosas o étnicas, desembocan en violencia. En Irak, por ejemplo, fue la política del primer ministro Nuri al-Maliki de favorecer a los chiítas en detrimento de kurdos, sunitas y otros grupos, lo que avivó la desconfianza entre éstos. En casos como estos, la religión solo es una cualidad que sirve para distinguir a los diferentes grupos y sobre todo como pretexto para legitimar la violencia.