El 1-S
Hay fechas que se emplazan como heroicas o de heroísmo, pero otras se ubican en la historia como estelares. Más recientemente, emplazamos el 11-S y el 11-A, que, aunque distintas en acción y emoción, por el espíritu de sus emprendedores, no confundiremos con el 4-F y el 27-N, que como vemos el desarrollo histórico, tenemos que ubicarlas en momentos paradigmáticos, que han confundido el avatar político derivado, ya bastante trillado como el inicio de la “revolución bolivariana”. Algo indescifrable por el contenido inventado por el precursor del movimiento, fallecido en su empeño, creyendo haber logrado encausar una nueva historia, que consideraba fallida, desde que Bolívar, nombrado Libertador, creyera habar dado la independencia de las cinco naciones bolivarianas. Allí comienza el embrión de esta locura, que nos ha conducido al descalabro que tenemos. Una patria sin país, hundida en la mayor miseria de su historia, a pesar de haber recibido el más ingente ingreso nunca pensado, dilapidado por un personaje de ego ignominioso, que solapado y amparado por un fetichismo inhumano.
Mucho hemos hablado del tiempo perdido en esta antirevolución sin sentido, sin olvidar que el tiempo no pasa en vano, pero el 1-S será una fecha en la historia patria que marcará como trascendente un grito de libertad y un “basta ya” de alimentar esta mancha roja en nuestras vidas. Basta de continuar oyendo el cuento de la “revolución bolivariana” y de la “derecha apátrida”. Estamos llegando al final de seguir viviendo el “si lo hubiéramos sabido”, enrostrándonos la culpa de lo que o es nuestro. Hay que pensar, que después del 1-S vendrá el castigo a los “revolucionarios”, que bien pudiéramos llamarlos “traidores” o “miserables”, y como Victor Hugo en su novela podemos perfilar como odisea sus razonamientos sobre el bien, el mal, la ley, la política, la ética, la justicia y la religión, que ponen como inspiración para idolatrar al jefe máximo en decadencia.
No pueden ser más miserables, cuando hundidos en su engaño y confundidos por la triste realidad del fin de su maledicencia, solo se les ocurre invocar la guerra, recurso perverso del sin razón, para amedrentar al opositor “enemigo” y transformar su propio miedo en muestra de valentía que no serán capaces de demostrar. Es la tesis del “todo o nada”. La miseria de quien el egoísmo lo atrinchera en una pútrida coraza que a su vez le sirve de camuflaje para hacerse el inocente y expiar sus culpas. La miseria del héroe que transformó un museo militar en la cumbre del Monte Sacro para creer mejorar el juramento de Bolívar. La terquedad de creer que la historia puede repetirse y sus seguidores seguir insistiendo en no percatarse del fracaso del castrocomunismo y la “bobada” de imaginarse que pueden reinventar el Arca de Noé o transformar la edad de piedra en era de diamante.
Son casi 18 años de miseria y desencantos. Para muchos, la gran oportunidad que les permitió asaltar el erario público hasta la saciedad; el reencuentro de dos culturas: la de los “vivos rojos” y la de los “rojos pendejos”; unos exaltando a los otros para que con fuerza arrastren las cadenas y la carroza, mientras ellos se atrincheran para defender posiciones y preparar el “gran escape”. Descubrir esta simbiosis ha sido nuestra mejor tarea, que nos permite abrirle los ojos a los “rojos pendejos”, desenmascarando a “los miserables” que no encuentran alternativa porque no existe. Por ello, contra viento y marea, el 1-S será la fecha decisiva, y aunque no tenemos ni idea de lo que va a ocurrir, será un día en el que avizoremos una floreciente esperanza, que vendrá a drenar la angustia cargada en los venezolanos que vivieron equivocados con el discurso torpe de la “revolución”.
No hay dudas, sabemos el malestar en los mandos operativos de la FAN, que no se quieren seguir cumpliendo la versión del mando violador de los Derechos Humanos. Sabemos, por nuestro trabajo docente, que hay mucha preocupación por la famosa resolución sobre el “uso dosificado de las armas letales”, aprobado como desbarajuste por el TSJ. Por eso el mensaje de la MUD a los integrantes de la FAN: “Recordar el cumplimiento de la misión que le establece el artículo 329 de la Constitución y la prohibición del uso de armas de fuego en manifestaciones. Pero de mayor relevancia, el contenido del artículo 25, que no discrimina a ciudadanos civil o militar, haciendo responsabilidad personal el cumplimiento de actos que violen el derecho ciudadano; por lo que será responsabilidad civil, penal o militar de cada uno, sin que puedan alegar el cumplimiento de órdenes superiores. Tienen que discriminar el contenido de los pilares en que descansa la FAN: obediencia, disciplina y subordinación, pero el 25 no ampara el cumplimiento de órdenes arbitrarias y abusivas, como lo han querido hacer creer.
Cualquier acto violatorio de esta naturaleza, viola la Constitución y lo penaliza el Estatuto de Roma.