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¿Dónde estaba usted?

La pregunta era formulada en la radio a distintas personas en relación con el 4 de febrero de 1992, hace 28 años, cuando el teniente-coronel Hugo Chávez y un grupo de militares usaron las armas que la República les había confiado para la defensa de sus instituciones y la integridad de su territorio para intentar apoderarse del poder, vale decir, acabar con sus instituciones; y el tiempo se encargaría de mostrar que también conspiraban contra la integridad del territorio.

Yo estaba en New York, acompañaba con otras personas al presidente de Venepal, Pedro Vallenilla, a una presentación ante posibles inversionistas de ese país interesados en el desarrollo de la industria papelera en Venezuela. Esa misma madrugada nos reunimos los integrantes de ese equipo a introducir en la exposición que ya se había efectuado el día anterior, algunas explicaciones sobre la situación política de Venezuela. La audiencia rechazó las innovaciones: “queremos oír sobre la industria papelera, Venezuela es la más sólida y progresista democracia en Latino-América”.

No estaban desacertados. El teniente-coronel no accedió al poder por la vía de las armas, sino a través del voto. Se propuso desde entonces acabar con sus instituciones y su acceso al poder lo conmemoró con un desfile militar como era usual, pero no el día de su toma de posesión “2 de febrero de 1999”, símbolo de la sujeción de las armas de la República al poder civil que es expresión de la soberanía que reside en el pueblo, sino que el desfile se realizó el día 4, dos días después de la toma de posesión, para festejar la felonía, el delito.

Era el primer paso para hacer de las Fuerzas Armadas un instrumento de soporte no a las instituciones y a la integridad territorial, sino al intento de golpe que ni siquiera fue propio de Chávez y de quienes le acompañaron, sino de Castro. De allí nace el grito “patria, socialismo o muerte” remedo del cubano. De allí nace la insensata frase de Chávez “Venezuela limita al oeste con las FARC”, que hoy (supuestamente ‘pacificada´) es sustituida por el ELN. De allí nace la desidia con la cual se trata el asunto limítrofe con Guyana, porque Castro fue y Cuba sigue siendo el único país hispanoamericano que no ha respaldado a Venezuela sino a Guyana. Su abandono se lo trata de encubrir con decretos de patrullaje y declaraciones de generales y almirantes de ambos sexos que lucen bien comidos, mientras que las voces de protesta por la entrega frente a Cuba son conducidas a las ergástulas donde sin fórmula de juicio yacen, los mejores integrantes de la fuerza armada que no se rinde ante Cuba.

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