Documento de Transición a la Democracia
No hace falta ser un simpatizante del espectro opositor para suscribir y apoyar un documento político basado en convicciones democráticas ante un régimen de conductas anti-democráticas y evidentemente hegemónicas.
El régimen, en su ocaso pendenciero, apela a la mentira, el chantaje, la censura, el miedo, la persecución y el encarcelamiento de sus adversarios políticos más visibles. ¿Y los invisibles? Las amas de casa hartas de las colas y la carestía de todo estoy seguro que sin la menor duda suscribirían ese documento. El trabajador de a pie, que vive la angustia de un salario que se esfuma en un santiamén y padece una cotidianidad infernal bajo servicios públicos indignos, también lo firmaría con los ojos cerrados. Nuestros pobres, la supuesta gran base de apoyo del proyecto hegemónico en ciernes, también apoyarían el documento, si esto llegase a representar un salto al futuro basado en una mejor calidad de vida que la actual.
En una democracia con funcionamiento en pleno, que no es el caso nuestro, éste documento sería inofensivo, una voz más entre miles de otras voces políticas alertando al gobierno de turno sobre sus desviaciones constitucionales y la necesidad de enmienda. En cambio aquí se ha constituido en la excusa perfecta para intentar aplastar a la escaza oposición organizada que con mucho valentía aún se mantiene en pie y enviar un mensaje a toda la sociedad civil fundado en el miedo.
No hay nada más desestabilizador para un régimen cerrado y de naturaleza militarista que apelar a los principios democráticos característicos de los sistemas políticos del mundo moderno occidental: “Nuestro llamado: construir un acuerdo para conducir la transición en paz”. “Una agenda política-institucional dirigida a restituir las libertades conculcadas, la soberanía, la paz social y el Estado de Derecho”. “Restablecer la vigencia plena de las instituciones democráticas y los derechos humanos, liberar a los presos políticos, facilitar el inmediato retorno de los exiliados y solicitar del sistema judicial la apertura de los procesos a que haya lugar para el castigo de delitos graves cometidos al amparo del poder gubernamental”. “Corregir las fallas de los servicios públicos fundamentales en todo el país, con especial prioridad en los de electricidad, agua, saneamiento, gas doméstico y transporte público”.
Honestamente, el “Documento de Transición a la democracia” no tiene nada de golpista ni perturbador, por el contrario, es un manifiesto de fe alrededor de los valores que hacen posible vivir en una democracia prospera y con sentido social. Es indudable que la inmensa mayoría de los venezolanos se ven reflejados en ese espejo, porque la crisis es real y profunda, y el régimen de manera inapropiada sólo se le ocurrió romperlo en mil pedazos. Y si alguien aún, albergaba alguna duda sobre su talante anti democrático, pues las despejó de una vez por todas.