Diosdado: ni lo uno, ni lo otro
El teniente retirado y presidente de la Asamblea Nacional no es valiente, no ha hecho ningún sacrificio por el país y tampoco ha realizado un buen trabajo institucional, como afirma la señora Gladys Gutiérrez, presidenta del Tribunal Supremo de Justicia.
No es valiente, porque se vale de su cargo para insultar, descalificar y hacer falsas acusaciones en contra de dirigentes de la oposición a sabiendas de que ningún tribunal aceptará una demanda en su contra por difamación. ¿Tendría la misma «valentía» si estuviese en la oposición expuesto a que prosperen demandas en su contra por calumniar a sus adversarios políticos?
No ha hecho ningún sacrificio por el país, a menos que sea un secreto bien guardado. Tampoco ha hecho un buen trabajo institucional, salvo que la presidenta del TSJ considere que trabajo es silenciar a los diputados no afectos al régimen y permitir, e incluso disfrutar, cuando sus correligionarios agreden físicamente a María Corina y a Julio Borges.
Las acusaciones en su contra no son inverosímiles, ni imposibles, como insiste la señora Gladys, porque en este mundo muy pocas cosas son inverosímiles y casi todo es posible, menos evitar morir.
En resumen, el teniente Diosdado Cabello no es un angelito de «ojitos bellos», como contaba el difunto que le decían en la Academia Militar. Es un ser humano con muchos defectos y quizá con algunas virtudes que todavía no conocemos.
Sin embargo, tampoco es culpable de estar relacionado con el tráfico de drogas, ya que todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Hasta ahora lo que hay son rumores, ciertos o falsos, pero nadie tiene el derecho de señalarlo por ese delito. La prensa del exterior ha publicado una información que solo tribunales imparciales, desde luego no los de aquí, deben determinar si es o no cierta. El Nacional, Tal Cual y La Patilla han reproducido esos señalamientos, lo cual no es un delito. El problema de las drogas es tan importante que amerita una investigación seria.
A Diosdado le corresponde el derecho a réplica, lo cual no ha ejercido, pero es un abuso de poder intentar una demanda en contra de la prensa local por reproducir una información. La misma solo está orientada a coartar la libertad de expresión. Si es inocente, como debemos presumir, debería presentarse en Estados Unidos y exigir pruebas a los periodistas que dieron la noticia. Si son informaciones falsas debe exigir una aclaratoria pública y si se niegan entonces puede demandarlos. Personalmente considero que, por ahora y mientras no se demuestre lo contrario, es inocente de esas acusaciones, pero responsable de los abusos de poder y de conducta inapropiada desde su cargo de presidente de la Asamblea. Debería reflexionar sobre las falsas acusaciones que frecuentemente lanza contra sus adversarios sin tener ninguna prueba. ¿Le están dando su propia medicina o hay pruebas en su contra? No lo sabemos, pero es importante que se aclare ¡ No más prisioneros políticos, ni exiliados!