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Dios es, Dios está y Dios hace

La vida está conformada por cambios constantes. A pesar de que las rutinas de cada día le confieren estructura a nuestro vivir, frecuentemente nos vemos forzados a tomar decisiones para adaptarnos de la mejor manera posible a los cambios ocurridos, los cuales demandan de nosotros nuevas formas de pensar, nuevos comportamientos y nuevas acciones. Todo esto ocurre en nuestra humanidad y afecta nuestro estar, eso que es circunstancial y en cuya definición nuestras emociones juegan un papel muy importante perfilando nuestro estado de ánimo; pues si nos entregamos a ellas determinarán cómo estamos, cómo nos sentimos; Sin embargo, tenemos un recurso que trasciende toda esta fluctuación, un recurso que nos levanta sobre un fundamento sólido e inamovible.

Se trata de la fe, pero no de esa abstracción que el alma dibuja para darle algo de esperanza al decaimiento. Tampoco nos referimos a la fe en ciertos objetos a los cuales de alguna manera veneramos, o algún rito cuya práctica es necesaria para que lo esperado suceda. Hablamos de la fe en Dios, del creer que Él es. Cuando Dios llamó a Moisés para que sacara a su pueblo de la esclavitud de Egipto, algo confundido con semejante llamado le preguntó a Dios: “He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros”. Éxodo 3:13. 

En nuestra hermosa lengua castellana el verbo SER proviene del latín de dos verbos: esse y sedere. El esse designa esencia o naturaleza; es decir, el origen de algo, aquello que lo define, la sustancia de su existencia. Tu eres un ser humano, yo soy un ser humano. Dios es el ser supremo.

El ser es lo que constituye la esencia y su manera de manifestarse en el mundo. Sin embargo, en el castellano es necesario seguir al verbo de un nombre para definirlo. Por ejemplo: Es un animal, es un caballo, es una garza, es una niña, es un anciano. A diferencia, en el griego el verbo ser significa algo por sí mismo, sin estar acompañado del nombre. Al decir ser “eînai” en griego estamos definiendo esencia. Tal como Dios se lo expresó a Moisés: “Yo soy el que soy”. El es y no cambia, es inmutable, su esencia permanece por siempre y para siempre. Como diría el apóstol Santiago: “Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. Santiago 1:16-17. Tal como lo expresa el significado de sedere, literalmente “estar sentado”. La idea de no cambiar, de permanecer igual. La inmutabilidad de Dios.

Los verbos que expresan la esencia de ser, son verbos concretos, cuya semántica es la expresión del proceso que se lleva a cabo hasta la consumación del ser, como nacer, crecer, desarrollarse. El ser lleva implícito una razónla razón de ser. Solo cuando esa razón se hace presente el ser adquiere toda su dimensión. Cuando creemos que Dios es traemos a nuestro corazón dos razones fundamentales de nuestra existencia: Por una parte, nos concedemos a nosotros mismos el sentido de la fe. “Es pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Hebreos 11:1. 

Y por otra parte, nos entregamos a Él en el creer. Mediante nuestro libre albedrío decidimos que Él es y queremos que sea en nosotros y por nosotros: “Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Romanos 10:8-10.

Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza; nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. 

Salmo 46:1.

Luego, en el proceso de la fe, hablamos del verbo estar. Dios está con nosotros. El verbo estar proviene del latín stare, el cual significa literalmente “estar de pie”, la idea de erguirse; de hacerse notar. Como profesora de Español para personas de habla inglesa, he notado la complejidad que reviste tanto el explicar la diferencia entre el verbo ser y el verbo estar para un único verbo en Inglés, el verbo To be, como en la comprensión de la esencia de estos dos verbos en Español. Básicamente explicamos que ser expresa la naturaleza permanente de algo, mientras que estar expresa un estado o condición temporal. 

Ahora bien, al hablar de la fe, el verbo latino stare nos describe una condición de Dios que es temporal, no en su esencia per se, sino en nuestras vidas, de acuerdo a nuestra fe. Si hay fe en nuestro corazón, Dios se levanta en medio de nosotros. El Señor se pone de pie, su presencia se hace notar. Cuando Moisés murió, Dios encomendó la responsabilidad de guiar al pueblo de Israel a Josué. Esta vez no cruzarían el Mar Rojo sino el Jordán; en ese llamado Dios le habló a Josué, y Josué amaba a Dios, diciéndole: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”. Josué 1:5-9. De tal manera que al dirigirnos a Dios creyendo que Él es, entonces Él se pone de pie en medio de nosotros.

“El SEÑOR tu Dios está en medio de ti: ¡Es poderoso; él salvará! Con alegría se regocijará por causa de ti. Te renovará en su amor; por causa de ti se regocijará con cánticos”. 

Sofonías 3:17.

Finalmente, cuando creemos que Dios es, por siempre y para siempre, inmutable por todos los siglosY creemos que Dios está en medio de nosotros, entonces Dios hace. El verbo hacer proviene del verbo latino facere, el cual significa en primer lugar, producir algo, darle el primer ser. En pocas palabras “crear”. De tal manera que el verbo hacer nos habla del reconocimiento de Dios como nuestro Creador, el primero que nos dio el ser. En segundo lugar, el verbo hacer significa ejecutar, poner por obra una acción o trabajo. Por lo tanto, la fe en nuestro ser produce en Dios el hacer en nuestro favor.

Entonces el SEÑOR tu Dios te hará prosperar abundantemente en toda la obra de tu mano, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu ganado y en el producto de tu tierra, pues el SEÑOR de nuevo se deleitará en ti para bien, tal como se deleitó en tus padres, si obedeces a la voz del SEÑOR tu Dios, guardando sus mandamientos y sus estatutos que están escritos en este libro de la ley, y si te vuelves al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma”.

Deuteronomio 30:9-10.

¡Dios es, Dios está y Dios hace!

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