Diciembre negro
“No te quejes si tienes que luchar. Es tú hora. Sin batalla no hay victoria”. Chiara Lubich
El poder arbitrario, el bárbaro, ese que se nos ha instalado en el país, prefiere actuar bajo las sombras y cohabitando con el disimulo. Hoy más que nunca la Constitución vigente, la bolivariana, la del año 1999, nos luce como una gran fábula. El PSUV, partido hegemónico de una oligarquía que se dice llamar socialista, se ha mimetizado con el Estado y el Gobierno, es decir, jurídicamente se han apropiado del país, la sociedad y sus ciudadanos.
La filosofía del máximo legislador en la Asamblea Nacional en el debate para asignar a los nuevos magistrados al TSJ, el Contralor General de la República, Fiscal General de la República y Defensor del Pueblo fue ésta: “Jamás y nunca han leído algún artículo de la Constitución porque no les importa (…) se creyeron sus mentiras que van a gobernar (pero) más nunca van a gobernar en Venezuela, están descalificados moralmente para gobernar este país”.
Olímpicamente desprecian el comportamiento democrático civilizado y condenan al ostracismo a sus adversarios. Se dicen mayoría aunque en realidad se comportan como una patota que aplasta y desprecia a quienes no se les arrodillen. A sabiendas que todos los poderes se encuentran intervenidos se sienten en la obligación irresponsable de ningunear o perseguir a sus opositores. Ya lo dejó establecido el Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, para que exista Democracia no pueden haber presos políticos.
Muchos hemos creído otorgarle el beneficio de la duda al régimen a sabiendas que su sobrevivencia pasa por acordar mínimamente para garantizar la gobernabilidad y las grandes metas nacionales por encima de los intereses partidistas. Pero que va. Avanzamos dentro de la tormenta sin ningún salvavidas. Lo económico es hoy una debacle por el inepto manejo gubernamental y en lo político se pasa por arremeter despóticamente en contra de las pocas instituciones libres que aún quedan, entre ellas algunas universidades, gobernaciones y alcaldías.
En realidad, toda ésta parafernalia atropellante no es más que un signo de debilidad en procura de blindar la aspiración hegemónica vistos los precarios escenarios que vamos a tener en el álgido 2015.
Estas navidades y fin de año pudieron ser propicias para dar inicio a la gran reconciliación entre todos los venezolanos, ese gesto que trasciende a la política mundana para convertirla en algo trascendente y con profundidad espiritual. Adecentar la política en Venezuela sigue siendo la gran meta. Hubiese bastado con un solo gesto para encontrar un rayo de luz en el horizonte oscuro: la amnistía o libertad a todos nuestros presos políticos y de conciencia. Otra oportunidad perdida. Al contrario, los últimos acontecimientos, ahondan aún más en ésta herida abierta en que se ha convertido Venezuela.
Puede que mas pronto que tarde veamos de que »madera» están hechos los venezolanos. Si todo continuará en el plano de la retórica o si efectivamente está dispuesto a hacer valer sus derechos y a reconquistar su libertad pagando el precio que sea. Si como se presume, viene un ´´plan especial´´ del tipo ´´Sangre, sudor y lagrimas´´, pero no con el heroísmo del pueblo inglés bajo el inclemente bombardeo de los nazis ; sino como el ´´exprimir´´ el bolsillo de los ciudadanos para mantener los groseros privilegios de nuestros gobernantes y en definitiva, agravar la difícil situación y prolongar la agonía hasta donde se alcance llegar en el 2015. Y es que de ser todo aceptado ´´impávidamente´´, pues se habrá consolidado el gobierno del señor Maduro y podrá afirmar que lo más difícil ya pasó. Se consolidaría el modelo autoritario y ya sería cuestión de aprender a mal vivir dentro de una nueva realidad de corte socialista (comunista) pero coyunturalmente con algunas concesiones engañosas mientras se aprende a vivir con un barril entre 30 y 40 $ en el peor de los escenarios.
Lo cierto es que lo apuntado por el profesor Lombardi es lo que tenemos a la mano. La quiebra de la institucionalidad del ´´viejo orden´´ y el suplantarlo por uno ´´nuevo´´pero peor. Y es que no supera las viejas contradicciones sino que las profundiza y agrava, lo que lo hace impracticable en términos de ´´utilidad funcional´´. Es como pretender construir un edificio sin pilotes como para que flote en el aire, y eso es imposible hacerlo aquí y en la ´´cochinchina´´. El fracaso es evidente y el precio que la sociedad está pagando es oneroso. No hay correspondencia alguna entre lo gastado y el retorno en beneficios para la población. Todo lo afectado por el gobierno durante dieciséis años de una administración ineficiente hace que el país se encuentre totalmente en números rojos y no hay salida viable por donde se mire. La pregunta clave es : ¿ Estamos dispuestos a convivir con ese actual estado de cosas hasta el fin de los tiempos ?. Si lo aceptamos, solo queda decir : ´´ El último que salga que apague la luz´´.