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Deschavización: Liberar a Venezuela

La pregunta es obligada y surge espontánea ante la deteriorada situación del país en todos los órdenes: Una vez que el actual régimen civil-militarista venezolano sea aventado del poder, lo cual indefectiblemente ocurrirá más pronto que tarde, ¿qué sucederá con todos aquellos miembros del gobierno, autoridades, políticos, juristas, administradores, educadores y funcionarios en diversos niveles de competencia, en los cobertizos de los servicios de policía e inteligencia donde se practica el secuestro y la tortura, en las redacciones de los periódicos y medios radioeléctricos sumisos y en general a todos los que han participado en la toma de decisiones, quizás hasta con sus manos manchadas de sangre? ¿O inmersos en los tortuosos caminos del narcotráfico mundial? ¿Sin excluir a miembros relevantes del alto mando militar, que, obscenamente, han jurado lealtad y obediencia al títere y no a la Constitución de la República, así como a aquéllos en funciones civiles, siendo aún militares activos?

Las responsabilidades.

Con esto se quiere hacer referencia a toda esa comprometida generación de servidores del Estado, la llamada generación delincuente, que posee historiales oscuros, encubiertos o no y que indudablemente serán negados por ellos al momento del ajuste legal de cuentas.

Se trata de aquéllos que contribuyeron a aniquilar a la República y a transformar a Venezuela en un Estado precario, un Estado fallido al borde del abismo, de devastación y muerte, de cuyos escombros habrá que construir una verdadera democracia, que sirva para refundar a la patria. De los escombros en los que la dejó una tiranía inhumana, rapaz, perversa y mentirosa, de corte fascista. Liquidado está su estado de derecho, puesto que el original fue transformado en la actual fosa común de la justicia, por la prevaricación comprada de sus jueces. Ingente y difícil tarea la que corresponderá al nuevo Estado y la nueva nación, pero indispensable para lograr su restablecimiento. Más aún, conociendo la avergonzante subordinación y soporte económico gubernamental a la senil dictadura cubana, lo que será un pesado lastre para cualquier legítima acción liberadora en democracia.

Las condiciones existen.

Sin embargo, las condiciones actuales son propicias para comenzar a organizar la estrategia depuradora. El esfuerzo es viable y tiene que ser hecho, dejando de lado la cobardía y las ambigüedades, porque, además, la inmensa mayoría de la población venezolana lo exige y desea la aplicación de la justicia, uno de los principios básicos de la ética. ¿Es que acaso no basta contemplar la inmensidad del daño hecho al país, sus instituciones y la calidad de vida de sus habitantes, sin tomar partido con acciones correctivas? ¿Permitirá el maltratado venezolano que el deterioro continúe y afecte también, irreversiblemente, a las generaciones futuras?

A los posibles detractores de esta salida, quienes alegarían que se trataría de una propuesta de odio, venganza y retaliación, hay que recordarles que la práctica del odio fue iniciada y extendida ampliamente por el propio régimen hasta hacerla arma política, cuando separó a la población en buenos (los suyos) y malos (los otros), haciendo a éstos responsables de los padecimientos, la desgracia y la pobreza de los suyos, desequilibrio que se revertiría, pensaron ellos, con la expropiación de los bienes y propiedades de los malos, sin compensación.

Habrá buenos y malos, ciertamente, pero, ¿a quién le corresponderá la responsabilidad de identificar y catalogar a esas personas? Obviamente, deberá promulgarse una ley que separe y agrupe a los afectados según la gravedad de sus acciones, dentro de sus responsabilidades y atribuciones particulares.

Es sabido, que ya se ha comenzado a elaborar listas con los nombres de funcionarios y beneficiarios privados enriquecidos escandalosamente, ligados al gobierno, sospechosos de acciones ilícitas perjudiciales a la República. También el gobierno norteamericano y sus cámaras legislativas han adelantado acciones muy concretas en el mismo sentido, que en algunos casos han concluido en acusaciones judiciales y condenas muy sonoras. Bienvenido sea, pues, el auxilio internacional que contribuya a expulsar al régimen depredador.

Y cuando con el correr del tiempo una gran parte de los responsables de la degeneración estatal haya sido castigada y el impacto del movimiento político gubernamental, que decayó en antipolítica y perjuicio a la nación y sus habitantes, haya sido reducido a la mínima expresión, la mayoría de esa sociedad tampoco estará dispuesta a aceptar la proposición, la reposición o el nacimiento de un socialismo o neosocialismo del siglo 22 (veintidós) o cualquier pseudomovimiento ideológico-político que se le pudiera semejar.

La propuesta.

En consecuencia, se propone un modelo teórico, metodológicamente fundamentado, que permita reeducar, juzgar y condenar al mayor número de responsables de acciones contra los derechos humanos y la dignidad de las personas, el robo y el saqueo del tesoro público, la ideologización de la niñez, entre muchos otros tópicos, ejecutados durante el mandato del régimen conocido como chavismo, en un proceso que, para emplear un neologismo, se llamaría deschavización.

El precedente histórico.

Existe un formidable antecedente histórico constituido por el proceso de desnazificación iniciado en julio de 1945 por las cuatro potencias vencedoras de la Alemania nazi. Su objetivo fue liberar a las sociedades alemana y austríaca de la influencia ejercida por el nacionalsocialismo en su cultura, economía, justicia, política y prensa.

Los principios básicos para la desnazificación fueron decididos en la Conferencia de Potsdam, Berlín, realizada en agosto de 1945 y la estructura jurídica se concretó a través de la Ley No.104 para la Liberación del Nacionalsocialismo y del Militarismo, de marzo de 1946.

El objetivo de la desnazificación se lograría por medio de una serie de medidas, que incluirían la democratización y la desmilitarización de las sociedades alemana y austríaca  de post-guerra. El más importante era la disolución del partido nazi NSDAP y sus organizaciones conexas, así como la remoción física de los símbolos del régimen nazi.

La desnazificación comprendía también la persecución y castigo de los autores de los crímenes y asesinatos cometidos durante la prevalencia del nazismo.

Decenas de miles de nazis fueron condenados a diversas penas, de prisión o multas pecuniarias. Varios cientos fueron ejecutados, más allá del juicio de Nüremberg. Pero la limpieza se detuvo varios años después, fundamentalmente en el sector de la justicia alemana de la post-guerra, debido al  peso y significación de la guerra fría que ya dividía al mundo y a la cual las potencias vencedoras debieron dar prioridad.

Pero la desnazificación fue efectiva y ejemplarizante. Contribuyó decisivamente, junto al Plan Marshall, a catapultar a las arruinadas Alemania y Austria de la post-guerra hacia el conocido milagro económico alemán de la década siguiente.

Conclusión.

Los venezolanos tendremos que pensar más seriamente en la necesidad de acelerar la salida del poder del actual régimen tiránico. Ya no es posible consentirr tanto daño infligido a la nación y sus habitantes. Ya no es ni siquiera admisible pensar en una paz manipulada y engañosa, pregonada intensamente por el gobierno, como desideratum existencial, cuando aquella condición o facultad de lo que ciertamente se carece en Venezuela está por encima de cualquier forma de paz: la libertad. Sin libertad no existe la paz. Por ello el régimen no habla de libertad. Inclusive autoridades religiosas se han dejado confundir ante tal falsedad, olvidando la hipocresía estructural del régimen.

Libertad es lo que busca el pueblo en las actuales manifestaciones de calle, salvajemente reprimidas por el gobierno, violentando la ley, con saldo de muertos, heridos y detenidos en número ya intolerable.

En aquéllo insiste el títere cuando convoca a una Asamblea Constituyente „comunal“, que asegure el logro de la „paz de la República“, cuando lo que en realidad persigue es una dilación o anulación del cronograma electoral, estampar en la constitución una concepción socialista del estado, ya ejecutado durante años en la práctica y, en definitiva, eliminar la actual Constitución, para cubrir e incrementar sus tropelías y anclarse más sólidamente en el poder, con un autogolpe descarado. El pueblo venezolano no puede caer en esta nueva artimaña gubernamental.

Y una vez conseguido el cambio de poderes, entonces se deberá proceder con la deschavización, como se ha delineado más arriba. Con la asunción de todas sus consecuencias. Se habrá, entonces, intentado hacer justicia.

 

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