Desafíos de la oposición democrática
Abordar la situación actual es ineludible, dada la confusión reinante. La descabellada implantación de una supuesta “asamblea constituyente”, al margen del orden constitucional y con un descomunal y notorio fraude electoral como partida de nacimiento, desconcertó a muchos. Pareciera que el fascismo hubiese salido airoso con un ardid tan apartado de la razón. ¿De qué sirvieron los cuatro meses de abnegada lucha, con tan alto costo en jóvenes asesinados o heridos por las fuerzas represivas, en presos, torturas, saqueos y otras vilezas cometidas contra la población?
La respuesta más obvia es que desnudó claramente al actual régimen oligárquico como una dictadura militar. La sensación de desesperanza que, en algunos, provocó tal atropello no expresa derrota alguna. La única manera de parar esa acción tan fraudulenta e irrespetuosa del ordenamiento jurídico era por medio de la violencia, empresa descartada por la identificación del alto mando militar corrupto con la mafia y porque ello nunca ha estado en la agenda de la oposición democrática. No se derrotó a quienes siempre apostaron a la democracia, sino que la oligarquía militar civil confesó claramente que no se atendrá a procedimientos lícitos para permanecer en el poder. ¿Salió fortalecida, convenció a algunos de que no se ampara en una dictadura, logró afianzar una legitimidad democrática con tal sainete?
En un importante tablero, el del concierto de naciones democráticas y de la opinión pública internacional, la mafia ha sufrida una fuerte derrota, auto-infligida, además. El aislamiento internacional autoimpuesto por violentar el orden constitucional, violar los derechos humanos y desconocer a la Asamblea Nacional, pretende remediarlo transformando a su Frankenstein en una versión criolla del Comité de Salud Pública de Robespierre, amenazando a los demócratas con dislates jurídicos como una supuesta “ley” contra el odio y declarándolos “traidores de la patria”, es decir, de los intereses de la mafia, para que sus litigantes (tsj írrito), tomen medidas en su contra. Abogados de Capone.
Corresponde, pues, reevaluar la contienda planteada. En el campo democrático sigue estando la inmensa mayoría de los venezolanos, pero se evidencia una crisis de liderazgo que dificulta convertir a esta fuerza en ariete para terminar de acorralar a la oligarquía. Es la principal debilidad de la oposición democrática y su superación, su principal desafío. Del lado del régimen la única fortaleza que le queda es su disposición a la arbitrariedad, respaldada con los fusiles; o sea, la fuerza represiva de toda dictadura militar. Pero su vocación totalitaria confiere una intensidad particular a esta disposición.
Pero no basta con denunciar la impronta castro-comunista. Para sorpresa de muchos, ello alimenta la imagen que la oligarquía quiere construir de sí misma: “revolucionaria”, campeona de los intereses de un pueblo ficticio invocado a imagen de sus aprendidos clichés y enfrentada al “imperio”. La prédica comunista representa una poderosa apología para la violación de derechos humanos y la expoliación de la sociedad, pues la justifica en nombre de la Historia. Permite, además, despachar lo de las sanciones internacionales como una agresión de EE,UU. contra la “revolución”. No importa para nada que haya empobrecido drásticamente al pueblo trabajador y que le haya despojado de sus conquistas y derechos, “la Historia la absolverá”. Su fundamentación supuestamente “científica” en la obra de Carlos Marx exime toda necesidad de legitimarla ante quienes son considerados “enemigos”.
Pero en absoluto resultó “científica” la doctrina marxiana. Y en manos de sus epígonos degeneró en una ideología maniquea para escamotear la realidad. Quien me lee tendrá que conformarse por el momento con la aseveración de que la retórica comunistoide que ampara los atropellos de esta oligarquía cruel, patriotera, militarista y primitiva, es simplemente un nuevo ropaje del fascismo: volveré sobre el tema en otro escrito. ¿Por qué no identificar a este régimen oligárquico, entonces, como fascista? ¿Dónde está la “absolución” que puede darle el fascismo a Maduro? Obviamente, despierta la mayor repulsa de la gente y, ante los suyos, arranca la hoja de parra “socialista” con que desea cubrirse. No pueden esgrimirse “buenas intenciones” pero manchadas con “algunos excesos”, cuando se identifica al régimen de fascista. Debilita e blindaje ideológico contra el cuestionamiento de sus posturas gorilas y tramposas.
La única manera de sacar a esta mafia expoliadora del poder es acumular fuerzas suficientes -y debilitar las de ella-, para que no le quede más camino que negociar su salida. Es menester cuajar, cuanto antes, alguna fórmula de acuerdo con la disidencia chavista que pueda ser “operativizada” a nivel de las organizaciones de base, sindicatos, vecinales, etc., y en las denuncias públicas sobre la violación de los derechos humanos y del orden constitucional. Ello debe acompañarse de un programa sencillo, contundente, que contraste el desastre empobrecedor urdido por la presente oligarquía contra el pueblo, con las posibilidades que encierra un programa sensato que vuelva a generar oportunidades de empleo productivo, llene de nuevo los anaqueles, mejore el poder de compra de la población abatiendo la inflación y rescate la salud. Este programa, en su dimensión técnica, está prácticamente listo. Lo que hay que hacer es traducirlo en ideas-fuerza que puedan ser asumidas como bandera de lucha. ¿Qué prometió Chávez en su momento? Refundar la patria. ¿Hubo necesidad de explicarlo en detalle?
Las elecciones regionales son una oportunidad para acumular fuerzas que no puede desaprovecharse. Las trampas esperadas por parte de la Lucena y su claque, y su denuncia oportuna y fundamentada por parte de las fuerzas democráticas, debe resultar en un debilitamiento mayor de la mafia. Y, de permitir que las elecciones discurran sin mayores contratiempos, la victoria democrática debe ser contundente. Pero apostar por estas elecciones no puede ser a expensas de otros aspectos de la lucha.
En el debilitamiento del fascismo, el escenario internacional ha sido importante. Pero debe acompañarse internamente con el quebrantamiento de sus bases de sustento. Esto implica una ofensiva contra las pretensiones totalitarias de la asamblea fraudulenta. El liderazgo opositor, enredado con las elecciones regionales, ha bajado la guardia al respecto. Impedir que se consolide la plataforma de tal esperpento es decisivo para la sobrevivencia de la Asamblea Nacional y para las esperanzas de cambio en un futuro mediato. Esto conlleva riesgos de una arremetida por parte de los litigantes de la mafia, al negarnos a reconocer tal adefesio y mucho menos a cumplir sus decisiones. ¡Pero es el único camino a seguir!
Luego, es imperativo un mensaje claro, sin ambigüedades, de lo que está en juego para los militares, de seguir sosteniendo esta dictadura fascista. Ya las sanciones internacionales han revelado el costo que puede tener tal postura, pero falta una formulación política por parte de las fuerzas democráticas que insista en que los postulados constitucionales son la única fundamentación aceptable de su existencia. Esto implica discutir abiertamente el rol que debe tener la Fuerza Armada en un futuro democrático. Aclarar este rol puede disipar algunos temores infundados entre algunos, a la vez que ayudaría a identificar los correctivos y procesos legales a emprender.
La situación actual no es favorable a la oligarquía mafiosa. Pero al liderazgo democrático le ha faltado más “punch” para capitalizar esta debilidad. El lenguaje, el discurso, es en este momento una poderosa herramienta. Hay que insistir en la naturaleza fascista de Maduro y su combo, y negarle todo reconocimiento a la asamblea fraudulenta. Y hay que saber proyectar claramente por qué los venezolanos, incluyendo a los militares, no pueden acatar ninguna de sus decisiones.