Democracia y dictadura son conceptos antagónicos
A pesar de que últimamente ha habido una tendencia en el mundo de crear lo que Talmón denominó como democracias totalitarias, la verdad es que la democracia no es compatible con regímenes cuyo fundamento es el pensamiento único, la hegemonía comunicacional y el autoritarismo como forma de gobierno.
La democracia se basa en la libertad en su acepción más amplia que implica tolerancia, inclusión y no discriminación.
Las dictaduras, del género que sean, se fundamentan en centralizar el poder en manos de un jerarca que pretende ser la única y verdadera expresión de la voluntad popular.
En algunos países de América Latina se intentó cambiar, a principios del siglo XX, la democracia representativa por el vago y fascistoide concepto de la la democracia participativa, que terminó siendo una forma plebiscitaria de gobernar, en la que la concentración del poder estaba en la figura emblemática del jefe del Estado apoyado por la Fuerza Armada y con el consentimiento inducido de mayorías populares circunstanciales.
En este tipo de régimen lo único democrático era el origen ya que en el ejercicio del poder se procede a desmantelar la división de poderes y el concepto de responsabilidad se diluye hasta prácticamente convertir al jefe en un monarca.
En Venezuela llevamos 17 años aplicando el concepto inventado por Ceresole y adoptado por Chávez de un Jefe, un ejército y un pueblo, aunque ahora con maduro eso se ha desdibujado de tal manera que ni hay jefe, ni pueblo, solo queda la Fuerza Armada al frente de un país a la deriva y un modelo político y económico que ya hace mucho hizo aguas.
La concertación y la negociación son la esperanza de lograr rescatar al país y darle un futuro verdaderamente democrático en el que se respete la voluntad mayoritaria de la población y se rescaten los valores fundamentales que en su tiempo fijó el Libertador, al decir que Moral y Luces son las principales necesidades de nuestra nación.
