Del siglo de las luces, al siglo de la oscuridad
Se denomina Siglo de las Luces al Siglo XVIII. “Fue un movimiento intelectual renovador que abarcó todas las áreas de la cultura. La filosofía, la religión, la economía, la política, la ciencia, la técnica y el arte; todo fue cuestionado por los pensadores de la ilustración, también llamados iluministas porque venían a iluminar a un mundo oscurecido todavía por las tinieblas de la Edad Media (elhistoriador.com.ar)”.
Fue una apasionante época de la humanidad, cuando los pensadores comenzaron a desear y a construir un mundo mejor, cansados de vivir en la penumbra de su tiempo. El espíritu humano está inexorablemente destinado a buscar la luz; e igual que las plantas necesitan de ella, para hacer la fotosíntesis y materializar el milagro de la vida. Desde el mundo de las ideas los iluministas comenzaron a vislumbrar un nuevo tiempo, porque la historia de la humanidad es la historia de las ideas.
Desgraciadamente el camino hacia la luz no es lineal, a tiempos de plenitud, se suceden tiempos de decadencia. Eso es lo que se ha podido observar a lo largo de la zigzagueante historia universal.
Sostengo que, si el siglo XVIII fue el Siglo de las Luces, el siglo XXI es el Siglo de la Oscuridad, por lo menos eso es lo que se observa en este principio de siglo.
Lo paradójico es que, si bien tenemos fantásticos avances científicos y tecnológicos, la política, la moral y la destrucción del medioambiente, son un verdadero desastre.
En la política mundial se observa la vuelta de los totalitarismos, y una clara erosión de la democracia. Son ejemplos países como: China, Corea del Norte, Rusia, Irán entre otros. Un increíble retroceso, a regímenes que creíamos eran parte de un pasado tenebroso. En nuestro continente tenemos, entre otros a: Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia. Esta última, camuflada en los cálidos ropajes de la democracia.
El azote del Socialismo Siglo XXI, es clarísimo en la región, asociado al narcotráfico y al fraude electoral. Es una versión “mejorada” del comunismo destruido con el Muro de Berlín.
En lo moral se observa un fuerte relativismo, que ha significado un nefasto libertinaje, queriendo redefinir la antropología humana, creando nuevos sexos, así como el aborto y la eutanasia, vil asesinato de neonatos y ancianos. Incluso la música y el arte, son caricaturas de tiempos gloriosos.
En lo medioambiental el desastre es mayúsculo, al extremo de ponernos al borde de la extinción: los mares llenos de plástico, el deshielo que pone en peligro las ciudades costeras, el aire contaminado, la destrucción inmisericorde de nuestra flora y fauna, e incluso el espacio exterior lleno de chatarra espacial, son signos del Siglo de la Oscuridad.
Un mundo mejor vendrá cuando comencemos a cultivar los valores del espíritu. “El cuerpo mortal es un peso para el alma; estando hecho de barro, oprime la mente, en la que bullen tantos pensamientos” (Sabiduría 9,15).
Es imprescindible soltar las ataduras del materialismo, para dejar volar nuestro verdadero ser, llevando la humanidad a un nivel superior de conciencia. El cuerpo es apenas un holograma del espíritu.
Es el corazón y el espíritu del hombre lo que necesitamos desarrollar. Este es el principal desafío del Tercer Milenio, y la salvación de la humanidad.