De la interdicción parlamentaria
Fingiendo una institucionalidad de la que carece, Maduro Moros volvió a la tal constituyente para anunciar el reciclaje de las medidas económicas que nos han hundido en una crisis pavorosa, con desprecio y burla del sentir de todos los venezolanos. Toda una veleidad escenográfica, dijo rodearse de los representantes de los distintos órganos del Poder Público, con un Defensor que, a la vez, es Fiscal, un titular del TSJ ya desplazado por la Asamblea Nacional, y la titular provisoria del CNE que ha debido ser suplantada por el parlamento.
La fotografía no ejemplifica otra cosa que la consumación del Estado paralelo, teniendo por marco un congreso permanente del PSUV con el que inicialmente se fusiona. Ya sabemos de la amarga experiencia de duplicidad de competencias, atribuciones y funciones en los más variados ámbitos ejecutivos, como el universitario, el de la salud o el de los llamados protectorados regionales, por todos estos años que, al parecer, quintuplicarán de darle alguna relevancia a las comisiones de trabajo de la tal constituyente.
Nos antojamos de un acto de simulación del parlamento que sesiona para aplaudir al supremo conductor de la hora, pretendiendo una solemnidad que su propio desarrollo traicionó. Desde una tribuna fraudulenta, carece de toda legitimidad el esfuerzo de re-sintonizar con un país que no cree en la temeraria ampliación del apparátchik, sabiéndose censurado y brutalmente reprimido por sus hambreadores.
El propósito de la tal constituyente es – simplemente – el de reemplazar en sus funciones a la Asamblea Nacional, cuya interdicción sigue diligenciando, temeroso Maduro Moros de la reacción de la comunidad internacional, sobre todo de la financiera a la que urge – subastando el país – por un soporte que le es indispensable. Complementariamente, pretextará y tardará en la versión de una constitución alterna, actuando como aparato represivo del Estado que queda, a través de una tal comisión de la verdad concebida como una suerte de consejo superior de guerra.
Hasta que el miraflorino decida dar el zarpazo final, la tal constituyente ocupa progresivamente los espacios de la sede legislativa, lidiando por los administrativos. El uso de la fuerza, mediante el empleo de la unidad militar enquistada en el otrora Capitolio Federal y de los grupos paramilitares adyacentes, constituye la clave de un esfuerzo implícito de cohabitación que tempranamente se sincerará como todo un asalto que espera más de la pusilanimidad que de la resolución de sus adversarios.
@LuisBarraganJ