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David versus Goliat

Narra la Biblia la ya conocida leyenda según la cual el joven, pequeño e inexperto judío David mata y derrota a Goliat, el paladín de los ejércitos filisteos que pretendían sojuzgar al pueblo de Israel. Goliat era un gigante nacido en Gat que decían medía seis codos y un palmo, y portada pesados implementos de guerra: grebas, jabalina y casco de bronce y una voluminosa cota de malla que pesaba tanto como su espada de hierro. Goliat, pedante, bocón y bravucón, le recordó los escuálidos guerreros de Israel que “águila no caza moscas”, pero que hoy se iba a permitir desafiar a un mosquita muerta. De acuerdo con el texto sagrado: “…se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo”.

Los siervos de Saúl entraron en gran pánico, conocían el armamento reciente, los sofisticados instrumentos de guerra, las armas más mortíferas, que poseían los filisteos, adquiridas recientemente de sus países aliados y exhibidas sin pudor en los costosos desfiles militares que por cualquier circunstancia celebraban los ejércitos bajo las órdenes de su Comandante Supremo, el Gigante, Goliat mismo.

El joven David, sin conocer la situación bélica que había en la frontera, llegó al campamento de Saúl: “cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate. Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército… Entonces David corrió al ejército…y aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David. Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor”.

Lo demás es historia harto conocida, David se plantó frente a Goliat que no había perdido ninguna batalla, incluidas las electorales, puso cinco piedras en su bolso de pastor, y blandió su honda. Y aconteció que “cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató…Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron”.

Moraleja: No necesariamente la petulancia, la habladuría y la superioridad bélica bastan para ganar una guerra.

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