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Da Vinci, siempre Leonardo

Si algún ser humano, después de Jesús de Nazareth, merece ser el hombre más admirable de la historia, no hay duda de que Leonardo Da Vinci (1492-1519) lo seria. Nunca antes ni después ha existido un ser humano que haya reunido tantos atributos sobresalientes en tan múltiples disciplinas. Se cumplen 500 años de su fallecimiento.

Reconocido como la quintaesencia del hombre del Renacimiento italiano, el humanista nacido en la pequeña ciudad epónima a 25 kilómetros de la capital eterna de la entonces República de Florencia, fue ingeniero, arquitecto, pintor, escultor, dibujante (más de 200 dibujos en la obra Tratado de Pintura), inventor, naturalista, filósofo, escritor (dejó más de 13.000 páginas de texto), poeta, músico, científico e investigador. Hizo progresar el conocimiento de las ciencias y las artes y adelantarse a su época en las disciplinas de anatomía, medicina (estudios sobre el flujo sanguíneo), óptica, hidrodinámica, ingeniería aeronáutica, paleontología, artes plásticas, botánica, hidrología, cónica, ingeniería civil y urbanismo.

Perteneciente a una familia noble florentina, pero hijo de una campesina, su infancia transcurrió en su pueblo natal de Vinci, y aunque es considerado fundamentalmente un autodidacta, se formó en el taller de su paisano pintor, el maestro Andrea de Verrocchio, quien, maravillado por su enorme y polifacético talento, le enseñó, además del dibujo, la pintura, la escultura y el grabado, carpintería, metalurgia, matemáticas, aritmética, mecánica, química y el trabajo en bronce, mármol, yeso y cuero.

De Florencia se trasladó a Milán, donde realizó sus primeros trabajos bajo el mecenazgo del duque Ludovico Sforza. Prestó servicios y vivió en Bolonia, Roma y Venecia, ciudades en las que ya alcanzó celebridad como ingeniero, arquitecto urbanista, pintor y escultor. Luego de la reconquista del Ducado de Milán por Francia, el joven rey Francisco I lo invitó a trabajar y lo alojó en el Castillo de Clos-Luce, Amboise, Valle del Loira, donde pasaría los últimos años de su vida.
Con una capacidad excepcional para el estudio y el trabajo, pero inconstante y poco dado a la terminación de lo que empezaba por la multiplicidad de disciplinas y vocaciones que su inquieto genio desplegaba, Leonardo sólo dejó una veintena de pinturas, entre las cuales destacan, Paisaje del valle del Arno, la Virgen del Clavel, la Ultima Cena, la Anunciación, la Adoración de los Magos, la Mona Lisa, la Virgen de las Rocas, La Virgen y el Niño con Santa Ana y San Juan Bautista.

Su profundo dominio de la anatomía, la geometría, la geología y la botánica, todo ello en sintonía con su torrencial talento creativo, le permitieron innovar la composición pictórica, introduciendo las mezclas de luces y sombras, los esfumados (sfumato) de colores, las variaciones de luz, la precisión fisonómica y la trasmisión de emociones en sus lienzos. Sus innovaciones plásticas marcaron un antes y un después en la pintura universal.

No menos impresionantes fueron sus aportes a la ingeniería, al haber legado a la posteridad impecables diseños de vehículos de transporte que serían construidos 400 años después, como el automóvil, el helicóptero, el submarino y el vehículo de combate. Tan universal como La Gioconda, es su dibujo del Hombre de Vitruvio, reproducido miles de veces en todas partes del mundo por su precisión anatómica y artística. En botánica, dejó su Códice sobre el vuelo de los pájaros.

Invoquemos el legado humanístico de Leonardo Da Vinci como fuerza inspiradora en esta Navidad y en el Año Nuevo 2020.

@lxgrisanti

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Un comentario

  1. Colocar de segundón a Leonardo es un absurdo inaceptable, pues todo cuanto en este artículo le atribuyen al genio Da Vinci es absolutamente cierto y demosteado, mientras el 90 % de lo que le atribuyen a Jesús es falso, imposible a nivel de ficción excesiva, e inventado durante los 3 siglos que transcurrieron entre el tiempo de existencia real de Jesús (chuta resurrección tampoco ocurrió, de modo que la fecha y manera de su muerte también peca de ser una falsedad) y el momento en que el emperador Constantino, a inicios del siglo 4, decidió abandonar el politeísmo y adoptar la religión cristiana, más conveniente y «joven» que la judía (la musulmana no fue inventada por el zángano Mahoma, hasta el siglo 8). Leonardo fue 100 % lo que admuramos de él y en sus obras tangibles, Jesús fue apenas el 10% de lo que aparece en los xatecismos. Como comparar bacterias con elefantes. http://www.analitica.com/opinion/creencias-y-ciencias-contrarias-e-incompatibles/

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