“Cuando ladran los perros…”
La vida es abierta como un mar. De eso no hay duda. Tanto que en ella, cabe todo. Pero aunque sus aguas gozan de relativa libertad, no es capaz de mantenerse apacible ante todo lo que puede contener y tolerar. Más, si sobre su superficie se baten vientos tormentosos que desacomoda la bondad que regala la serenidad de su horizonte. No obstante, es posible que el mar todo pueda desaforarse para dar cuenta que su movilidad es demostración que su cuerpo de agua posee vida activa.
La política comporta reacciones que semejan la naturaleza. Más, cuando su ejercicio incita actuaciones que lejos de acompasar inquietudes provocadas por decisiones alineadas de distinta manera a las presumidas inicialmente, son capaces de inducir en el adversario respuestas indicativas de desnudas diferencias.
Hechos que causan reacciones indignas
Esta introducción, sirve para recalcar que en política es posible toparse con alguien o algo que anda a contrapelo de las críticas o problemas que han venido exponiéndose. Es lo mismo que recoge la interpretación de la frase: “Sancho, dejad que los perros ladren, es señal de que cabalgamos”. Aunque se dice que su autoría proviene del libro escrito por Miguel de Cervantes a inicios del siglo XVII: Don Quijote de la Mancha. Pero en verdad pareciera proceder de la tradición oral o popular.
Traer a colación esta parafernalia, tiene una firma intención. Su fundamento radica en la situación derivada del evento acontecido el 22 de Octubre 2023 con la realización de la Elección Primaria. El asunto que este análisis busca destacar, apunta a descubrir el enredo que el sector gubernamental ha pretendido crear.
Lo que esta situación encubre, refiere los exabruptos reseñados por personeros cargados de resentimiento, desazón y ecuanimidad. Causados particularmente por el éxito alcanzado en el proceso electoral el cual abanderó la persona que mayor arraigo logró cultivar en la población política que hizo gala del derecho a elegir.
Lo que el mundo ha visto días siguientes al evento electoral egoístamente impugnado, ha excedido lo que describe y asienta la teoría de la democracia. Y en consecuencia, el concepto de pluralidad humana sobre el cual reposa la política. O sea, su propio ejercicio.
Arbitrariedades que restan
Es inadmisible que luego de haber transitado por momentos que sirvieron para pautar acuerdos políticos que llevaran a conciliar comportamientos y determinar resoluciones con base en líneas políticas y garantías electorales a cumplir las partes involucradas o agentes de la política implicados, surjan después falaces impugnaciones. Peor aún, apoyadas por el poder político dominante. ¿O acaso el hecho de gobernar, otorga el derecho de irrespetar al adversario mediante amenazas infundadas o excediendo las realidades?
En matemática, eso se denomina: “reducción al absurdo”. Pero en política, bien podría apodarse: “encogimiento a la brava”.
Este tipo de procedimientos, sólo luce posible en el fragor de situaciones conducidas de la mano de la envidia, la intolerancia y de la soberbia. No hay otra manera de explicar. O a menos que las nuevas formas de hacer política, en contextos de una tiranía asociada a negocios umbrosos en complicidad con criterios marcados por el cercenamiento de derechos y libertades, sean capaces de engendrar un nuevo paradigma apuntalado en la aniquilación de valores políticos y morales.
Estos días, ha sido común escuchar de altos funcionarios del régimen, en cargos ausentes de lo que el Derecho Administrativo llama “legitimidad de ejercicio”, proferir disparates, ofensas o improperios que no se corresponden con discursos cargados de retórica política transmitidos a diario por medios de comunicación. Incluso, en horario estelar. Tampoco, con las numerosas “declaraciones de principio” que acostumbra utilizar el régimen para difundir ideales que suelen ser meras ristras de claras contradicciones.
Nadie con sensatez apuesta al régimen
Por ejemplo, qué moral tiene el régimen para publicar crasos atrevimientos que no caben entre promesas y compromisos que agobian por lo repetido que son. O cuando publica un remitido que reza: “la revolución bolivariana apunta a los principios y valores de la defensa y consolidación de la independencia nacional como objetivo histórico (…)” a fin de fundamentar “(…) el proyecto emancipador que sigue siendo el horizonte para la construcción de la patria nuestramericana” ¿De cuál independencia habla? ¿De cuál construcción de patria refiere? Si el régimen está desvergonzadamente atascado en la brecha que separa el discurso de la praxis.
Cualquiera de las impugnaciones que estos infundiosos personajes que hablan a nombre de la tiranía socialista, han pretendido asentir con la idea de hostigar el éxito de la elección primaria, se cae por su propio peso. Con un contenido colmado de razones que no se corresponden jurídicamente con las excusas interpuestas en forma de acusaciones.
Es penoso advertir que ni siquiera esos personajes de marras, amarrados al poder por vulgares prebendas, no entiendan que lejos de lograr el cometido perverso ordenado, todo será en perjuicio del mismo régimen. O sea, , como indica el lenguaje popular: el tiro le sale por la culata del trabuco.
Por eso vale repetir la frase que intitula esta disertación: “Cuando el viento silba”. Y es porque cuando el viento rechifla, se da un movimiento en tierra que aviva la liberación de aquellos escollos que tenían trabado el camino que conduce a la libertad. Por eso, hay que cuidarse de lo que se vocifera al grotesco amparo de la impunidad. Pues hay respuestas vivas, cuando los perros ladran. O sea, “cuando ladran los perros…”.