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Cuando el Estado empobrece a la Nación

Acabo de leer, más en detalle, el libro que publicó en 2006 la Fundación Venezuela Positiva, bajo el título “Cuando el Estado empobrece la Nación”.[1] En el mismo se reproducen artículos de veintitres reconocidos intelectuales venezolanos.

 Cuando se publicó el libro, Hugo Chávez tenía 7 años en el poder y fue precisamente durante su presidencia cuando comenzó a empobrecerse la Nación.

De haberse escrito el libro en este año 2024 se habría descrito cómo el empobrecimiento de la Nación creció exponencialmente bajo la presidencia de Nicolás Maduro.

Veamos lo que dicen los autores del libro

En el introito, Heraclio Atencio expone lo que debe hacerse para que crezca el enriquecimiento:

La Nación debe intervenir para producir leyes que animen a los venezolanos a invertir sus capitales para promover leyes qu (e animen a los venezolanos a invertir sus capitales en el país, alentando el ahorro mediante incentivos fiscales y multando los procesos de producción cuando son adversos, contraproducentes o dañinos al colectivo.

Si el Estado garantizara eficientes servicios públicos (educación, seguro social, seguridad personal, infraestructura de hospitales, aeropuertos, puertos, carreteras, parques recreativos, museos y salas de concierto) y financieros (seguro social, endeudamiento razonable, intereses bajos e inflación controlada) los factores de producción y la creación de nuevas actividades económicas, incluso con su participación directa, se multiplicarían vertiginosamente. Y, para ello, y esto es extremadamente significativo, el Estado debe tener funcionarios insobornables de jerarquía, capaces de generar buenas ideas.[2]

Nada de lo arriba expuesto se realizó durante la presidencia de Chávez, sino todo lo contrario.

Más adelante, Heraclio Atencio, sigue diciendo:

Venezuela tiene planteado en el albor del siglo XXI una transformación transcendental de su estructura social, de su formación cultural y de su economía. Y eso se logra (como escribió Asdrúbal Baptista, en su libro El nuevo capitalismo rentístico. Hacia un nuevo balance del poder) de una manera muy simple: Engendrando a cada, hecho que se cumple y en cada interpretación que convence, que persuade y que incita a actuar de cierta manera. Uno de los instrumentos de esa transformación, es el capital humano altamente capacitado en lo general y en lo investigativo. Ello puede ofrecer la solución a los problemas que enfrenta Venezuela. Debemos converger para que todos los talentos y la inteligencia en el exterior encuentren la receptividad y la acogida en el país que se merecen. Es importante frenar la fuga de cerebros…

Es evidente que, durante la presidencia de Chávez, no se planteó la “transformación transcendental de su estructura social, de su formación cultural y de su economía. Hubo una preocupante fuga de ciudadanos talentosos. Esa fuga ha crecido exponencialmente durante el régimen de Maduro y hace que haya más empobrecimiento.

Refiriéndose a la corrupción, se añade:

A pesar de la corrupción, Venezuela insiste en sus propósitos de hacer más transparentes los negocios con el Estado. No obstante, las buenas intenciones (Ley de Licitaciones) y la retórica, la corrupción reina en el país de los ciegos y sigue siendo un tema preocupante para la Nación. Hay un cuento, probablemente apócrifo, según el cual el General Juan Vicente Gómez le preguntó a uno de sus seguidores qué tipo de empleo gubernamental le gustaría. Ese caballero le contestó que cualquier cosa sería buena siempre que permitiera enriquecerse rápidamente. Ese cuadro refleja una sospecha tradicional en Venezuela sobre algunos políticos y empleados públicos que se ven motivados más por la posibilidad de ganancias privadas que por el servicio público a la Patria. Es insólito el ejemplo que sigue dando Venezuela en materia de riqueza pública y ostentosa. Con la abundancia de dinero fácil y su despilfarro por el Estado,

 igual que los saltos brevísimos en que se pasa repentinamente de un estatus social, tiene que estar presente el morbo proliferante de la corrupción, igual que los saltos brevísimos en que se pasa repentinamente de un estatus social a otros muy superiores. La conciencia de los autores de delitos de peculado siente libre de culpa. Esas actitudes endémicas y esas circunstancias de por sí extremadamente graves y perniciosas, estremece y perturban la buena marcha y el mejor desempeño y [la] eficiencia del Estado, y, por extensión, de la Nación. Esto parece ser porque antes de cometer los desfalcos, ellos encontraron que, en la vasta cultura y formando parte de ella, existen argumentos y excusas para justificar sus actos y comportarse en una forma que, de lo contrario, hubieran encontrado inaceptable. Dicho de otra manera, existe entre los grupos específicos abundantes racionalizaciones para calmar las acusaciones de crítica que fueron silenciadas durante el proceso de señalización. ¿Cómo se adquieren las defensas para evitar los autorreproches y relegar al silencio la voz de la conciencia? ¿Qué hace posible que los hombres violen aquellas leyes en las cuales creen? En pocas palabras, la racionalización que precede al acto delictivo neutraliza al corrupto de sus propios autorreproches y [su] culpa, liberando de esta manera al individuo al delinquir sin que sufra demasiado su autoestima ysu su torcida conciencia. Las necesidades y [los] deseos de estos corruptos de Estado, siempre estimulados y en aumento progresivo, serán ilimitados si no son sometidos a control.

En consecuencia, por años, el país ha sido sacudido por una onda de relajación ética y moral. El peculado, en sus más variadas formas, ha ido erosionando las estructuras colectivas. Desde la prevaricación, pasando por todos los matices imaginables, hasta las formas más detestables de corrupción, los enemigos del ciudadano han acabado por convertir en actitud normal la comisión de delitos que, generalmente, quedan impunes. Los grandes peculadores no tienen impedimentos algunos en pasear su arrogancia por toda la faz de la nación, riéndose en oportunidades de los que nada tienen. Son aceptados y proclamados en los altos círculos de country. Con frecuencia, quienes insistimos en estas denuncias tenemos la sensación de un papel poco airoso, en virtud de la tolerancia lenta y corrompida de ser rico, sin importar cómo, no cambia, seguiremos siendo parásitos del petróleo y seguiremos viviendo en un desequilibrio inmenso, donde la riqueza y el trabajo se encuentran divorciados de la realidad. La corrupción ha creado una deleznable estructura económica donde se encuentra una sociedad fragmentada e injusta, carente de magnificencia, dividida entre la opulencia y la miseria. En síntesis, una Nación desorientada y manipulada por sus conductores, donde la estabilidad nacional, política, económica y social, ha sido mantenida gracias al remate – subasta de nuestras riquezas.

Al momento de redactar este libro, la expansión de la corrupción administrativa en nuestros días representa para la Nación venezolana una amenaza tan real tan real y tan grave como la de la droga, si acaso no lo fuera más. La corrupción no es tan sólo cuestión referida únicamente al quebrantamiento de las leyes y, por ende, a situaciones que ponen en evidencia una conducta sancionable en el campo administrativo, civil o penal. También e asunto que desborda el ámbito de la acción legal propiamente dicha. Perturba, se refleja e influye necesariamente en el condicionamiento de la moral pública. Esos actos repudiables que ya se han hecho costumbre inveterada en nuestro medio, evidentemente representan un factor negativo para el sistema democrático. Pero, al mismo tiempo, constituyen manifestaciones deletéreas que atacan y trastornan las bases ciertas de la sociedad nacional del presente. Ante esta innegable confabulación delictuosa de tan vasta y progresiva gravedad, debemos oponer la inquebrantable decisión colectiva de combatir a fondo y erradicar en toda su extensión la mala siembra que envilece y acribilla el cuerpo de la Venezuela contemporánea

Las palabras de Heraclio Atencio le hacen ver a uno que, durante el chavismo, todo lo que se dejó de hacer y que se hizo mal y corrupta e inmoralmente, tuvo como consecuencia el empobrecimiento de la Nación.

El libro se refiere a lo que estaba ocurriendo en 2006, bajo el régimen de Hugo Chávez. Si el libro se escribiera ahora, bajo el régimen de Maduro, se vería cómo el empobrecimiento de la Nación ha crecido exponencialmente.

La invitación que hace Heraclio Atencio, cuando dice: ‘Ante esta innegable confabulación delictuosa de tan vasta y progresiva gravedad, debemos oponer la inquebrantable decisión colectiva de combatir a fondo y erradicar en toda su extensión la mala siembra que envilece y acribilla el cuerpo de la Venezuela contemporánea”, ha sido aceptada por la vasta mayoría de los venezolanos que ya no soportan el sufrimiento causado por un régimen totalitario, impulsados por el valiente y permanente liderazgo de María Corina Machado, en su lucha “hasta el final, están decididos a restaurar la democracia, a través, no de la violencia, sino del voto, que el 28 de julio, llevará al poder a Edmundo González Urrutia.


[1] IS BN 980-6701-02-2

[2] Op., cit., p. 34.

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