Cuadro político actual
La Cátedra Pío Tamayo y el Centro de Estudios de Historia Actual de la Universidad Central de Venezuela han convocado a un foro, el pasado lunes 9 de marzo, con el fin de esbozar una imagen de la presente situación del país, que para la mayoría resulta completamente incomprensible.
En primer lugar, se observa la consolidación de una tiranía militar comunista. Se destaca esta última expresión para superar de una vez esa discusión de que es un régimen neoliberal heraldo del capital financiero internacional y el todavía más pintoresco extremo que lo tilda de “fascista”, ¿una filial del régimen castrista asesorada por Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y Alfredo Serrano Mancilla?
Segundo, el naufragio de las oposiciones oficiales, que se conocen popularmente como “la mesa y la mesita”, cada vez más desacreditadas. Todo esto a través de elecciones, que es lo que piden todos, incluyendo al grupo de contacto que tienen en la Unión Europea. Bien, eso es lo que tendrán en el transcurso del año y sólo discuten qué es lo que van a elegir.
El contexto general se configura con un estimado ochenta por ciento de rechazo al régimen, sin que éste sea capitalizado por las oposiciones. La catástrofe económica: hiperinflación, caída histórica del PIB, dolarización de facto, derrumbe del precio del petróleo, acentuado por la guerra económica entre Rusia y Arabia Saudita, que afecta directamente a países petroleros aliados desde Irán a México.
Caos social, con la movilización forzada de la población, cifras de emigrantes que superan a Siria, oscilando entre 5 con un pronóstico de llegar este año a 7 millones de desplazados, más o menos el 20 por ciento de la población total, como en Cuba.
Se debe estimar otro elemento que podría llamarse “el tercero excluido”: la Resistencia. Pero, ¿existe realmente? ¿Quiénes son? ¿Dónde están? ¿Qué fuerza tienen? ¿Cuándo y cómo se manifestarán?
Por último, lo que parece un pleonasmo, el imprevisto imponderable (Deus ex machina). Puede venir del medio oriente: Irán, que todavía no ha concretado su prometida venganza por el ajusticiamiento de su comandante Soleimani, un asunto pendiente. Y cuando lo haga, ¿cómo reaccionará EEUU? Sobre todo con los partidarios de Irán en su patio trasero. Siria, con su guerra que involucra a Rusia y Turquía, también muy caros aliados del régimen.
El lejano oriente, China, en guerra económica aderezada con su corona virus cuyo análisis nos llevaría demasiado lejos, considerando que aquí ya había una catástrofe humanitaria antes del COVID 19. Corea del Norte, que por su paralelo 38 podría descocerse todo el equilibrio geopolítico mundial.
El cercano occidente, Cuba, sujeta a sanciones cada vez más severas, que ya afectan a unos cuantos miembros conspicuos de la nomenclatura, empezando por Raúl Castro y su familia.
Colombia, con una frontera cada vez más caliente y movible, sometida al acoso de la duplicación de las FARC, política y militar; el ELN, las BACRIM y otros grupos armados asentados en el territorio venezolano con manifiesto apoyo del régimen.
Brasil, que vuelve con ímpetu a recuperar su papel de potencia subregional anticomunista, con la complicación de que en los últimos treinta años ha sido el eje de la subversión continental, un conflicto interno que desborda sus fronteras. De manera que, quiéralo o no, tendrá que jugar un rol fundamental en los acontecimientos de todos sus vecinos del sur, particularmente con quienes comparte fronteras.
En conclusión, ¿cuál podría ser el desenlace? Algunos sueñan con una intervención militar internacional, llámese humanitaria o como sea; leyenda muy útil al régimen que la usa como espantajo, con fines de propaganda, unificación y movilización de sus filas.
Otros predicen una intervención militar interna, de unos supuestos militares institucionales tan elusivos e inasibles que provocan los mismos interrogantes que la Resistencia, con el agravante de que son menos probables.
Si los militares controlan absolutamente todo, incluso la hacienda pública, los recursos naturales, el abastecimiento de combustibles y de alimentos, tienen bancos, empresas de seguros, líneas aéreas, medios de comunicación, intervienen en cualquier comercio lícito e ilícito, tráficos de personas, armas, drogas, ¿contra quién y para qué van a insurgir?
Pueden agregarse unas pinceladas más a un lienzo que ya resulta demasiado complejo; pero de lo expuesto puede inferirse que esto no tiene solución. A lo más que podría aspirarse es pasar a una nueva etapa de conflicto que sea más tolerable para la población, porque es evidente que esto no puede sostenerse a largo, mediano, quizás ni siquiera a corto plazo.
La pregunta ya no es si el régimen podrá resistir semanas, meses o años, sino si podremos soportarlo.