Cruz-Diez y la génesis del color dinámico
En su ensayo sobre el proceso creativo, James Baldwin (The Creative Process, 1985) describe la actitud del artista cabal y su reveladora misión en la sociedad: “El artista se distingue de los demás actores responsables en la sociedad por el hecho de que él es su propio tubo de ensayo, su propio laboratorio, trabajando de acuerdo con normas muy rigurosas, aunque no sean las establecidas, con el fin de revelar, sin ninguna consideración, todo lo que pueda descubrir con respecto al misterio del ser humano. La sociedad acepta algunas cosas como reales, pero la realidad visible esconde otras más profundas y es el artista quien las revela. La sociedad asume que todo es estable, pero es el artista el que conoce y expresa que no hay nada estable bajo el cielo”.
Si la invención consiste en la capacidad de ensamblar elementos existentes de la realidad para crear uno nuevo, es la actitud metódica y rigurosa de Cruz-Diez, la que hace posible sus descubrimientos y revelaciones. En este sentido, Cruz-Diez ha sido siempre, sin lugar a dudas, “su propio laboratorio”: Practico la disciplina del investigador y del experimentador, porque los “soportes” que he logrado estructurar son fuente de sorpresas e imponderables. Pongo en juego trampas de luz acordes con el comportamiento del color. En mis obras nada está hecho al azar, todo está previsto, programado y codificado. La libertad y lo afectivo solo cuentan a la hora de elegir y combinar los colores, tarea a la que impongo una única restricción: ser eficaz en lo que quiero decir. Es una integración de lo racional y lo afectivo. Yo no me inspiro, reflexiono.
Sus primeros hallazgos, que lo llevaron progresivamente a transformar el plano estático en colores dinámicos, son el fruto de un pensamiento libre, sin ataduras ni esquemas preconcebidos que lo conducen a escrutar la realidad que existe detrás de los fenómenos. Tú descubres cosas, las relacionas, haces tus reflexiones y asociaciones para luego inventar. El invento es la codificación de algo existente, es decir, de algo que existió siempre pero que tus contemporáneos o tus predecesores nunca lo percibieron. El arte es el vehículo entre el hombre y las cosas de una época, por eso, los misterios se aclaran gracias a los artistas.
A finales de la década de 1950, Cruz Diez tuvo conocimiento de las investigaciones sobre el color del Dr. Edwin Land, este científico de Harvard descubrió que al filtrar los colores físicos rojo y verde, mediante la simple adición o sustracción de ambos, reproducía todo el espectro cromático. Si bien, Land aplicó sus hallazgos a la industria fotográfica, Cruz Diez los adaptó a sus propias investigaciones. La actitud reflexiva del artista la describe el historiador y crítico de arte Frank Popper, al referirse a esas primeras indagaciones: “Sobre la idea tradicional de colorear las superficies con pintura, el propone pintar el espacio con la luz. Decidido a utilizar sólo proyecciones y reflejos naturales de luz, Cruz -Diez esperaba disponer de una amplia gama de colores, basándose únicamente en dos colores físicos: el rojo y el verde”.
Es así como en la obra Amarillo Aditivo de 1959, Cruz-Diez demuestra que cuando dos planos de color se tocan, se produce una zona perceptiva crítica y se crea una línea virtual más oscura en el punto de contacto. Esta línea virtual contribuye a la aparición de un tercer color que no existe en los pigmentos utilizados en el soporte. Ello es producto de la condición prospectiva del ojo, que al moverse continuamente, superpone en sus límites los planos de color. Aislando ese espacio de contacto de los dos colores obtengo los “módulos de acontecimiento cromático” que provocan, en parte, la continua transformación del color.
Esta constatación significó el génesis y el punto de partida de un discurso que fue más allá de los estables paradigmas que existían sobre el color, al atreverse a liberarlo de la forma: “Propongo el color autónomo, sin anécdotas, desprovisto de simbología, sin tiempo, en presente perpetuo”. Desde ese momento, sus investigaciones y propuestas no han cesado de evolucionar hasta el presente.
La investigación bidimensional del maestro Cruz-Diez, profundamente reflexiva y sistemática comprende los Couleurs Additives y las denominadas Induction Chromatique, ambos hallazgos constituyen la génesis de su discurso cromático.
En la serie de Couleurs Additives iniciada en 1959, Cruz-Diez logra aislar las zonas de toque entre dos planos de color, para obtener los llamados Módulos de acontecimiento cromático, responsables en parte, de la continua transformación del color. La mezcla óptica integrada por dos o más colores genera nuevas gamas que no existen en la superficie y que se hacen visibles al espectador, se trata del color saliendo del plano estático al espacio dinámico.
Las búsquedas de 1963 culminan con lo que Cruz-Diez denominó Induction Chromatique. Se encuentran estrechamente relacionadas con el fenómeno de post-imagen. En estas obras, distintas gamas cromáticas aparecen y desaparecen continuamente, dependiendo de la dirección e intensidad de la fuente luminosa y del ángulo y distancia de observación del espectador. Los colores que aparecen tienen una existencia virtual, sin embargo son tan reales como los pigmentos utilizados.
Desde sus primeros experimentos sobre el comportamiento del color, Cruz-Diez logró efectos de post-imagen con gran precisión mediante la utilización de líneas. La línea no es un elemento estético en mi trabajo, es el medio más eficaz que pude encontrar para multiplicar las zonas críticas de visión entre dos planos de color. Es así como puedo generar nuevas e inestables gamas cromáticas. Lo cual no impide que el resultado sea un hecho expresivo, comunicativo y sensible.
Si la función del artista, según Baldwin, es la de revelar lo que se esconde detrás de la realidad que percibimos, pensamos que Cruz-Diez se inscribe en esa función social trascendente, cuando afirma: El condicionamiento cultural fundado en el culto de la forma y la imagen, nos impide aprehender los acontecimientos sutiles que suceden en el espacio y el tiempo.
En mis obras, el color aparece y desaparece en el transcurso del diálogo que se genera con el espacio y el tiempo real. Simultáneamente, aparece de forma incuestionable el hecho de que la información adquirida, así como los conocimientos memorizados en el transcurso de nuestra experiencia vital, no son, probablemente, ciertos… al menos parcialmente.
Es posible, además, que gracias al color, abordado a través de una “visión elemental” desprovista de significaciones preestablecidas, podamos despertar otros mecanismos de aprehensión sensible más sutiles y complejos que los impuestos por el condicionamiento cultural y la información masiva de las sociedades contemporáneas.
Su proposición plástica nos revela al artista como uno de los más importantes teóricos del color. Según Jean Clay, los hallazgos de Cruz-Diez, dejan atrás las ideas establecidas sobre el “color cultural”, ligado a los sistemas de organización mental del siglo XX.