Cortados con la misma tijera
En tiempos no muy remotos que digamos, eso de cortados con la misma tijera era expresión común de nuestros mayores a modo de sentencia, cuando nos reprendían por alguna travesura, faltar al respeto debido a los mayores o cuando ya crecidos a quienes repuntaban enamoradizos y andaban de picaflor. El tiempo que dista de aquellos bucólicos días, nos permitió saber que la sentencia era bidireccional, era un dardo lanzado tanto al niño o al joven como al padre, de lo último no tengo la menor duda.
En la actividad política-gubernamental son harto frecuentes e incontables los casos de personajes que, de alguna manera, asumen el modelo de conducta aprendido de sus mentores directos o indirectos. Así, resulta inimaginable que militantes de las corrientes ideológicas fascista o comunista, feligreses de ese culto pagano, asuman conductas diferentes a las que forman parte medular de la cartilla doctrinaria; es la pauta para su accionar político, bien como opositores o como gobernantes.
Los comunistas y sus adláteres, en Venezuela los apodamos ÑÁNGARAS, mientras no han logrado asaltar el poder y frente a un escándalo político-gubernamental-administrativo en otro país o en el suyo, execran al funcionario señalado como supuesto autor del delito, cualquiera sea su rango y naturaleza del hecho, antes de la comprobación siquiera policial; claman al cielo y rasgan sus vestiduras exigiendo castigo ejemplar para el presunto autor o autores de la deleznable conducta, atentatoria contra la moral administrativa. Por supuesto que la comisión de un delito, ni siquiera su presunción, debe pasar por debajo de la mesa y no debe privar la militancia partidista ni el compromiso ideológico, para denunciarlo y castigarlo. Tan ladrón fue el bueno como el malo, entonces tan delincuente podría ser un funcionario del gobierno anterior como del actual. En ningún caso debe privar la solidaridad grupal para “echarle tierrita”, acallar la denuncia y entorpecer la acción de la justicia; todo lo cual hacen, sin recato, los gobernantes autoritarios de inspiración fascista o comunista. En la Venezuela embarrancada por el Socialcomunismo del Siglo XXI, se requiere de muchos dígitos para enumerar hechos criminales tapados, como hace el gato con defecaciones.
Pero la solidaridad ñángara con los delincuentes miembros de su claque es brutal. Sólo bastaría con enterarse del disfrute del dinero mal habido y de la “inmunidad” otorgada a personas señaladas de haberse enriquecido sin causa; gentes que nunca tuvieron un maíz para asar y hoy escupen a la cara de la sociedad costosas propiedades y depósitos bancarios mil millonarios. Hasta los ciegos y sordos saben quiénes son, pero la corrupción es tan intensa cuanto extensa y ¿quién se arriesga a tirar la piedra sobre el tejado del vecino?
De allí que Lula, a quien siguieron juicio por presuntos actos contrarios a la pulcritud administrativa, opine que el gobierno de Venezuela es democrático y que lo de la crisis moral, económica y de hambre de los más necesitados es una narrativa inventada por los gringos. Y son miméticos. Es así como Petro, tenido como ser presuntamente copartícipe, intelectual del asalto y asesinato de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, sea el timonel de la nave del Estado colombiano que comienza a escorar, haciendo agua por el agujero que le abrió el escándalo niñera gate, protagonizado por personajes de la mayor confianza del mandatario y que, según denuncias del exembajador en Caracas, hay dólares envueltos en papeles verdes rociados con un polvo blanco.
Bueno, Petro figura entre los los gobernantes latinoamericanos que rompen lanzas en defensa de Maduro y su gobierno Socialcomunista, causante del inconmensurable daño hecho a Venezuela, comenzando por la quiebra de los valores morales, origen del derrumbe económico a partir de la destrucción del aparato productivo, comenzando por Petróleos de Venezuela hasta el más humilde ventorrillo de golosinas, destruyendo la capacidad generadora de empleo digno y la posibilidad de bienestar, constatable en la destrucción de servicios indispensables como el de la energía eléctrica, el sanitario-asistencial y lo que califica como la mayor saña criminal: la degradación de la educación desde el Preescolar hasta los posgrados universitarios. A todo lo anterior, es menester agregar la desnutrición generalizada, delatada por la disminución de la talla de la población, a partir de la implantación del Socialcomunismo del Siglo XXI, bodrio inventado por unos vivianes y comprado por Hugo Chávez.
Saldremos de la ciénaga. En ella se ahogarán los oficiantes Socialcomunismo.