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Construir una nueva unidad para una nueva realidad

En las comunidades populares escuchamos repetidamente de la boca de las personas la frase “¡Este gobierno nos está matando!”, para definir el estado de la situación. No es una metáfora. Las acciones que realiza el gobierno de Nicolás Maduro para mantenerse en el poder profundizan la pobreza, incrementan la violencia y son hostiles y agresivas contra la vida de las personas.

Al momento de escribir estas líneas tribunales penales de Valencia, San Fernando de Apure, Aragua y Bolívar ordenaron medidas para posponer cualquier acto generado de la recolección del 1% de firmas, invalidando en sus estados las jornadas del 20% que iban a iniciarse el próximo miércoles 26 de octubre. Posteriormente, el CNE anunció que acataba esta medida y decidía suspender  totalmente (en todo el país) el proceso, asestando un golpe mortal a la realización de un referendo revocatorio, no sólo para este año si no para el próximo.

Horas después, en la noche, el circuito judicial de Carabobo emitía órdenes de prohibición de salida del país a líderes políticos de la MUD, como Chuo Torrealba y Henrique Capriles.

Aunque el CNE ha anunciado la realización de elecciones a gobernadores para el primer semestre del 2017 y conmina a promover un diálogo nacional, lo hace en medio de una situación de represión y persecución política, sin poderes e instituciones independientes, y de desconocimiento y negación por parte del gobierne de sectores mayoritarios de la población. Ha quedado claro que el gobierno de Nicolás Maduro ha decidido fracturar definitivamente las formas democráticas que constituían uno de los últimos espacios de convivencia en el país.

Esto nos plantea una difícil e inédita coyuntura, donde deben reformularse las formas de participación y donde los liderazgos políticos deben abrirse para articularse en conjunto con los diversos sectores del país, para hacer una lectura correcta del momento y planificar y ejecutar acciones para abordar la complejidad y dificultad de nuestra situación.

Más allá de posturas políticas e ideológicas, los venezolanos hemos venido expresando en diferentes contextos la necesidad de convivencia y solidaridad, de encuentro verdadero de los diversos sectores de la sociedad. Y no hablamos de un anhelo ingenuo o ideal, sino de la construcción de vínculos auténticos y acuerdos confiables y sostenibles, que puedan articularnos efectivamente para enfrentar los graves problemas que estamos atravesando y transformar nuestra realidad.

A este respecto la agudización de la crisis ha estimulado el surgimiento  y el refuerzo de organizaciones y redes de apoyo que proponen soluciones puntuales, en la medida de sus posibilidades, como el intercambio de medicinas y prestación de servicios médicos básicos o la creación de bancos de comida, por ejemplo. La efectividad de estas propuestas no se encuentra solo en la obtención de donaciones e insumos sino también en la conformación de equipos de trabajo, donde los organizadores y beneficiarios asumen responsabilidades y en conjunto forman parte activa en la planificación y ejecución de las iniciativas.

También en este contexto de crisis, la agenda sectaria y violenta del gobierno ha puesto en evidencia el agotamiento del modelo de polarización cuya consecuencia más dañina ha sido la fragmentación del país y el establecimiento de un clima de desconfianza y rencor entre los diversos actores que lo conforman. En los sectores populares se han abierto espacios para el intercambio y la participación. En el Municipio Libertador, hemos podido participar de esta nueva realidad, en un proceso de intercambio y aprendizaje con las comunidades, en un trabajo de creación de relaciones y establecimiento de confianza mutuos para la realización efectiva y sostenible de proyectos.

En la actual situación, la suspensión del RR ha cercenado vías de consenso primordiales, en un claro intento de explotar la desesperación y generar reacciones inmediatas que puedan desbordarse en escenarios de violencia y conflictividad, ideales para el gobierno.

Las exigencias de la situación actual piden el encuentro del país, la unión real, organizada y operativa de comunidades, sociedad civil, centros de estudiantes, sindicatos, gremios, organizaciones, partidos políticos, entre los diversos sectores que nos conforman. La construcción de estas relaciones de las que hablamos, sin condicionarlas solo a las necesidades del ahora político sino a la vista de la serie de retos implícitos a corto, mediano y largo plazo que están planteados para salir de la crisis histórica que hoy nos sacude.

El encuentro entre los venezolanos ya no puede seguir siendo otro punto en la agenda para un posible proyecto de país. Es la condición básica e impostergable sin la que no podremos revertir las políticas nefastas de este gobierno, salir de la crisis en la que estamos atrapados y construir nuestro futuro.

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