Con el debido respeto
Para nadie es una sorpresa que la situación de desabastecimiento es el país es gravísima y ha tendido a empeorar en la medida en que el gobierno se ha decantado por buscar mecanismos para «sofisticar» el control, pensando que es un problema de ineficiencia de sus funcionarios o mecanismos, cuando la realidad es que es un problema intrínseco del mismo control.
Cualquier estudiante básico notaría la relación directa que existe entre el control y el desabastecimiento. Y si además es curioso, encontrará toneladas de información que le mostrará que esta es una relación histórica que se ha producido en todos los países donde han privilegiado la acción controladora del Estado sobre la racionalidad económica, independientemente de si el gobierno que lo intentó estaba formado por gente decente y de buenas intenciones (pero equivocada) o actores que sólo pretendían enriquecerse a costa del control.
Los análisis que se realizaron en el momento en que el gobierno venezolano decidió implementar la Ley de Costos y Precios Justos coincidían en afirmar que esto empeoraría el desabastecimiento y sería una acción contraproducente. ¿Alguna sorpresa entonces cuando vemos que se baten los récords de escasez en todos aquellos productos sujetos a ese mecanismo? El problema no tiene nada que ver con quién lo aplica, independientemente si es chavista u opositor, civil o militar, eficiente o ineficiente, sino con el racional detrás de controlar la economía o mejor debemos decir el irracional de hacerlo en contra de todas las teorías modernas y la evidencia histórica.
El gobierno ha reconocido los problemas de abastecimiento de alimentos y ahora también lo hace con las medicinas e insumos médicos. Ha admitido que no hay carros ni repuestos y, luego de tratar de maquillar el problema de las líneas aéreas, ha terminado por buscar negociaciones para remendar el capote. Pero reconociendo las consecuencias de su política no ha reconocido su responsabilidad. Es obvio que si controlas la economía se generan desestímulos productivos, se activa la especulación y se desata el contrabando. Nadie está aupando estos fenómenos ni se intenta decir que son buenos o justos, simplemente estamos describiendo que son el resultado convencional y típico de los modelos de control extremo y no se pueden resolver con más control, ni con más funcionarios, ni cerrando fronteras ni metiendo gente presa. Se tienen que eliminar los estímulos económicos que los activan y eso sólo ocurre flexibilizando la economía, no controlándola.
La respuesta necesaria a un modelo errado de control no es aumentar los controladores (que terminan botando y cambiando a ritmo de ropa interior). Cambiar un controlador por otro es como cambiar una enfermera por otra para que intente ponerte más eficientemente la medicina que te mata.
El gobierno ha reconocido implícitamente que su control de cambio no funciona cuando indica que camina a unificarlo (e implícitamente a devaluar). También que el precio de la gasolina es absurdo, cuando informa que el país pierde fortunas en él. Ahora lo que hace falta es que haga algo, aunque parece que esa parte la tiene más complicada debido a los costos de salida que se auto impuso al alargar la decisión. Ya el análisis de la crisis económica no es exclusivo de los expertos. Cualquier persona en el barrio la vive, la siente y la ve.
Con el debido respeto Presidente, el modelo de control no funciona. La clave es que lo cambie y la estrategia a seguir es clarísima: liberación cambiaria, flexibilización de precios, aumento de la gasolina, disciplina fiscal, subsidios en bolívares (no en dólares) para la población más necesitada y mucho, mucho, sector privado. Esa es una receta mundial.