¿Cómo debería ser un Estado democrático?
Esta ha sido una de las principales preocupaciones de la ciencia política, una vez que se erradicaron las monarquías absolutistas que prevalecieron durante siglos en la historia de la humanidad.
Una de las primeras instituciones que se instauró en la mayoría de los sistemas plurales de gobierno, fue el Parlamento, por lo general integrado por dos cámaras, en muchos el Senado y la Cámara de diputados, en otros, como en Inglaterra, la cámara de los Lores y la de los comunes. El principio que se buscaba proteger era el del equilibrio entre las dos cámaras, para así balancear el enorme poder de esa institución fundamental de las democracias.
Otro desideratum fue el de asegurar la independencia del Poder Judicial, que debía estar encabezado por un tribunal supremo que no dependiera del poder ejecutivo y que fuese designado por el Parlamento.
Con esas dos instituciones vigorosas se pretendía hacerle contrapeso al Poder Ejecutivo y convertir a la separación de poderes en el eje cardinal de un estado de derecho.
Las dictaduras totalitarias fascistas y comunistas del siglo XX, se dieron a la tarea de destruir lo que el periodo de la ilustración había creado y acabar con la separación de poderes, delegándolos todos en la figura del jefe del Estado, tuviera este por nombre Stalin, Hitler, Mussolini, Mao o cualquiera de sus más pequeños seguidores.
Ahora, en el siglo XXI, vemos como algunos países siguen con esa tendencia, ya sea en Cuba, Corea del Norte u otras dictaduras, que si bien conservan en la forma las instituciones de origen democrático, en la práctica son solo mamparas del Poder Ejecutivo.
¿Será eso lo que lamentablemente ha venido ocurriendo en nuestro país? . La instauración de la llamada refundación del Estado, siendo la primera víctima el Parlamento que pasó a ser unicameral, y la creación de una ANC, al margen de la Constitución vigente, y cuya tarea no ha sido la de redactar una nueva Constitución, sino constituirse en un suprapoder que, sin embargo, responde únicamente al jefe del Estado son algunos de los elementos que llevarían a responder a esta pregunta..
Para que un Estado pueda ser considerado democrático debe restablecer la auténtica y veraz separación de poderes y permitir la máxima posible descentralización del poder y la autonomía de los poderes de control sobre las instituciones.
Son muchas más, por supuesto, las modificaciones que deben realizarse y no buscamos enumerarlas en este breve editorial, pero si hay una que es indispensable para la democracia del país: la necesaria prohibición de la reelección presidencial permanente, que es una de las perversiones enquistadas en muchos países de nuestra región.