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¡Comé yuquita!

                                                            Un hombre hambriento es un hombre enojado. James Howell

La célebre frase maracucha ¡Comé Yuquita!, se escuchaba con jocosa frecuencia en aquellas opíparas parrilladas de la IV República, cuando no faltaba nada de nada. Jugosas puntas de trasero, crujientes chuletas de cerdo, morcillas, salchichas, chinchurrias y chorizos al punto, eran acompañados con sendas y bien nutridas ensaladas mixtas de frescas lechugas y sabrosos tomates –  con la cebolla justa –  para que el aceite de oliva y el de Módena realzaran su sabor; las mazorcas, las hallaquitas, los patacones con Kétchup, la yuca en su justa cocción, y la bien triturada y aliñada guasacaca,  también hacían acto de presencia en mesas rebosantes de condumios y alegrías alimentadas por la amistad y una que otra bien fría, sin importar que fuera Zulia o Polar. Cuando alguien se servía exageradamente no faltaba la inevitable chacota marabina, la guasa zuliana, para aconsejarle que más bien ¡comiera yuquita!

Esos lejanos tiempos son un bienvenido recuerdo que todavía la desventurada Revolución bolivariana no ha podido conculcar; la memoria familiar y amistosa, y alguna que otra foto o video casero, se exhiben como prueba fehaciente de los tiempos vividos y gozados antes de que una banda de ineptos y hablachentos cívico – militares asumiera el gobierno para destruir en dos décadas un país que era para querer, y que hoy en la bolivariana patria es para sufrir.

El hambre, la escasez, la miseria extendida, la ausencia de todo lo necesario para llevar una vida familiar digna de tres golpes diarios con sopa seco y postre, es una quimera en la malhadada Venezuela chavista. ¡No hay! es el lema del socialismo depredador, la cola interminable para obtener aceite, arroz o pollo es la imagen que cotidianamente le da la vuelta al mundo como expresión del fracaso del Socialismo del siglo XXI. Somos un país que concita la compasión, el más sentido pésame, la solidaridad de todos aquellos ciudadanos del universo que no comprenden como un país tan rico pasó a ser una comarca revolucionaria donde campea el hambre, la inseguridad y la muerte.

Algunos padres desesperados han seguido el consejo maracucho y han hervido yuca para saciar el llanto de hambre de sus hijos, pero cuando la pobre lava …llueve, la fatalidad y la mala leche se han hecho presentes en ahora unos enlutados hogares:  la yuquita hervida y comida con ilusión y alegría era agria y mortal. Estamos a punto de convertirnos en un país de caníbales o de auto caníbales, el hambre –  colectiva y generalizada – hará que lo escrito por Manuel Mujica Láinez se convierta en una dramática experiencia bolivariana Hecha en Socialismo:             

El hambre le tortura en forma tal que comprende que si no la apacigua en seguida enloquecerá. Se muerde un brazo hasta que siente, sobre la lengua, la tibieza de la sangre. Se devoraría a sí mismo, si pudiera. Se troncharía ese brazo.

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