Cierre de frontera, ¿una decisión impulsiva?
Representan una actitud o disposición de acciones que se toman sin pensar en las consecuencias a plazo alguno y quizá motivadas por la consecución de una recompensa inmediata; pretensión de individuos que pueden actuar precipitadamente, irreflexivas y sin valorar el costo-beneficio por sus decisiones. Tal actitud podría ser por inestabilidad emocional, falta de control de los deseos, así como la incapacidad de esperar por una recompensa más conveniente o provechosa.
Lamentablemente, la aberración de cierre de la frontera colombo-venezolana, así como del espacio aéreo por supuestas razones de seguridad (¿?) vehículos con carga equivalente a unos IS$ 765000 quedaron varados por el cierre de dicha frontera, además de los vuelos con itinerario regular, que debieron reprogramar sus conexiones. Con toda precisión se cumplió con su reapertura el día 13/1 y se retomó la dinámica binacional, refrenada desde diciembre pasado, como es lo usual todos los años. Solo que el cierre entre 10-13/1 obedeció a razones de política interna del Gobierno venezolano.
Esta frontera de unos 2219 km de longitud es vital para el comercio centrooccidental de Venezuela, desde donde ya existen itinerarios aéreos, pues constituyen rutas muy productivas y prometedoras.
La situación se presenta justo cuando el US$ ofrece un alza acumulada del tipo de cambio publicado por el BCV casi un 3,56 por ciento que aun cuando no se trata de un aumento alarmante, augura un panorama muy diferente al del pasado año por el mismo lapso, cuando apenas subió un 0,67 por ciento.
La tirantez política surgida desde el 28-J se ha constituido en factor clave de la inestabilidad y brecha cambiarias.