Chile: Liderazgo Político Postpandemia Covid-19
Es increíble lo poco o nada que han servido las Cumbres Iberoamérica, las Resoluciones contra la corrupción de las ONU., las políticas de desarrollo del Banco Mundial, Estudio de la Democracia del PNUD, los indicadores de gobernabilidad del Instituto para la Gobernabilidad del BM, han tratado recurrente y ampliamente estas materias de fortalecer las instituciones domésticas, elevar la calidad de la política, Estado de Derecho, modernizar el Estado, control de la corrupción y el obsceno derroche de los recursos públicos y la ética de los gobiernos. Todas esas buenas intenciones, fotos risueñas, anécdotas y comunicados quedan en el olvido por falta de voluntad política en hacerlas, lo que ha desprestigiado totalmente el sistema político tanto en América Latina como España.
Sin embargo, lo que no lograron las instituciones citadas, lo logrará el COVID.19, con el surgimiento de un nuevo liderazgo político más cercano y más humano con las personas. y mejor preparado que el actual para enfrentar las prioridades del país: el crecimiento económico y las personas.
En efecto, las deficiencias anteriores, en el caso chileno, se han agravado con la crisis sanitaria COVID.19, ha desenmascarado tanto la ineptitud, irresponsabilidad, inmadurez, insensatez de la clase política del país, al no condenar ni castigar la sedición, de los anarquistas de extrema izquierda al deteriorar el Estado de Derecho, como los problemas sociales sin resolver desde 1990, agravados por una deshumanizada emigración del gobierno de la ex Pdta. MBII. Y lo más insólito, lo han hecho deliberada e impunemente.
Y esto, se evidencia en la alta abstención(56% del padrón electoral), le quitó legitimidad a las autoridades electas. (Ej. en la elección de 2014, la ex Pdta. Bachelet salió electa con el 25% del Padrón electoral aprox. 12,5 millones). Por ello, la renovación política en 2021, reeencantará a los abstencionistas, y darán la mayoría en el Congreso y municipios, recobrando el Estado de Derecho, la confianza de los inversionistas y facilitará la recuperación económica del país y la solución de los problemas sociales.
Lo ocurrido con la votación del proyecto reforma del Congreso, ha sido vergonzoso, la reiterada violación de la Constitución es incomprensiblemente estúpida y agravará el desprestigio y rechazo a los parlamentarios y al Poder Judicial. Ojalá en próximo Congreso sea mejor preparado, porque la estabilidad política constituye un eslabón crucial del conjunto y condición esencial para el desarrollo económico.
La democracia funciona con instituciones fundamentales que son el Poder Ejecutivo, el Parlamento, los partidos políticos y la vigencia efectiva de un Estado de Derecho; era indiscutible la autoridad y la sólida legitimidad de la Presidencia, pero ahora es débil e inoperante, vemos con preocupación una declinación terminal del prestigio y legitimidad del Ejecutivo, Parlamento, los partidos y del Poder judicial. Así lo demuestran la falta de reacción y condena a los actos subversivos del 18/O cometidos por la extrema izquierda y promovidos por la estrategia regional del FSP o Grupo de Puebla como lo han disfrazado las marionetas criollas partidarias de esta nefasta organización terrorista Castrochavista o nuevo comunismo gramsciano, pretenden imponerlo en Chile, esta vez, por la vía violenta socavando las instituciones y por ende, la gobernabilidad del país, después de haber fracasado en el gobierno de MBII y por la vía electoral de dic. 2017.
La democracia es representativa o no es tal. Son partidos políticos los que desempeñan funciones de representación y de articulación de las diferentes visiones existentes en la sociedad y en los partidos los que forman y dan sustentación a las mayorías políticas indispensables para dar gobierno. Un Parlamento de puros independientes sería un caos.
La responsabilidad primera de esta tarea recae en el Estado y en la propia clase política. Se requiere el fortalecimiento técnico de los partidos y del Parlamento, la integración permanente de las dimensiones políticas y técnicas de los problemas mediante procesos de interacción, consulta e información suficiente para dar a las decisiones políticas el respaldo de los elementos de la realidad objetiva. Necesitamos partidos políticos disciplinados, con autoridad directiva, sentido de Estado que eleven el nivel del debate público, transparencia en su actuación, prevención de la corrupción de que hasta hoy no nos hemos librado, incluso, de la injerencia del narcotráfico en la política, como ocurrió con el escándalo impune del Municipio San Román, donde estuvo involucrado el PS.
En especial requerimos de una dirigencia política, que no sólo reaccione ante las encuestas de opinión pública sino que sea capaz de ejercer liderazgo, de orientar a la opinión pública, de enfrentar problemas, de no sentir la necesidad de ceder ante intereses corporativos opuestos al cambio; que sean actores de la persuasión, la negociación y del compromiso razonable, pero también capaces de enfrentar conflictos con firmeza. Pero, sobre todo, rescaten la ética y bien común, deteriorados en estos 30 años de regreso de la democracia.
Por su parte la sociedad debe devolver a la política y al servicio público el status y el reconocimiento perdidos por la sistémica descalificación de lo público como ineficiente y parasitario, para poder atraer al servicio público y a la política un núcleo suficiente de los mejores de cada generación. Ojalá haya más intelectuales, técnicos, profesionales, empresarios y dirigentes sociales dispuestos a asumir roles políticos. Esto implica una reforma electoral a fondo y sincera, donde se permita mayor participación a la sociedad civil y sacar a las cúpulas políticas y sean los ciudadanos quienes seleccionen a sus representantes por nombre y apellidos, más preparados, más experiencia, de reconocida integridad, y que hayan tenido una trayectoria profesional o laboral que entiendan los problemas y desafíos del país, obviamente mejoraríamos la calidad del Parlamento, que ahora da vergüenza por la cantidad de analfabetos funcionales que lo integran y es prioridad, antes de las elecciones de 2021, volver al número original de parlamentarios y rebajar sus elevadas e insostenibles dietas y gastos mensuales.
La reforma o modernización del Estado es una tarea pendiente que nos conducirá a un Estado sin duda más pequeño, pero también más fuerte, más capaz en lo que en definitiva tenga que hacer, el actual está colapsado. El rol preciso del Estado y su tamaño no pueden definirse a priori; serán el resultado del análisis caso a caso de los diversos problemas y de la respectiva decisión ciudadana, entre ellos, terminar con el obsceno e impune derroche y corrupción de los recursos públicos, más transparencia e integridad en la gestión de éstos, con rendición de cuentas auditadas por empresas éticas e independientes. Terminar con la impunidad de las autoridades públicas de elección popular y del Poder Judicial por sus malas decisiones.
Es preciso señalar lo que destruye la democracia y sus instituciones es la impunidad de los partidos antidemocráticos del PC/FA, y otros, miembros activos de la organización regional extremista FSP, que están empeñados en imponer el modelo castrochavista fracasado. De comprobarse judicialmente su injerencia en los actos sediciosos, a éstos deberían aplicársele el rigor de la ley dejarlos inhabilitados políticamente por no creer en la democracia.
La sociedad debe exigir mayor calidad, pero también contribuir a la elevación del nivel de la política y el fortalecimiento de sus instituciones fundamentales. Los medios de comunicación deberían jugar un papel fundamental para lograr ese objetivo y no continuar insistiendo en el discurso anti-partido que es también anti-político. Y la preocupación es que no estamos cambiando de paradigma político, sino abandonando el que teníamos para quedarnos sin nada. Y lo estamos viendo con preocupación, en lo político el vacío se llena con la anarquía, con la fuerza, o con las dos juntas. Los vándalos anti-sistemas, son cada día más violentos por la impunidad en que actúan producto del apoyo de los partidos antidemocráticos y protegidos por la organización local de los DDHH.y los Fiscales de izquierda del Ministerio Público
También el empresariado debe jugar un rol positivo en este sentido si supera sus temores y desconfianzas, en gran medida producto de los traumas de un momento específico de nuestra historia.
Termino con las premonitorias palabras del Monseñor Felipe Arizmendi, obispo de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México), ratifican lo expuesto en los párrafos anteriores:
“En los últimos años, la política parece retroceder frente a la agresión y la omnipresencia de otras formas de poder, como la financiera y la mediática. Es necesario relanzar los derechos de la buena política, su independencia, su capacidad específica de servir al bien público, de actuar de tal manera que disminuya las desigualdades, promueva el bienestar de las familias con medidas concretas, de proporcionar un marco sólido de derechos y deberes -equilibrar unos y otros- y de hacerlos eficaces para todos.”
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