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Celso Amorim no entiende a Venezuela

Lula regresó al poder en Brasil y con  él,  Celso Amorim a su lado . Un hombre de su absoluta confianza.  Amorin un gran diplomático,  reconocido internacionalmente. Coincidimos en la Organización del Comercio (OMC) y puedo dar fe de su capacidad analítica y discursiva. Lamentablemente,  en estos tiempos no está ayudando a su jefe para entender debidamente lo que pasa en Venezuela. Visitó Caracas recientemente. Pero su presidente sigue con la historia de la narrativa negativa sobre Venezuela, o como afirmara  en la reunión de Mercosur, que no conocía sobre la inhabilitación de María Corina Machado.

Recordé, al ver en días pasados  una vez mas a Amorim al lado de Lula, una nota que le dediqué hace un buen tiempo y por lo visto me reafirma  su visión miope  sobre la crisis venezolana.  

Afirmaba y la realidad no ha cambiado, que  en las relaciones internacionales las cosas del poder no siempre funcionan con los mismos parámetros que en la política interna. Los países por lo general tienen poco interés  en los  momentos difíciles  por los que puedan atravesar naciones en determinados momentos. La historia está llena de tragedias nacionales en donde gobiernos se hicieron la vista gorda por demasiado tiempo y  sin intervenir a tiempo y debidamente ante tragedias nacionales. Por lo general, mucho de las  difíciles situaciones y violaciones a que se someten naciones son aplaudidas por otros gobiernos si hay interés vitales para sus países. Por ejemplo, buenos negocios. Lula es un ejemplo de un Presidente  en funciones en su anterior período  que con todo descaro intervino  en la política venezolana a favor del Chavismo en conocimiento de violaciones evidentes que en su país serían inimaginables. Pero sin duda Odebretch era más importante.

En Venezuela, hemos visto complicidad de muchos gobiernos y actores internacionales  ante muchas de las injusticias y violaciones que se han cometido en el país a lo  largo de los últimos años.  Recordé  en esa nota precisamente un episodio  con Amorim, quien definitivamente,  es un protagonista de la política del avestruz.

Fue en  un  restaurante del bucólico pueblo de  Coppet a las afueras de Ginebra, nos reunimos   a mediados del año 1999 siete  diplomáticos latinoamericanos  en lo que era un encuentro de rutina que habíamos establecido   para hablar a titulo personal sobre temas de política internacional y evaluar la situación económica y política de nuestros  países. Carlos Pérez del Castillo (Uruguay), Celso Amorim(Brasil), Roberto Lavagna (Argentina), Hernando José Gómez (Colombia), Alejandro Jara (Chile) y quien escribe estas líneas. Entre tantos temas de la agenda que ocupaba nuestra atención en esos días  arribamos a un escenario  que ya comenzaba a generar pesquisa en los medios internacionales y entre analistas:  la situación política de Venezuela. Recién había tomado posesión como Presidente el Teniente Coronel Hugo Chávez. Le hice al grupo una explicación general de lo que en mi entender eran las razones objetivas  por las que un  militar que intentó derrocar un  gobierno elegido había logrado electoralmente remontar el Gobierno de una de las democracias más solidas del Continente.  Amorim, para entonces Embajador de Brasil en las Naciones Unidas y ante  la OMC , que como afirme al principios de estas líneas, un brillante diplomático al mejor estilo de los hombres formados en Itamarati,  me interrumpió para hacer un comentario sucinto.

Nos  garantizó a los presentes, “vienen  años muy difíciles para  Venezuela”. En nada bueno-aseguró- puede terminar un gobierno que aunque libremente electo se origina con un líder  que  intentó  derrocar con las armas a un  gobierno legítimo.

Irónicamente, años   después,  fue uno de los artífices de la exitosa relación de Brasil con el Gobierno de Chávez. Ahora en este tercer gobierno de Lula lo será con Maduro.

Seguramente,  nunca pensó que luego de esa frase lapidaria que nos asomó a un grupo de colegas hace mas  una década  ,  se convertiría, en su condición de canciller y disciplinado diplomático , en uno de los soportes que le daría fuerza a Chávez en su cruzada contra los Estados Unidos mientras su país  se aprovechaba  para hacer jugosos negocios con el gobierno del socialismo del siglo XXI.

 A Venezuela la vieron como un pote de oportunidades en dólares  y no como recipiente de valores democráticos que en el pasado fueron el soporte de muchos países de la región. Ahora no están los dólares, ¿ que será lo que están buscando?

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