Carta a Leopoldo
Estimado Leopoldo:
Es un año de cárcel, 365 días con sus noches desvelos y angustias. No de cualquier cárcel: una cárcel concebida con ensañamiento, con agresión y vejaciones, con un proceso judicial lleno vicios por parte de una justicia que no puede ser imparcial. Una prisión diferente -con mucho- a la que vivió el fundador de este proceso por un intento de golpe militar con cifra oficial de 14 muertes; que tuvo la posibilidad de ser visitado por muchísima gente más allá de sus familiares; con reuniones de trabajo, entrevistas televisadas desde la cárcel y muchos etcéteras que no vienen a cuento.
Yo no sé si comparto todos tus puntos de vista, porque una de las cosas de las que me he dado cuenta con el pasar del tiempo es de que rara vez comparte uno totalmente los puntos de vista de la gente y que eso me hace un ser normal y saludable en la valoración de la diversidad de criterios. Solo quizá con Jesucristo no tengo debate y me cuesta a veces, porque eso de poner la otra mejilla hasta 70 veces siete no es fácil. En los tiempos que corren, creo que todas las mejillas andan demasiado desgastadas y aun así seguimos apostando a la paz. Naturalmente, hay agresiones que enaltecen. Tú debes sentirte bien en algún sentido: muy peligrosa ha de ser tu palabra y la fuerza de tus convicciones si hay tanto celo en mantenerlas a resguardo.
Adversamos una fatalidad, estimado amigo: un régimen que culpa, a los que destruye, de la misma destrucción que él ocasiona; y a los asesinados, de los asesinatos. Marchar es delito y decir lo que se piensa es cada vez mas cuesta arriba: hay que medir milimétricamente las palabras que uno usa con quieres derrochan insultos con la misma facilidad con que lo hacen con los dólares. Las dictaduras de izquierda son mucho mejor vistas que las de derecha: todos estamos de acuerdo en que Pinochet , Videla o Gómez fueron tiranos, pero Mao, Stalin y Fidel siguen teniendo seguidores que hablan de ellos en nombre del bien, la justicia y hasta la democracia. Y es que los fusilados de la izquierda parecen ser menos muertos que los de la derecha; sus rostros nunca figuran en los museos de la memoria.
Sé que este aislamiento ha fortalecido tu alma. La palabra monje viene del griego monakos, “aquel que vive solo”. Sin embargo, nunca esta solo el que vive con Dios en el corazón, porque Dios es infinito y “el que habla solo espera hablar con Dios algún día” (¡perdóneme, Cardenal!) y desde una celda reducida el alma humana vuela con mayor libertad, igual que tiene más visión el que ha perdido el don de la vista. Deseo que salgas pronto de tu prisión a una Venezuela de libertad, justicia y democracia.
Deseo que salgas sin odios, ni facturas pendientes con tus crueles carceleros a contribuir a edificar una Venezuela en la que no se le haga a nadie lo que hoy te hacen a ti, donde haya jueces imparciales, división de poderes, donde discrepar no te haga apátrida, ni monstruo peligroso.
Esta semana salimos a dar la cara por tu liberación, venciendo el miedo que progresivamente inmoviliza el alma nacional. Allí junto a la estatua de Martí –simbolismos de la vida que luchemos por la libertad justo al lado de la estatua de Martí- reafirmamos el compromiso de amplios sectores del país con tu liberación. Y me pareció que el propio Martí te prestaba estos versos para tu amada Lilian:
No me quites las canas
Que son mi nobleza:
Cada cana es la huella de un rayo
Que pasó, sin doblar mi cabeza.Dame un beso en las canas, mi niña:
¡Que son mi nobleza!