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Carta a los abogados

Estimados compatriotas,

Momentos esporádicos han marcado nuestra historia de manera indeleble. Con esto quiero resaltar que nuestra historia republicana está llena de contradicciones y sobresaltos que comenzaron desde nuestro primer año de independencia. Y esto, pese a que, desde el principio, ya se tenía el perfil de un futuro promisor. Esa era la visión de Francisco de Miranda y Simón Bolívar quienes avanzaron ideas tendientes a implantar en nuestro país un gobierno republicano conforme al modelo de democracia y Estado de Derecho adoptado por los revolucionarios americanos.

En esa línea, los constitucionalistas venezolanos, entre ellos notables abogados, se inspiraron en la visión republicana de Bolívar para la redacción de la primera constitución de Venezuela.  Sin embargo, las generaciones que han gobernado el nuevo país hasta hoy no han entendido que la libertad ciudadana total dentro de los límites de la ley, constituye la base de los postulados de la Constitución. Y, además, todavía no hemos entendido que nuestra libertad la recibimos como premio de la derrota del imperio español. Y por no entenderlo, no la hemos defendido.

Así, a casi dos siglos de nuestra independencia, los diferentes segmentos de nuestra sociedad, universidades, intelectuales, incluidos legistas y especialistas en ciencias políticas y pueblo en general, no han encontrado la forma de establecer una democracia plena, decente, conforme al Estado de Derecho. Perdidos en un laberinto de ideas, su creatividad la han concentrado en crear y destruir constituciones, unas 25 hasta la fecha. Por lo visto, contrariamente a la visión de libertad de nuestro Libertador, nosotros sus herederos, lo que le hemos ofrecido a la sociedad son regímenes de fuerza, dictaduras y caudillismo. Así pues, no son constituciones lo que necesitamos. Lo que necesitamos son mujeres y hombres probos y valientes que por ningún motivo abandonen el navío con la sociedad a bordo a la deriva en medio de la tempestad. La ventana de libertad que se inició en los años sesenta no fue suficiente para comprender que sí somos capaces de vivir en libertad.

Pero debemos insistir. Debemos demostrar que sí somos capaces de vivir bajo un régimen basado en el Estado de Derecho, tal como lo han hecho los Estados Unidos. Su modelo republicano ha dado lugar a una democracia estable y robusta, basada en el imperio de la ley bajo un Estado de Derecho inquebrantable y poderes independientes, respaldados por un entramado de jueces y una Corte Suprema, y así, muy pronto aprendieron la lección de como gobernarse libremente, democraticamente según el pacto de convivencia de la Constitución de 1789. Esta rige hasta hoy sin interrupción política luego de más de 200 años, garantizando a través del tiempo, seguridad y tranquilidad a sus ciudadanos. 

En su trayectoria republicana no han tenido necesidad de redactar nuevas constituciones, una sola les ha sido suficiente. Eso sí, la mantienen intacta en sus postulados originales, pero la actualizan por medio de enmiendas cada vez que la evolución de la sociedad lo requiere.  Su constitución les ha traído prosperidad y paz social. Y hoy, su pueblo ha llevado su país al pináculo del desarrollo hasta convertirlo en una gran potencia mundial, militar, científica y tecnológica.

Así, luego de estas consideraciones, parece claro que, en Venezuela, los jueces y magistrados de los poderes independientes se han interesado más en asuntos ajenos a su misión que a cumplir con valentía con el deber sagrado de aplicar la ley y el Estado de Derecho y de proteger y mantener intacto el orden constitucional con el fin último de perfeccionar la democracia. Un mal crónico mantenido por un régimen de corrupción y de impunidad que, por cerca de dos siglos, mantiene al país en el grupo de los menos desarrollados, aun teniendo abundantes riquezas naturales y una población educada.

Pese a estos antecedentes y lecciones que se derivan de nuestro zigzagueante pasado, las condiciones parecen propicias para recomenzar un nuevo ensayo. Esta vez para reimplantar la democracia y hacerla imperecedera con el aporte de todos y muy particularmente de los abogados, jueces y magistrados a quienes le corresponderá la aplicación de la ley al pie de la letra, único remedio para la cohesión de la sociedad y la sanación del país. El éxito de esta empresa será el mejor homenaje que se le pueda rendir tanto al Libertador Simón Bolívar, como a Don Juan German Roscio y a los otros redactores de la Constitución, pues eso es a lo que aspiraban para nuestro país.

Antonio Benitez

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@kuikax

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