CAP un demócrata en su laberinto
En 1992 el periodista José Vicente Rangel reveló que el presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez [CAP], había utilizado 250 millones de bolívares pertenecientes al presupuesto del MRI para financiar las elecciones en Nicaragua y apoyar al gobierno de la recién electa presidenta, Violeta Barrios de Chamorro.
Esta denuncia se convirtió en el preludio de un despojo antihistórico del poder y de la democracia. En marzo de 1993 el Fiscal General de la República en ese momento, Ramón Escobar Salom, introdujo una acusación contra Pérez por malversación de fondos, y en mayo de 1993 la Corte Suprema de Justicia (CSJ) determinó que había méritos para abrir juicio contra CAP.
Lo que sobrevino fue el peor calvario republicano vivido por país alguno en Latinoamérica. ¿Estaba CAP persuadido de la conjura que se batía en su contra? ¿Podía evitarla? ¿Tenía que acatar la decisión de la otrora CSJ manifiestamente injusta, politizada y amañada? Como le alcanzó decir uno de sus jóvenes Ministros [CORDIPLAN] al tiempo que conocían el conteo de votos de los magistrados de la CSJ, quienes dieron mérito al levantamiento de su inmunidad.
-¿Qué debo hacer? preguntó CAP a Ricardo Haussmann. -Presidente Ud. es un demócrata. ¿Cuántas formas tenía CAP de interpretar aquel regio consejo del joven Ministro. ¿Aceptar esa decisión? ¿Rebelarse cómo demócrata a la emboscada? ¿Acatar una sentencia express que ponía en peligro la democracia, la vida y la paz? o morir de otra manera..
Justo revisar los hitos que llevaron a la defenestración de CAP porque en el ascenso, vida y caída de Pérez, están muchas respuestas de nuestra cultura política-carencias y virtudes democráticas-de cuyo atalaje llegó la oscuridad y el terror.
Primer gobierno de Pérez: El Estado soy yo
El primer gobierno de Pérez fue la representación de la Venezuela saudita-energética, central e industriosa-representada en el V Plan de la Nación. La pobreza bajó a un 30%, sin duda, a un costo faraónico.
Con el apoyo de Betancourt, AD postuló a CAP, quién ganó las elecciones el 9/12/73. Con ese carácter enérgico, extrovertido y jovial, el Gocho desarrolló una campaña triunfalista asistido de un programa centralista y contralor de la riqueza petrolera. El lema de Pérez fue Democracia con Energía. CAP se impuso con el 48,7% de los votos válidos al candidato del oficialismo copeyano, Lorenzo Fernández, que obtuvo el 36,7%. Además AD obtuvo la mayoría en las dos cámaras del congreso, asambleas legislativas y los concejos municipales. La participación llegó el 96,5% del censo. Venezuela amaba votar en democracia.
A raíz de la guerra de Yom Kippur [octubre/1973] la OPEP reduce las cuotas de producción ‘castigando el mercado consumidor’ que apoyó a Israel en la contienda contra Egipto y Siria. El precio del barril de crudo se triplicó de l3,5$ a 10$PB. CAP-con poderes extraordinarios del Congreso-ejecutó su programa económico, ambicioso, nacionalista y social, estableciendo una política de fuertes inversiones industriales. Decretó la nacionalización de la industria del hierro [16/12/1974, vigente el 1/1/1975] y la Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos [Enero/1976]. Era el comienzo de la Venezuela rentista, repartita, colosal y de vacas gordas.
El Estado venezolano puso fin a la disputa con las corporaciones privadas. Atrás quedaba al Fifty-Fifty de 1948; el 65% de renta del 58; la Corporación Venezolana del Petróleo (CVP) y la misma OPEP [Juan Pablo Pérez Alfonso/1960] y la nacionalización de la industria del gas [Caldera]. El V Plan Nacional [1976-1980] condujo a la ampliación de la Siderurgia del Orinoco (Sidor) y el vasto complejo extractivo de Ciudad Guayana; la creación de nuevas plantas de refinado de bauxita y fundición de aluminio y el acometimiento de obras hidroeléctricas en los caudalosos afluentes del Orinoco. Una inversión de 53.000 MMM$.
La euforia petrolera de la Venezuela Saudita acompañada del voluntarismo y la audacia desarrollista de CAP hizo que Venezuela entrara en una transición de lo rural a lo industrial, petrolero y universal, a un costo elevado. No se suponía que en época de vacas gordas habría que recalentar la economía al punto de recurrir al endeudamiento externo. Venezuela se acostumbró a no ahorrar. El gobierno de CAP I terminó convirtiendo al país en marcadas contradicciones. Teníamos la gasolina más barata pero una economía de puertos que importaba el 80% de los alimentos a precios subsidiados.
En su política exterior CAP [I] fue un opositor tenaz a la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua. Su amistad con el panameño Omar Torrijos lo acompañó en las negociaciones con EEUU para la devolución del Canal de Panamá y fue cercano con el presidente mexicano Luis Echeverría, de donde nacen los tratados de estabilización comercial del eje Norte-Sur [975], artífices del Sistema Económico Latinoamericano (SELA).
El primer gobierno de CAP colocó a Venezuela en la agenda mundial. Un país percibido como de crecimiento, influencia estratégica y oportunidades [Henry Kissinger Secretario de Estado de los Presidentes de EEUU Gerald Ford y Richard Nixon], de destino migratorio y desarrollo sostenido. Nace la beca Gran Mariscal de Ayacucho que lanzó a los venezolanos a los campos de Oxford, Harvard o Yale. El Estado era el caudillo, acentuando el culto al presidencialismo y al centralismo. Se engrosó la deuda externa, patrocinio del estado clientelar. Emerge una Venezuela desruralizada con agua, electricidad, luz, vialidad, hierro, energía, salud pública y educación, pero sin control fiscal ni aseguramiento tecnológico. Una visión gloriosa de grandeza, que la ‘rebelión de los náufragos’ no le perdonó.
Un demócrata en su laberinto. LA otra era: CAP II
Mientras duró la crisis Irak-Kuwait (agosto de 1990 a marzo de 1991) Venezuela-con CAP de regreso al poder [1989-1994]-mejoró sensiblemente sus variables económicas, como la balanza de pagos y la tasa de crecimiento, la cual alcanzó un sobresaliente 9,1% en 1991. La privatización de la Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (CANTV), la aerolínea Viasa (comprada por la española Iberia y Sidor compensó la caída de los precios del petróleo de la post crisis del medio oriente. La inflación, que en 1991 había descendido al 21%, rebotó al 32% en 1992. El encarecimiento del coste de la vida revivió el malestar social latente desde febrero de 1989.
CAP entró en otro complicado y denso laberinto en su segundo mandato: salir de un estado rentista, clientelar y burócrata, a un Estado de libre mercado, descentralizado, privatizador, disciplinado fiscalmente y propietario, de la mano de un programa de políticas económicas del Fondo Monetario Internacional, del cual no tenía mucha escapatoria. Acompañado de un grupo de jóvenes venezolanos “Gran Mariscal”, ansiosos de dar un “Gran Viraje” [Miguel Rodríguez, Moisés Naím y Ricardo Hausmann] lanza un desafío que sólo un líder del carácter y talante de CAP podía encarar. Se distancia de su propio partido, asume el riesgo inflacionario y después de 30 años de borrachera petrolera y democrática, trata de tragarse y contener una turbulenta resaca política y social.
En este ambiente se produjo el golpe de Estado del 4F/92. Debutaba Hugo Chávez Frías. En la madrugada del martes 4F CAP apareció en la televisión anunciando el fracaso del levantamiento y la lealtad al orden constitucional expresada por el Alto Mando de las FFAA. Se rompían 34 años de historia democrática sin agitación militar. La antipolítica, la acumulación de expectativas de bonanza de un pasado pleno de riquezas súbitas, colosales pero fugaces, administradas no con criterio de escasez sino para muchos con escasez de criterio, nos trajo a unos lodos difíciles de campear.
Permitir el debut de Chávez y su por ahora fue un error. Saber que existían militares complotados y subestimarlos, fue otro error. El encarcelamiento de Chávez y sus camaradas [Movimiento Bolivariano Revolucionario-200], los nuevos sobresaltos antes de acabar 1992 [noviembre] demandaban un acuerdo político a profundidad. Pero no. El ‘mar de fondo’ continuó con muchos actores de la vida política e intelectual del país, trepando y arañando la caída de CAP.
El 5 de marzo de 1993, en un intento de recuperar la iniciativa política, CAP propuso la reforma de la Carta Magna y la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, pero no encontró eco. Días después, el principio del fin. El 11 de marzo 1993, el Fiscal General de la República, Ramón Escobar Salóm, elevó ante la CSJ la solicitud de antejuicio de mérito contra CAP imputando el delito de corrupción por una denuncia del partido Causa R, a su vez investigado y divulgado por José Vicente Rangel y Andrés Galdo. A Pérez se le acusó de malversación y peculado, o apropiación indebida, de 250 millones de bolívares, o 17 millones de dólares de la partida secreta del MRI.
Comenzaba una letanía política, social e institucional que sacaría de la alforja de nuestra génesis cultural y política. Nuestros reflujos y rencores republicanos. Conociendo CAP nuestra cultura política, nuestra tendencia sensible a la desagregación, al “mando galbano” de tirar la burra pal’ monte, a la animosidad de lanzar al pajón al más encopetado, ¿podría atajar a tiempo ese mar de fondo de conjuras y traiciones?
CAP alcanzó describir su propia tragedia como la rebelión de los náufragos. Y quién naufragó-desafortunadamente- para él y para el país fue CAP. Un hombre que vivió 10 años en el exilio, que regresó al país para complotar contra Pérez Jiménez en el 52, que enfrentó la guerrilla y que lideró la Venezuela saudita pero pujante de grandes avances y desarrollos [CAP I] de una renovación, modernidad y redención político-social [CAP II].
Un hombre que sí camina, que tenía fuerza y energía no pudo o no quiso contener la ignominia y el odio de caminos ya transitados…En nuestra próxima entrega un demócrata saliendo de su laberinto, dando su último gran salto: el salto a la nada, a una costosa defenestración.
PS: Y se fue Edmundo…[Esta historia continuará]
@ovierablanco