Bolivia y Venezuela
La crisis boliviana tiene paralelismos y diferencias con el caso venezolano y dependiendo de las diferentes posiciones políticas e ideológicas se enfatizan ciertos aspectos y se dejan de lado otros. En Bolivia, hay hechos objetivos que es necesario subrayar. En el 2016, en un referéndum, la mayoría de la población decidió que Evo Morales no podía presentar su candidatura para un cuarto mandato presidencial. Un tribunal constitucional controlado por Morales revirtió la decisión del pueblo. Una Comisión de la OEA solicitada por el propio Morales determinó que, en las elecciones del 20 de octubre, había habido fraude. Por tanto, la victoria en primera vuelta de Morales es ilegítima. El fraude creó las condiciones para que la población se manifestara masivamente en contra de Morales. Después de muchos días de manifestaciones, buena parte de la policía se declaró en rebeldía y el Jefe de las Fuerzas Armadas le “sugirió” a Morales que, por la paz de Bolivia, renunciara. Morales renunció alegando que era víctima de un curioso golpe “cívico-policial”. Algunos en Venezuela claman para que los venezolanos imitemos a los bolivianos y salgamos a manifestar “sin retorno” hasta lograr la renuncia de Maduro y su régimen ilegítimo. Estos observadores se olvidan que esa estrategia ya lo intentó un sector opositor en el 2014 y la oposición unida en el 2017. El resultado fueron muchos opositores muertos, heridos, presos, exiliados y asilados. La diferencia fundamental con Bolivia está en que el régimen mantiene el control, por lo menos “por ahora”, de las Fuerzas Armadas, particularmente de su Alto Mando. En efecto, buena parte de la economía residual, legal e ilegal, venezolana ha sido entregada a la FAN. Y los comisarios políticos, en buena parte cubanos, han controlado hasta ahora la disidencia militar. La represión y la intimidación que, en particular, fomentan asesinatos como el del concejal Fernando Albán y el capitán Acosta Arévalo, explican en buena parte cómo en Venezuela el régimen se mantiene con un 80% de la población en contra y un desastre socioeconómico, que ha provocado la salida del país de más de 4 millones de venezolanos.
En Bolivia hay que admitir que Morales en sus 14 años de gobierno, con la ayuda coyuntural del boom de las materias primas y el apoyo financiero de Chávez, usando una retórica radical, pero implementando una política económica sensata, que favoreció la inversión privada, mejoró la situación socioeconómica de la mayoría de la población. Por eso su partido mantiene el apoyo de alrededor del 40% del electorado, particularmente indígena. Si Morales hubiese aceptado retirarse después de su tercer mandato, muy probablemente, tendría asegurado un lugar positivo relevante en la historia de Bolivia. La salida pacífica de la crisis pasa necesariamente por una negociación, que conlleve a unas elecciones limpias y transparentes aceptables para todos los partidos y grupos políticos. En Venezuela en cambio, veo difícil llegar a elecciones aceptables, hasta cuando crecientes y más efectivas presiones externas, de diferente tipo, sustentadas también en razones geopolíticas y apoyadas por una oposición activada inteligentemente, logre algún tipo de quiebre en el régimen. En todo caso, el “status quo” es económica y geopolíticamente insostenible a largo plazo.
@sadiocaracas