Barranco
Llegamos. Después de 16 años de dislates económicos de todo orden, de destrucción sistemática del aparato productivo y de la institucionalidad, llegamos al barranco. Animosos en sus farsas, los jerarcas no asumen su responsabilidad, achacándosela a una fantasiosa guerra económica provocada por terceros y no a esta guerra a la economía iniciada por el difunto con aquel «exprópiese» mil veces repetido, que ha quebrantado la legalidad y atropellado los derechos humanos desde entonces.
En inútil esfuerzo, el aparato represor del régimen intenta ocultar las colas interminables para conseguir alimentos esenciales en la dieta diaria, artículos de higiene, medicamentos y más, prohibiendo fotografiarlas, organizándolas por número terminal de cédula o cualquier subterfugio que las recorte. La respuesta a cualquier intento de evadir tales controles es brutal: perdigonazos y arrestos a indefensos ciudadanos. «En la cárcel militar de Ramo Verde hay celdas disponibles para quienes se atrevan a vulnerar la paz con violencia política». ¿Violencia política por tomar fotos y difundirlas por las redes?
«No hay», es la frase de moda. Tomándonos por tontos, se regodean en 120 toneladas de alimentos vendidos un día, o 600 toneladas a ser distribuidas en los próximos meses, cifras que a kilo por persona apenas alcanzan para 0,4 o 2% de la población, una sola vez. Todo un logro revolucionario, que en términos de escasez y según un estudio realizado para la ONU en 182 países, nos ubica en la misma posición de un país en guerra o que haya sufrido un desastre natural.
Las disparatadas declaraciones oficiales serían risibles, de no ser trágicas: «En Venezuela hay de todo», «para regularizar la carne y el pollo, todo el alambre de púas para cerca eléctrica será comercializado por Agropatria, que tiene almacenes en todo el país (recordemos, sustraídos por el régimen a la empresa privada Agroisleña)», «algunos productos tienen dificultades en las cadenas de distribución por el metabolismo que nos han querido meter» (¿sabrán lo que es metabolismo?).
No se queda atrás el mandón cuando anuncia que «vamos a producir en Venezuela los alimentos que necesita Qatar (país con el mayor PIB per cápita del mundo) y el mundo árabe, desarrollando las fuerzas productivas y llevando tecnología y capital», un capital existente sólo en la mente febril del fracasado peregrino y una pobre tecnología de conuco, propia de sociedades primitivas. Alimentos que de existir, serían enviados desde un país como el nuestro, incapaz de alimentar a su misma gente.
Para colmo, la infeliz declaración de una gobernadora del régimen: «Esta patria es nuestra o no es de nadie», desnuda en toda su extensión el totalitarismo en boga, en oposición a la grandeza unitaria que condujo al 23 de enero de 1958 y que deberá servir de inspiración para que mañana, día aniversario, refrendemos la unidad indispensable para enrumbarnos por la senda del reencuentro nacional y del progreso a que tenemos derecho.