Armando Figueredo, un músico que siente a su patria
En su página de Facebook, Armando Figueredo, publicó, desde Estados Unidos las siguientes bellas y sentidas palabras:
El día justo ante de los Oscars, finalmente pude ver Selma. Hice el esfuerzo de ver por lo menos todos los films que fueron postulados para mejor película del año y el histórico film acerca de los acontecimientos que ocurrieron en una pequeña ciudad de Alabama hace 50 años; ese fue el último film que vi.
No voy a hablar del film en sí o a hacer crítica del mismo; prefiero decir lo que significó para mí. De cierto modo, yo sabía en lo que me estaba metiendo antes de verlo y tal vez por ello lo había dejado como uno de los últimos films que vería de mi lista. Curiosamente, el último que había visto fue Whiplash que de por sí lleva todo a otro nivel de significado para mí, en lo personal; pero en Selma hallé muchas similitudes con los acontecimientos que actualmente ocurren y que se han venido desarrollando en mi país de nacimiento y hogar, Venezuela, desde hace ya varios años.
No piensen ni por un minuto que estoy hablando de racismo, los problemas que mi país enfrenta en este particular momento son de naturaleza muy diferente, pero lo que sigue siendo lo mismo en ambos casos es que hay gente en el poder que tiene miedo de cambiar el statu quo, y que desesperadamente se aferra a su estatus político, que no lo piensan dos veces a la hora de oprimir a civiles y valerse de la violencia contra quienesquiera apenas piensen, ya sean hombres o mujeres, en alzar sus voces contra el régimen. Es así que, cada vez con más frecuencia vemos cómo mueren ciudadanos, asesinados brutalmente por la policía y las fuerzas armadas, de las que creo que actúan bajo las órdenes del jefe de Estado. El último ciudadano en sufrir ese destino fue un niño de 14 años, llamado Kluiver Roas, que fue herido a muerte por un disparo el martes 24 de febrero, mientras estaba en una protesta contra el gobierno en la ciudad de San Cristóbal.
También hallé una principal diferencia entre el film y la realidad en mi patria. En Selma, los horrendos actos de los partidarios de la segregación fueron redimidos por los medios de comunicación que reportaron la brutal violencia que ocurría en Alabama, que movieron la consciencia de un presidente que dudaba en actuar debido a sus vínculos políticos, pero que finalmente cambió el curso de la historia al permitir que los afroamericanos votaran en los Estados Unidos. En nuestro país, los medios no han tenido tal éxito, y mientras más pasa el tiempo, el gobierno imperante controla más los instrumentos de difusión de los medios, manteniendo así dividida y desinformada a la gente y conservando sus posiciones en la confusión que todo ello genera.
Cada vez que leo sobre Venezuela me siento impotente. Temo por mi familia y mis amigos que aún están allí y a veces ese temor se hace tan grande que escojo no saber lo que pasa allá abajo, pero ahora sé que es lo peor que puedo hacer, ya que el solo poder que puedo tener para auspiciar un cambio es expresarme y lograr que la gente de mi círculo, los que poco sepan sobre los horrores en otras partes del mundo, tomen consciencia y, quien sabe, tal vez así algún día ese compartir pueda servir para que, finalmente, mi patria gane suficiente momento y se pueda alcanzar a suficientes personas que finalmente transformen a mi patria en un mejor lugar para todos.
Traducido por Carlos Armando Figueredo, su padre.
Comparto el texto y la buena intención de CAFP, pero -con todo respeto- me permito disentir de una línea del interesante artículo: Que el régimen mantiene «desinformada a la gente» me parece que describe el propósito que persigue esta secta militar, corrupta e inepta, de ocultar la REALIDAD a la mayoría, pero es un objetivo IMPOSIBLE de lograr en esta época de Globalización, equipos de grabación y transmisión inmediata y planetaria, tanto empresariales (grandes Corporaciones) como personales (los teléfonos celulares que hoy disfrutan hasta los más humildes), de manera que quien pretenda conformarse con la dosis de falsedad que los agentes del Castrismo distribuyan, es un pusilánime o un cómplice, pues las Informaciones están al alcance de quien las busque y requiera, a pesar de los malhechores que controlan muchos medios. Quedan opciones para acceder a la Verdad. A comienzos de los años 40 no existía ni el 10 % de las posibilidades que hoy tenemos, y sin embargo la mayor parte del mundo SUPO de los horrores y crímenes cometidos por el Eje Nazi-Fascista-Imperial japonés. Ni siquiera entonces fue aceptable alegar que «NO SABÍAN», pues las aberraciones fueron tantas y se produjeron por tanto tiempo, que era imposible no enterarse. Hoy, luego de 16 años de esta enésima copia deteriorada de la infamia ESTALINISTA, quienes tengan el tupé de decir que NO SABEN, quedarán en evidencia como CÍNICOS o COBARDES. Mi opinión más expuesta: http://analitica.com/opinion/y-quien-le-pone-los-ganchos-maduro/