Argentina sufre no solamente la pandemia
La pandemia enferma y está haciendo estragos de toda índole en los países de América Latina y uno de ellos es Argentina cuya población, en su mayoría, también tiene que afrontar los desmanes económicos de un gobierno socialista que desgobierna a la mayoría de la población y la hace sufrir en forma indecible siguiendo las fórmulas alborotadas del socialismo del siglo XXI que no funcionan, al contrario, se van cayendo en pedazos por donde se las mire. La pandemia parece haberse ensañado con Argentina que sufre una inflación estructural y un empobrecimiento galopante de la gente obligada a repartir cada vez menos recursos en la lucha por la salud incluyendo la mental.
Recordemos que para acumular votos entre los millones de “descamisados” el peronismo recurrió a la venezuelización más desbocada: se devaluó el peso, que en economía uno se enseña que causa inflación, ¡y la causó y sigue causando!… lo que condujo a los controles de precios y luego cambiarios que condujeron al de capitales que no llegaban, al contrario, se iban. Todo en menos de un año en detrimento de la mayoría de los argentinos y en abierto menoscabo de las empresas sobre todo privadas tan necesarias para invertir, emplear, crecer, exportar y traer divisas que también sirvan para afrontar la pandemia. Simplemente no hay otra forma de atraerlas a no se ser que se vuelva acudir al FMI que da dólares, pero hay que devolverlos. La economía se redujo en un 10% en 2020, el tercer año de recesión continua.
Este año el país debe negociar la deuda con el FMI que muchos peronistas detestan por haber impuesto duras condiciones de austeridad presupuestaria inherente al crédito de 47 mil millones de dólares de 2018. EL FMI bajo el mandato de la Directora-Gerente, Kristalina Giorgieva, se ha mostrado menos exigente lo que ha motivado esperanza en los argentinos. Ella ha venido favoreciendo aumentar los impuestos a la riqueza para aliviar el costo de la pandemia, una medida que el gobierno argentino implementó a fines del año pasado. Como dice S. Pabst del NYT: “Con todo, las negociaciones han de ser ciertamente intrincadas y políticamente tempestuosas.” El gobierno ha fracasado en el diseño de una política que conduzca al crecimiento económico con menos inflación, y esto desde hace décadas. El país ha incumplido nueve veces sus pagos de deuda externa lo que, entre otras cosas, paraliza la inversión de todo tipo.
La pandemia ha estado acelerando la fuga de capitales de Argentina que incluso el Foro de San Pablo considera imprescindibles. Esa fuga lo que más daña es el valor del peso que lo pierde endémicamente lo que va en detrimento de todos los argentinos excepto los pocos que de alguna manera tienen acceso a dólares que cambian con algarabía. Con el peso perdiendo cruelmente valor, las importaciones se hacen cada vez más caras sobre todo de comestibles y fertilizantes lo que mantiene la tasa de inflación por encima del 40% lo que a su vez va causando que 4 de cada 10 argentinos hoy se clasifiquen como pobres lo que resulta poco menos que increíble dado el relativo bienestar y progreso que caracterizó el devenir argentino antes de que el peronismo se adueñase desbocadamente del poder. La Prensa de Buenos Aires de mayo 3 cita al peronista Emilio Pérsico, Secretario de la Economía Social, que busca fondos de alimentación, diciendo que “la puja interna por fondos llega a veces a límites inverosímiles… hasta Mauricio Macri nos daba más bolsones de comida que ustedes.”