Argentina; de Domingo a Domingo
Argentina ocupa una larga franja territorial de 2.780.400 km2 (a escala planetaria es el octavo país en tamaño), al extremo oriental de América del sur, con poco más de 41 millones de habitantes, triplica el territorio de Venezuela,que alberga 28 millones. Tiene gran diversidad de paisajes que incluyen desde Jujuy a Ushuaia, pampas, montañas, ciénagas, valles y glaciares, con gran influencia europea en su manera de ser y en su arquitectura, especialmente en Buenos Aires, debido a la importante inmigración -sobre todo italiana y española– que recibió en los siglos 19 y 20. Sin haber explotado todo su potencial agropecuario, llegó a ser considerada el granero del mundo, en especial por los alimentos que exportaba al viejo continente.Colinda en toda su frontera occidental con Chile, al norte con Bolivia y Paraguay, al noreste con Brasil y Uruguay.
Muchos factores han participado en la hechura de Argentina, desde su pasado precolombino, su dimensión colonial y su gradual evolución republicana, pero a los efectos de lo que intento establecer, voy a resaltar las actuaciones de dos personajes que marcaron los cambios fundamentales, que dieron en una primera etapa extraordinario impulso a los avances civilizatorios que colocaron a Argentina a las puertas de ser una potencia del primer mundo, y en una segunda etapa modificaron ese rumbo para frenar y estancar a ese país, sometiéndolo a las negativas presiones del populismo y la corrupción.
Domingo Faustino Sarmiento, hijo de Paula Zoila Albarracín Irrazábaly José Clemente Cecilio Quiroga Sarmiento, nació el 15 de febrero de 1811, en San Juan, Argentina, falleció el 11 de septiembre de 1888, con 77 años, en Asunción, Paraguay. Fue un destacadoescritor, periodista, docente, militar,político y estadista: Gobernador de la provincia de San Juan entre 1862 y 1864, Presidente de la Nación Argentina entre 1868 y 1874, senador nacional por su provincia entre 1874 y 1879 y ministro del Interior en 1879. Lo más importante de su personalidad y obra no es lo polifacético y eficiente en cada uno de los oficios que ejerció, sino el énfasis que puso en dar Educación a la mayor cantidad posible de argentinos, como mecanismo primordial para garantizar una Sociedad bien formada, útil a los propósitos de la Nación, con personas responsables que pongan todo su empeño tanto en cumplir sus deberes como en hacer respetar sus derechos, un equilibrio que es difícil de lograr y no ha sido alcanzado en la mayoría de los países del mundo. Esa impronta del Maestro Sarmiento, buscando aumentar lo cultural y racional a través de la buena formación e información, determinó el positivo rumbo de la Nación argentina en el último tercio del siglo 19 y el primer tercio del siglo 20.
A partir de los años 30 la corriente militarista comienza a desplazar a la civilista, los uniformados “con armas y autoridad” mediante el obvio chantaje van ocupando posiciones de poder, hasta que un caudillo, Juan Domingo Perón (BsAs: 8 octubre 1895, 1 julio 1974), admirador del fascismo italiano, protector de criminales nazis en la postguerra, tras la fachada primordial de todo demagogo, “luchar por los más humildes y necesitados”, impuso lo contrario de lo que propuso Sarmiento, que lo emocional e instintivo prevaleciera, en un esquema de creciente culto a su imagen, discursos y ejecutorias, con su esposa Eva Duarte como la virgen en ese altar político, y el pueblo reducido a rebaño incondicional, acrítico, que apoyara la peor represión a cualquier disidencia, incluso contra líderes del primigenio peronismo, que cuestionaran o pudieran restar protagonismo al nuevo dios de la plebe, el propietario y gerente del mercado populista, que repartía dádivas y castigos a su libre albedrío (lo mismo hizo a partir de 1959 Fidel Castro en Cuba, ambos dañaron irreversiblemente a sus respectivos países, con la tóxica ensalada ideológica que pretende igualar a ricos, clase media, pobres y marginales, repartiendo la riqueza -que deriva de una concreta economía, en la que todos no producen similares cantidades- dándole más a quienes producen menos o nada, para igualar hacia abajo, lo que inevitablemente arruina a cualquier sociedad, y convierte en parásitos a los más vulnerables).
Del pusilánime Frondizi, al inescrupuloso Menem, y finalmente a los muy corruptos Kirchner, todos los gobiernos peronistas practicaron el más descarado y dañino populismo, cuyo primordial perjuicio es la imposición de la dependencia absoluta de grupos e individuos respecto del Estado paternal, que se encarga de mantener a esa importante masa sin la mediación del esfuerzo, del trabajo real y eficiente. El simpatizante se convierte en fanático habituado, e incapacitado para apreciar las opciones contrarias, las que pueden generar avances sociales y prosperidad general, pero haciendo los esfuerzos de preparación previa y trabajo arduo, constante y honesto, ese que pone a todos a remar para llevar a la Nación a buen puerto (no agotando lo que contiene la bodega, para naufragar en alta mar).
En el año 2015 fue tal la acumulación de excesos y atrocidades cometidas por el tuerto y Cretina en sus nefastos y consecutivos gobiernos, incluyendo el asesinato del Fiscal Nisman (un domingo, faltando horas para que hiciera formal denuncia de la delictiva participación de la muy corrupta presidente en la componenda para desviar las investigaciones sobre los terribles atentados contra la embajada de Israel y la AMIA, en 1992 y 1994, 29 y 85 asesinados respectivamente, exculpando a los perpetradores de esas dos masacres, los iraníes, de quienes recibiría jugosas ganancias), que provocaron la elección de Macri, como la alternativa a la podredumbre representada por el kirchnerismo (varios jerarcas están siendo juzgados, Julio de Vido ya purga condena, y la venenosa viuda ha evadido su merecido castigo escudada tras la inmunidad parlamentaria, con la complicidad de la red de camaradas y socios de tropelías que procuran alejarla del escrutinio judicial). Pero décadas de sistemático y embrutecedor populismo no pueden ser erradicadas en un período de sólo 4 años, ni con la parsimonia de los trámites que saben prolongarse mediante complicaciones burocráticas y exageradas garantías de los derechos de quienes son indiciados, pero tienen en esa urdimbre cómplices que se esmeran por impedir que los procesos avancen y produzcan evidencias, dictámenes, sentencias, inconvenientes para la banda de malhechores que se acostumbró a cometer arbitrariedades y crímenes con la mayor impunidad. Y la masa clientelar que se hizo adicta al reparto irresponsable que fractura cualquier presupuesto y debilita la economía, ya expresó, el domingo 11 de agosto, en las Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias (PASO), que no le importa que se reactiven las mafias kirchneristas, ni que a la larga la reincidencia en el populismo cause daños graves e irreversibles a Argentina (como en Cuba, y su neocolonia en Venezuela), mientras ellos vuelvan a ser mantenidos por papá estado (“Ladrón o no ladrón, queremos a Perón” gritaban cuando el caudillete andaba en campaña, en medio de denuncias de corrupción, represión y megalomanía).
Muerto Perón, la enorme porción de argentinos a quienes alienó con su degenerada inversión de valores, traslada su necesidad de rendir culto a otros ídolos que sean argentinos y representen lo esencial del peronismo, como el odio irracional hacia los estadounidenses y el apoyo incondicional al despotismo castrista, en cualquiera de sus variantes. Idolatran al adicto a las drogas y dictaduras de tipo marxistoide, que metió un gol con la mano, Maradona, a la repugnante Hebe de Bonafini que mostró respaldo a los criminales atentados de Al Qaeda del 11S-2001, y su excesiva alegría por el asesinato de casi 3.000 seres humanos en esa orgía de fuego y destrucción, además de estar involucrada en muy deshonestos desvíos de recursos ajenos. Y el camarada Bergoglio, protector de pedófilos con sotana, y de fortunas mal habidas, bien custodiadas en las arcas vaticanas. Tres Cubanófilos intensos.
Los alienados son incapaces de ver la realidad, la rechazan o la interpretan anteponiendo los filtros de su dogma. Al difundirse el resultado de las PASO, favorable al kirchnerismo, hubo una fuerte caída en la Bolsa, el dólar comenzó a subir su cotización -devaluando al peso-, las cifras que indican “el riesgo país” batieron el récord máximo en una década, 1.709 puntos. Son las negativas reacciones de la Economía a la elevada probabilidad de que en las elecciones de octubre se repita el apoyo de la mayoría a la fórmula de “los Fernández”, Cretina y Alberto, y Argentina de nuevo caiga por el barranco del peronismo. Esta vez esa banda se ocuparía ante todo de blindarse contra toda actuación judicial o de Contraloría, purgando esos espacios, para garantizar su impunidad eterna, y que nada impida que terminen de destruir a Argentina, para reinar sobre sus ruinas, con sus fortunas a buen resguardo en paraísos fiscales del exterior, o convertidas en diamantes. Corresponde a los argentinos decidir si se suicidan en primavera (del hemisferio sur) optando a ser país bananero sometido por rufianes, o si asumen sus responsabilidades y escogen el camino largo, difícil, que permanentemente nos exige esfuerzo y honestidad, aquel sendero que señaló Domingo el bueno. ¿Ciudadanos o súbditos? ¿Constructores o destructores? ¿Democracia u oclocracia?