Aprender de los errores no es opción
Dicen que el hombre es el único animal que se topa dos veces con la misma piedra. Sin duda el presidente Maduro responde a ese predicamento. Hace un año, previo a la elección de alcaldes, pensaba que “se las comía” bajando a la fuerza los precios de los electrodomésticos, en lo que se conoció como el “Dakazo”.
Ciertamente, revirtió momentáneamente la caída en la popularidad del gobierno y evitó que las elecciones de diciembre fuesen un plebiscito en su contra. Pero las consecuencias de su irresponsabilidad no tardaron en hacerse visibles. Desde comienzos de 2014 el desabastecimiento no ha dejado de agravarse, mientras que la inflación se ha disparado porque sólo a precios muy superiores a los oficiales es que aparecen los productos. No en balde las simpatías por Maduro se han desplomado a apenas el 30% de la población. La “gracia” le salió cara pero más cara aún al pueblo, que ha experimentado un brutal deterioro en sus condiciones de vida.
¡Pero helo aquí empeñado en repetir tamaño desatino! Cree de nuevo que se las está comiendo porque le soplaron un nombre angelical a su trampa caza-bobos de este año: “Plan Navidades Felices”. Y ordena a su policía de precios, Andrés Eloy Méndez, superintendente de precios justos (¿?), “peinar” los comercios de las ciudades en busca de productos emblemáticos a los cuales obligar una reducción de precio.
“No le vamos a permitir a los dueños de las tiendas que especulen y jueguen con el salario y los aguinaldos del pueblo, ese salario hay que defenderlo», clama el cruzado designdo, callando con cinismo el hecho notorio de que quienes han acabado con el poder adquisitivo del salario son Maduro y su combo, con políticas que han destruido el empleo y la productividad mientras aúpan prácticas especulativas en todos los ámbitos. Salarios que, por demás, se han mantenido por años en niveles miserables por la negativa del gobierno a discutir contratos colectivos vencidos.
Pero el fascismo, claro está, no se distingue por su racionalidad. Fiel a su vocación guerrerista, insiste en el disparate de la “guerra económica” para endilgarles a otros la culpa del desastre que ha causado. Y tan fanáticamente ciego es en este proceder que no advierte que las consecuencias de su “ofensiva” van a ser peores que las del Dakazo y le van a explotar en la cara justo en año electoral.
Peores porque la caída en el precio del petróleo hará todavía más difícil reponer inventarios –no habrá suficientes dólares- ni tampoco permitirá paliar las penurias de la gente con el populismo de siempre. Y porque las razzias de la Sundde no se van a limitar a los juguetes, ya que se anuncia que abarcará también a artículos de ferretería, electrodomésticos, textiles y calzado.
Por si quedaran dudas, Diosdado Cabello insiste en que para seguir construyendo su revolución (¿?), «se necesitan revolucionarios … Por muy bueno que sea, así sea astronauta, pero es escuálido, no lo va a hacer bien porque sus intereses son otro». Es decir, fascismo a juro, dicho por su máximo exponente.
Nada de profesionalismo ni de especialistas calificados –la alusión al astronauta- para enderezar el terrible entuerto en que han colocado a Venezuela; solo incondicionales dispuestos a obedecer ciegamente sus órdenes y las de otros oberführers de su partido. Porque ante la disyuntiva de rectificar para salvar al país y devolverle a los venezolanos un futuro de esperanza, el chavo-fascismo se prepara para la guerra. ¡No pueden dejar que se pierda el botín! Pero con el lumpen que han protegido y armado –los “colectivos» alebrestados-, la guerra bien pudiera ocurrir entre ellos mismos.