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Alpargata no es zapato ni que le pongan tacón

El «Tiempo», como tal, no se detiene. No se puede postergar. No disimula ni esconde acciones y siempre revela la verdad. 

Hace poco más de 25 años (1998-2024), el pueblo creyó en un proyecto cargado de muchas promesas de justicia, de éxitos y de progreso que, desgraciadamente, todo terminó siendo una quimera y un gran desengaño. 

En Venezuela, luego de 40 años consecutivos de democracia (1958-1998), el país salió de ser un ambiente de características rurales de gran atraso, para  luego convertirse en el país bandera de desarrollo de América Latina, gracias a sus enormes reservas de hidrocarburos y del exitoso y rápido desarrollo de la industria petrolera. Eso se tradujo en el hecho de Producirle al país enormes ingresos de divisas e inversiones extranjeras, propiciando un importante desarrollo industrial y comercial, además de grandes fuentes de trabajo y de mucho progreso. Lamentablemente, los gobiernos de turno no supieron canalizar acertadamente  ese enorme caudal de divisas ingresadas. Y tan sólo pensando en la inmediatez, se realizaron obras y avances importantes de todo tipo. 

Pero los excesos de capitales ingresados, lejos de ponerlos a buen resguardo para el futuro, o en inversiones productivas en el exterior, no se tradujeron en lo que se esperó. Es decir,  algo como en lo hecho por Noruega en una situación similar, y por lo que hoy es uno de los países más ricos per cápita del mundo. 

Lo cierto es que, lamentablemente, los excesos, el derroche y el descuido dio paso en el último quinquenio de esos cuarenta años al deterioro, al desempleo, la escasez y , consecuentemente, a la pérdida y solidaridad del pueblo venezolano. Dándole paso a un gobierno que, como dice el dicho, «FUE PEOR EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD».

Si ya transcurrieron 25 años con un gobierno social-comunista en el poder y el país ha llegado a un deterioro tal que, no obstante sus reservas petroleras, pero con una muy deteriorada industria y explotación de hidrocarburos, el país califica en los últimos lugares del mundo en: pobreza, en  deterioro y en miseria salarial. 

Lo cierto es que así se llegó al 28 de julio del 2024, fecha de las elecciones presidenciales. Y, transcurrido el evento, luego de una corta campaña electoral donde el pueblo opositor unido derrotó al régimen y, con su candidatura, demostró  ser una aplastante mayoría. 

Lamentablemente, luego del proceso comicial, se ha presentado una flagrante discrepancia entre las cifras contenidas en las Actas de Votación entregadas a los testigos de las miles de mesas de votación, donde dan como gran ganador y con amplia ventaja al candidato Edmundo González Urrutia. 

Sólo que, incomprensiblemente, señalando cifras y porcentajes (incongruentes), el Presidente del Consejo Nacional Electoral, sin exhibir acta alguna, proclama ganador al Señor Nicolás Maduro, actual Presidente, candidato del régimen, apresuradamente, lo proclama ganador sin exhibir las actas, ni los recaudos correspondientes, o/a entregar cuentas detalladas de los resultados, nombrando candidato ganador y «Presidente Electo» al Señor Nicolás Maduro (Acto ajeno a todo proceso constitucional). 

Ante lo expuesto, esto, y con sobrada razón, ha creado una muy tensa y peligrosa situación nacional e internacional, con protestas multitudinarias, además de enfrentamientos, de personas injustificadamente detenidas y de muertos, es decir,  con todo aquello  que  se ha podido evitar, y que hoy aún no se puede calmar. 

Lo cierto es que, con tan sólo el hecho de que el Consejo Nacional Electoral presente las actas y recaudos correspondientes para ser corroboradas y auditadas por los organismos nacionales e internacionales competentes, con el fin de que sean comparados con los ya presentados y exhibidos en redes por los partidarios del candidato Edmundo González Urrutia, y que se declare ganador al que le corresponda serlo, lo que se plantea en el ámbito social es que,  por el bien de TODO el pueblo venezolano, y por el regreso a Venezuela de las familias que están en el exterior, la liberación de presos políticos y  por la paz del país y del Continente, lectores de «Formato del Futuro»  hacen un llamado a actuar con honestidad, CORDURA y buenos deseos. 

El llamado no es otro que a presentar y admitir las pruebas correspondientes ante el mundo entero, y que se declare al legítimo candidato ganador.  Y que, con ello,  no se  permita la prolongación de la ya difundida lucha criminal e inútil, ya han habido perdida de valiosas vidas, heridos, privados de libertad y grandes pérdidas materiales. 

Corresponde al liderazgo venezolano no permitir que la gente siga huyendo, como en diásporas. Ya basta. Hay que entender que el pueblo quiere la verdad, lograr la unión y la paz. Es importante y necesario que las partes lleguen a acuerdos de mutua convivencia. 

Como sugirió el  Ministro de la Defensa: EL QUE GANÓ, QUE ASUMA SU PRESIDENCIA. Y EL QUE PERDIÓ, QUE SE RETIRE EN PAZ. Al liderazgo venezolano, le corresponde reafirmar lo que otras voces del país  han expuesto. Y se trata de que  mantengamos en mente que el pueblo está unido, por lo que nos permitimos repetir, una vez más, que  «EL PUEBLO UNIDO JAMÁS SERÁ VENCIDO,» y que Dios bendiga a Venezuela.

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