Ahora los pobres son más pobres
Los pobres nunca dejaron de aparecer en la oratoria chavista. Eran estribillo permanente. Al cabo de 17 años, con un largo período de ingresos multimillonarios, Venezuela debería ser hoy un paraíso para los pobres.
La realidad es otra. Ahora hay más pobres que antes, son verdaderos indigentes. La imagen conmovedora de niños y adultos escarbando con desespero los depósitos de desechos cercanos a ventas de comida sólo se veían en décadas pasadas en países súper poblados del Asia como la India. La dolorosa escena se ve en Caracas todos los días.
Hablábamos recientemente con aficionados al turismo temerario al final de un recorrido en automóvil desde México hasta la Patagonia, con tristeza contenida nos expresaron que en ninguna parte encontraron esas colas interminables y permanentes para comprar comida que ya forman parte del paisaje urbano en Venezuela.
A diario la prensa escrita y radiofónica registra declaraciones de madres desesperadas que confiesan no poder llevar sus hijos a la escuela por no poder darles de comer, con el agravante de que muchos directores de escuela se quejan constantemente de que el gobierno ha suspendido o recortado el presupuesto para la merienda escolar.
Los del gobierno, por estupidez, también por falta de sensibilidad humana y social, vienen negándose rotundamente a recibir ayuda humanitaria, práctica universal muy perfeccionada para acudir en auxilio de países que en razón de calamidades naturales o políticas se encuentran imposibilitados de alimentar a sus habitantes.
Una ministra con arrogante desenfado declaró hace poco ante un organismo internacional que producimos lo suficiente para alimentar tres países del tamaño de Venezuela. Nadie le creyó, por supuesto, pues en todas partes se conoce nuestra tragedia social. Y si alguien pudo haberla tomado en serio, volvió a la realidad viendo el júbilo con que millares de tachirense se volcaron hacia Cúcuta durante las horas en que permaneció abierta la frontera. Fue conmovedor ver que buena parte de los patriotas que cruzaron la frontera tenían poco dinero a juzgar por el tamaño de las bolsas con las que regresaron a territorio venezolano.
Analistas del fenómeno cubano y de los países de Europa del Este dominados por Stalin consideran que se trata de una estrategia de dominación. Se torna tan precaria la situación económica que los nacionales se ven obligados a dedicar todo su tiempo, cada día, mientras vivan, a buscar cómo alimentarse. No les queda tiempo ni ganas para luchar por un cambio. Con esta técnica de dominio la “revolución” cubana ha sobrevivido 57 años. Sus cabecillas alientan la ilusión de que la “revolución” chavista va a continuar indefinidamente dueña del poder en Venezuela, subordinada a Cuba, a semejanza de las colonias de las grandes potencias europeas.
Los chavistas enriquecidos, y Venezuela y los venezolanos arruinados. No nos dejemos, las revoluciones pretenden no entregar el poder. Hay que seguir luchando.