Actos de Contrición

Como católico asumo como válidos los actos de contrición o arrepentimiento. Por eso me emocionó que lo pidiera a sus compatriotas el académico venezolano Vladimiro Mujica, en la presentación del libro de otro lúcido, Tomás Páez: «¿QUE HACER CON LA DIASPORA VENEZOLANA?», en el Instituto Interamericano por la Democracia de Miami (IID).
Las intervenciones en ese evento, por consistentes y creativas, fueron inolvidables: Marcos Antonio Ramos, Vilma Petrash, Ricardo Israel, José Manuel Serna, Beatrice Rangel y el moderador Michel Pinard.
Al menos tres actos de contrición o autocríticas debemos hacernos los venezolanos en esta coyuntura gelatinosa:
La primera es no repetir las muestras de Xenofobia que, como bien dijo Mujica, una parte de los nuestros desplegó en el pasado contra foráneos en Venezuela. Es algo que debemos aprender del rechazo a nuestra diáspora, en lugares donde la narcodictadura castrochavista los obligó a refugiarse.
La segunda recordar que el déspota Chávez no llegó al poder con su cruento golpe militar fracasado, ni por una imposición extranjera, sino a lomos del voto popular. Venezuela era una democracia respetable pero no era un paraíso terrenal. Fueron nuestras falencias las que crearon el escenario propicio para la llegada de la tragedia con Chávez ayer y Maduro hoy.
Y el tercer arrepentimiento atañe a la población en general. Dos décadas y media de pesadilla castrochavista, deben servirnos para aprender que los caudillos populistas, demagogos, autoritarios y corruptos, basan su éxito en la apatía, en la falta de participación ciudadana.
De tal manera que con nuestra líder María Corina y nuestro presidente Edmundo, todos debemos protagonizar la épica del rescate de la vapuleada Democracia venezolana.