¡A llorar pa’ El Valle!
¡A llorar pa’ El Valle! (a propósito de las renuncias en la MUD)
Ya está: salieron Aveledo y Ramón José.
Los acontecimientos se precipitan y el cardumen de tiburones políticos se dispone a lanzarse sobre una presa: la MUD.
Es la antropofagia de la Venezuela política y de la Venezuela económica, no de la Venezuela social, que luce un poco apartada del juego y sin ni siquiera un bote salvavidas, ya que todos al parecer están ocupados.
Con este chavismo y esta oposición, la imagen que transmitimos es la de un sálvese quién pueda.
Muy venezolana por lo demás. Sin que nadie haga un examen de consciencia honesto, puntual. Veamos.
Primero, creemos que a la MUD se le está evaluando por un déficit de respuestas políticas que, en sentido estricto, no le corresponden a una entidad que no es más que el instrumento ejecutivo de una coalición de partidos que se constituyó en 2009 para dar una respuesta (por fin) unitaria a los distintos eventos asociados a un calendario electoral preestablecido, que ya habíamos manejado terriblemente mal en aquella otra sampablera de tiburones (entonces empresariales y mediáticos) que cogieron el mando de la situación política sin talento político y nos condujeron a los desastres ya conocidos del 2002 y el 2005.
Fracasos hiperbólicos de los que nadie, por cierto, ha hecho un mínimo mea culpa, sino que más bien se han retirado a las orillas de la invisibilidad política a la expectativa de cualquier otra oportunidad.
Como ahora, cuando las aguas lucen encrespadas.
De manera que, para la constitución de esta MUD en 2009, aquellos esfuerzos estériles sirvieron como escarmiento y aprendizaje.
Se apuntó a una estrategia política institucionalista y electoral que le permitiera a la coalición de partidos, con el apoyo de la Mesa, resolver tres problemas: escoger los candidatos que representaran la pluralidad de los actores de la coalición; diseñar una estrategia capaz de resolver los problemas de movilización y control electoral (es decir: llevar a la gente a votar y cuidar ese voto); y conseguir y administrar los recursos necesarios para operar.
No, no fueron conchas de ajo.
En 2005, con la política de la abstención luego del fracaso del Referendo Revocatorio del año anterior, cuando la oposición cantó fraude sin saber si lo había (porque no tenía ninguna organización electoral en la mitad del país), se produjo aquella desmovilización electoral tan tremendamente dañina, incrementando el fracaso de las regionales donde se pierde Miranda y Carabobo, y quedándole a la oposición sólo el Zulia y Nueva Esparta.
Y eso se solventó con la creación de esta MUD. Como la movilización y el control del voto dentro y fuera del país, luego de tener una instancia de concertación sobre los acuerdos mínimos a los que deben sujetarse los partidos que integran la coalición. Así que la estrategia política estaba decidida y lo que faltaba era que se ejecutara.
La MUD –y su secretaría ejecutiva– instrumentó todo y se alcanzaron de manera satisfactoria varios de los objetivos planteados. Y hasta ha servido de referencia a otros sectores opositores de países sudamericanos como Bolivia y Ecuador, o centroamericanos como Nicaragua, Honduras y El Salvador, sociedades con déficits democráticos, hoy atribuladas por gobiernos que una vez electos se convirtieron en autoritarios y despóticos.
Y por eso uno considera que, más allá de algunas críticas puntuales que pudieran hacérseles, Aveledo y Medina hicieron el trabajo que se les pidió y que nos trajo hasta las elecciones de abril de 2013 entre Maduro y Capriles, con una gran cantidad de acuerdos y logros que luego fueron agregándole más tareas a esa MUD. Como el proceso de organización de los venezolanos en el exterior o la búsqueda de una coordinación más efectiva de las fuerzas democráticas dentro de la reestructuración de la unidad.
En un momento determinado se planteó la necesidad de tener un equipo internacional que difundiera lo que se hacía y cómo se hacía. Otro gran logro, porque confrontándose con el multimillonario aparato de propaganda chavista en el exterior, la imagen de la oposición cambió en un mundo donde hasta entonces se hablaba de una manera manipulada de un gobierno de Chávez democrático y popular, frente a una supuesta desacertada y elitista oposición venezolana.
Se comenzó a ver como la alternativa real de poder.
Y no fue fácil. Había que unir a grupos y organizaciones divididas históricamente como Bandera Roja y AD, Copei y el MAS, y hasta partidos con similares audiencias como Primero Justicia y Copei, y aún las fuertes personalidades de María Corina y Leopoldo López.
Evitar la canibalización
Esa tarea tuvo un importante desafío en 2012: la organización y ejecución de las elecciones primarias de la oposición y un plan de gobierno.
El Programa de Gobierno Unitario de la candidatura presidencial unitaria contó con la intervención de más de 450 profesionales y técnicos venezolanos del más alto nivel reclutados dentro y fuera de Venezuela y que están ahí. Si Capriles hubiese ganado el 7-O, tenía una clara hoja de ruta para gobernar.
Fue tan bien concebido que hasta un sector del chavismo moderado se pasó a la oposición unitaria del 7-O, hasta el punto de que Chávez tuvo que salir a competir con un Capriles que se le estaba montando encima.
Pocos meses después, en las del 14-A, esa misma MUD con Ramón Guillermo Aveledo trabajó y se trajo 700 mil votos más del chavismo para Capriles. Y en las peores condiciones posibles para competir, ya que el aparato de propaganda chavista le dio un salto tan hiperbólico a la muerte y al entierro de Hugo Chávez, que sumergió al país prácticamente (y emocionalmente) en una verdadera atmósfera faraónica egipcia.
Esas elecciones quedaron tan parejas que aún hoy no se sabe definitivamente quién ganó.
Y más aún: a pocas semanas la MUD pudo producir un reporte detallado de las mesas donde podían estar las diferencias que hubiesen modificado la versión oficial de los resultados.
Eso no pasó en 2004.
Y esto forma parte de la valoración que tenemos que hacer en este país para poner las cosas en su sitio.
Aveledo le planteó una hoja de ruta a la oposición en 2010 con la creación del Instituto de Estudios Parlamentarios y en 2013 con la Unidad de Políticas Públicas Municipales de apoyo a los alcaldes, para así poder demostrar al país que un alcalde opositor electo podría producir una diferencia en la calidad de vida de los venezolanos al ocuparse esos espacios.
Y sí: en 2014 es necesaria una política distinta. Y una reestructuración de la oposición no es tarea de Aveledo ni de Medina, sino de los partidos que no podrán seguir escudándose detrás de la MUD y aqhora tendrán que comenzar a dar la cara frontalmente ante los requerimientos del país.
Es decir: quizás ahora sí ha llegado la hora de los partidos.
Decidir si la MUD sigue en su tarea o en otra cosa es difícil para esta oposición, porque se trata de plantear una estrategia complementaria a la electoral. Y no hay manera de producir acuerdos.
Entonces habría que darle a los partidos y a sus personalidades algo de autonomía para ensayar con sus líderes alternativas propias. Ya salieron, por ejemplo, con la idea de una Asamblea Constituyente.
Ahora bien, que no se olvide una diferencia: las elecciones parlamentarias tienen fecha cierta en el calendario. Unas parlamentarias que pueden permitir la idea de promover debates sobre reformas o enmiendas puntuales a la Constitución en temas como, por ejemplo, la reelección presidencial. Que de paso tiene divididos a los chavistas enconadamente.
Esto es algo que tiene que discutirse con madurez. Porque si te lanzas a buscar una Constituyente y abandonas el escenario de la consecución exitosa de una Asamblea en 2015, te cierras las puertas a cualquier posibilidad de, digamos, un Referendo Revocatorio.
Aparte de otras citas que pasan por esa Asamblea a elegir en 2015 (sea una Constituyente u otra “salida”) que hacen obligatorio otro CNE, a elegir con las dos terceras partes de un Parlamento, que no las tiene el Gobierno. Al menos ante el hecho jurídico y político que es la decisión del TSJ de mantener al frente del CNE a los actuales rectores hasta que no sean destituidos, que fue cuando se planteó y se aceptó el fulano diálogo.
Y para ello Aveledo se buscó hasta al Papa (a quien metió en el problema).
Es cierto que no hay liderazgo en la oposición. Pero del otro lado tampoco lo hay. Y ante este déficit, para ambos bandos está muy clara la importancia de la unidad.
En el caso del PSUV, dada su estructura militar, los chavistas salen de su III Congreso unidos, y hasta pidiéndole a la gente el apoyo para el ajuste económico. Mientras eso pasa, como decía alguien, “los nuestros están sentados en un restaurant culpando a Aveledo y pagándole a unos tipos para que creen unas cuentas artificiales en Twitter y desatar una campaña de difamación y destrucción del compañero de la unidad (…) Porque puedes estar en desacuerdo con él, pero de ahí a dar el salto a una campaña vil y obsesiva para destruirlo con una serie de mentiras e infamias…”
Así que, por encima de todo esto, amigo lector, quizás lo peor haya sido el rompimiento del pacto de convivencia y respeto recíproco entre los miembros de la unidad.
Junto a otro hecho: no lo rompieron ni Aveledo ni Medina.
Así que, como decían en La Asunción: a llorar pa’ El Valle.