A 60 años de un magnicidio frustrado
Mañana 24 de junio se cumplen 60 años del magnicidio frustrado en contra del presidente Rómulo Betancourt. El dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo no le perdonaba a Betancourt su campaña para establecer un “cordón profiláctico” con el cual aislar a los gobiernos no elegidos en procesos electorales transparentes y que sistemáticamente violaban los derechos humanos.
Para asesinarlo, el sátrapa suministró un artefacto explosivo a control remoto y recursos para esa vil acción, asociándose con venezolanos descontentos con el presidente que había sido electo apenas hacía año y medio.
Betancourt resultó con quemaduras en sus manos, lesiones en un oído y en un ojo. Lamentablemente falleció el coronel Ramón Armas, jefe de la Casa Militar, y un estudiante que acudía al desfile en Los Pŕoceres. Con quemaduras leves resultaron el ministro de la Defensa y su esposa. Al parecer, el atentado estaba sincronizado con un alzamiento militar, el cual no se produjo, sea porque Betancourt sobrevivió o porque no existía tal conspiración.
No es la intención ahondar sobre el mismo. Al respecto hay varios escritos. Solo pretendemos comentar superficialmente lo sucedido desde entonces. ¿Qué habría pasado si el presidente Betancourt hubiese sido asesinado? Durante su presidencia, la extrema izquierda adoradora de Fidel Castro puso bombas, asesinó policías, organizó guerrillas y participó en sublevaciones militares; también hubo alzamientos de oficiales que seguían pensando que Betancourt era el comunista de los años 30 o que, equivocadamente, eran ellos los llamados a enderezar entuertos. Gracias a que Betancurt los enfrentó con gran decisión, el país no cayó en manos del comunismo o de militares.
Fue actor determinante en la aprobación del voto universal y directo, así como en la unión contra la dictadura de Pérez Jiménez. Algunos lo consideran el padre de la democracia. Una democracia muy imperfecta, pero perfectible. Sentó las bases para que el país progresara y quizá es el presidente con mayor visión de estadista.
Gracias a él fue posible que un presidente electo entregara el mando a otro también electo por el voto popular. Raúl Leoni tuvo que enfrentar el fortalecimiento de la guerrilla rural e inició la pacificación del país. El presidente Rafael Caldera en su primer gobierno completó la pacificación. Los presidentes citados fueron honestos y sentaron las bases para construir un mejor país. Además fueron garantes de elecciones transparentes. Los tres tuvieron mentalidad estatista y propiciaron la sustitución de importaciones, sin visualizar el potencial de exportación.
Los presidentes que les sucedieron, unos más, otros menos, realizaron obras importantes. Sin embargo, una gestión gubernamental no puede evaluarse solo por las obras construidas. El país tuvo crecimiento económico, pero no desarrollo. La economía no se diversificó. Se constituyeron empresa privadas pero, con las excepciones del caso, recostadas del Estado. Predicaron que éramos ricos, pero el medio rural era pobre y los servicios públicos solo tenían una cobertura limitada. Se formaron buenos profesionales pero no buenos ciudadanos. La corrupción se generalizó y el clientelismo político alcanzó grandes dimensiones.
Con sus pros y contras, todos los presidentes desde 1959 a 1999 construyeron. No pueden compararse con los destructores Chávez-Maduro. Al finalizar cada período presidencial los ciudadanos decidíamos con el voto quién sería el próximo mandatario.
Para perpetuarse designaron una pantomima de CNE, les otorgaron a unos tarifados la “legalidad” de la directiva de Acción Democrática y Primero Justicia; ya antes lo habían hecho con Copei. Pretenden hacer lo mismo con UNT y señalar a VP como terrorista. Hecho ese trabajo sucio, van a convocar elecciones parlamentarias.
¿Qué hacemos? ¿Votamos o no votamos? ¿Qué es lo que quiere el ciudadano común? Si boicoteamos las elecciones el régimen de todos modos las realizará y quedará rueda libre en la Asamblea contando con los diputados que le permitan tener a la nanomesa.
El punto es que lo que importa a la mayoría: que mejore la economía y disponer de buenos servicios de salud, educación, agua, electricidad y combustibles, lo cual hoy son muy precarios.
Ahora bien, lo citado solo mejorará cuando Maduro y sus acólitos salgan del poder. A falta de otras opciones realistas, hay que seguir luchando por condiciones electorales aceptables y restitución de los derechos de los partidos políticos, ojalá contando con presión internacional. Para ello, uno de los requisitos es la unidad opositora.
¡Cómo hace falta un estadista como Rómulo Betancourt que los meta en cintura!
Como (había) en botica
* Luis Fuenmayor, suplente del parapeto de CNE, es tan fanático que niega el Holocausto.
* Lamentamos el fallecimiento del doctor Francisco Kerdel, un gran venezolano.
* ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!