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En el complejo y prolongado proceso evolutivo de la humanidad, (un breve segmento de 7 millones de años, a finales de los 13.800 millones de años del Universo), muy poco tiempo ha ocupado la Educación formal, aquella que imparte conocimientos demostrados, en escuelas, liceos, universidades, a cargo de profesionales de la enseñanza con especialidad en sus respectivos niveles (Primaria, Secundaria, Universitaria, Postgrado), y diversas materias (Castellano, Matemática, Biología, Física, Química, Geografía, Historia, etc) hasta dedicarse a capacitar para determinados oficios o profesiones (Medicina, Ingeniería, Arquitectura, Odontología, Geología, Física, Química, Veterinaria, Agronomía, Astronomía, Pilotaje de aviones o barcos, Informática, Pedagogía, Filosofía, Matemática, Biología: Zoología, Botánica, Literatura, Idiomas, Artes Plásticas, Música, Danza, Actuación, Dirección de Teatro,  Cine o TV, Diseño, Arqueología, Antropología, etc. Luego de las mutaciones que produjeron diversas especies de homínidos a partir de sus antecesores, los primates superiores (Orangután, Gorila, Chimpancé), y de vencer las dificultades que llevaron a la extinción de los Neandertales y Denisovanos, la especie Homo sapiens se mantuvo en la dinámica evolutiva, que permitió desarrollar la extraordinaria habilidad en las manos, el aumento del volumen de sus cerebros, el caminar erguidos sobre sus extremidades posteriores, migrar y adaptarse a una gran variedad de paisajes y climas, hasta ocupar crecientes porciones de las tierras emergidas sobre la delgada corteza del planeta donde, para sobrevivir, tuvieron que ser carroñeros, recolectores, cazadores y pescadores, usando maderas, rocas, metales, hasta que aprendieron a dominar las técnicas de cultivo vegetal y cría de animales, lo que condujo del nomadismo a la sedentarización. Poner a su servicio el fuego, la rueda, las herramientas, indudablemente que aceleró la velocidad de los avances, pero la mayor contribución provino de la creación de los lenguajes, primero orales, luego escritos. No en balde, todo lo anterior se agrupa como Prehistoria, y los mayores avances -cuantitativos y cualitativos- se producen desde que hay comunicación verbal y simbólica (en pieles curtidas, pergaminos, tabletas de arcilla, papiros, libros), inicia hace 5.300 años, y las informaciones se almacenan y reproducen, para llegar a cada vez más miembros de cada grupo humano, en la medida en que la alfabetización beneficiaba a más gente, dejando recientemente de ser un privilegio de las élites, hoy potenciado ese acceso por la Radio, la TV, y la Informática (aunque aún haya rémoras en pueblos con primitivismo “cultural” que discriminan a mujeres y algunas minorías, rechazando los nuevos valores de la civilización).   

Antes de producirse los lenguajes, durante millones de años, era muy limitada la capacidad de transmitir las mínimas instrucciones para, por ejemplo, organizarse para cazar con estrategia grupal. La eficiencia obviamente aumenta cuando se dan indicaciones precisas, asignando a cada objeto o maniobra una palabra que los defina, incrementando las probabilidades de éxito de cada actividad que realice ese grupo que comparte un idioma, una simbología expresada verbalmente. Por supuesto que cada grupo humano generaba una cosmovisión con incorrecciones, defectos, y la mayoría de esas fallas derivaban de la tendencia a inventar explicaciones a la enorme dimensión de la naturaleza, atribuyendo a seres imaginarios, mitológicos, fabulosos, el origen y funcionamiento de los fenómenos que les causaban temores y perjuicios (truenos, relámpagos, rayos, tormentas, incendios e inundaciones, terremotos, aludes, sequías, plagas, bestias peligrosas, enfermedades, la muerte). Durante millones de años nuestros ancestros se conformaron con esas invenciones, que a su vez produjeron el politeísmo y las antiguas religiones, gradualmente simplificadas hasta desembocar en el monoteísmo, con muy modesta participación de las iniciativas pre-científicas, de personas extraordinarias cuya curiosidad los motivó a indagar, trascendiendo lo inventado y trasladado de generación en generación, mediante observaciones  y deducciones cada vez más enmarcadas en el método objetivo, lejos del simplismo mágico/religioso y la dictadura de la mayoría creyente e intolerante. Demócrito, hace 2.400 años habló del ÁTOMO definiéndolo como la forma más pequeña e indivisible de la materia. Epicuro, hace 2.300 años explicaba la imposibilidad de que exista “dios”, dadas las contradicciones inherentes a esa falacia. Eratóstenes, el primero en calcular la circunferencia terrestre, hace 2.200 años. Sin embargo, hay energúmenos que hoy ignoran esas verdades demostradas, afirman que la Tierra es plana, y suscriben toda ficción, que la mayoría alienada avale. Otros que rechazaron ser acríticas y dogmáticas ovejas, a pesar de las graves amenazas y represalias del rebaño, dieron valiosos aportes al conocimiento; Copérnico, Bruno, Galileo, Newton, Darwin, han contribuido a reducir la ignorancia,

Las invenciones, provenientes de la fantasía, de los mitos, de las ficciones y falacias convenientes a los intereses de las minorías que en cada época han detentado el poder sobre cada grupo humano, fueron lo preponderante de la Cosmovisión que describía y explicaba “el mundo” de cada conjunto, que en términos espaciales y durante 7 millones de años estaba limitado al reducido hábitat en que lograban sobrevivir, y en términos temporales no ocupaba más de unos pocos milenios (al extremo de que cada religión asignaba ese muy breve lapso a la existencia del Universo, “creado” por deidades hace unos cinco o seis mil años, una insignificancia en los trece mil ochocientos millones de años que las ciencias le atribuyen al Universo, desde su más reciente surgimiento, con el Big Bang -gran estruendo-, un proceso de expansión y transformaciones que produjo millones de galaxias, dentro de las cuales encontramos millones de estrellas de diferentes tamaños, una buena porción de ellas como centro de gravitación de algunos planetas, asteroides, cometas, nuestro propio sistema solar formado hace 4.500 millones de años (cuando ya el Universo tenía 9.300 millones de años de edad), con 9 planetas girando en órbitas elípticas alrededor de una pequeña estrella, el Sol (a 150 millones de kmts de la Tierra). Lo que veían nuestros lejanos ancestros, el Sol aparece por el este, se pone por el oeste, la Luna y miles de estrellas aparecen de noche y también “se mueven” de este a oeste, los obligó a deducir que todos esos astros giraban en torno a “nuestro mundo” que, en consecuencia, debería ser plano. Hasta la certificación de los viajes de Colón (pudo haber otros antes, pero no tuvieron esa trascendencia), tuvo vigencia la planitud de nuestro planeta, pero al quedar demostrado que se puede circunnavegar a la Tierra, poniendo rumbo al este o al oeste se llega al punto de partida, queda totalmente anulada la teoría de la planitud (corroborado no sólo por cálculos sobre su condición esferoidal, sino por la acumulación de evidencias derivadas de las observaciones a grandes altitudes, desde aviones en vuelos regulares a 10 kmts de altitud, o naves que alcanzan cientos de kilómetros sobre nuestra atmósfera (transbordadores, Soyuz, Estación Espacial Internacional a 400 kmts), satélites artificiales que pueden estar en órbitas geocéntricas, a 36.000 Kmts), las naves y sondas rusas y estadounidenses que orbitaron la Luna. 

No es casual que desde que Darwin dio a conocer su Teoría del Origen de las especies, relacionando a los primeros homínidos con los primates superiores, a través del complejo y gradual proceso de la Evolución, sus detractores, basados en su intenso dogmatismo religioso, utilizaran el término MONO (primate inferior) para reducir la Verdad del descubrimiento darwiniano. Somos parientes de los SIMIOS, también primates pero mucho más evolucionados que los monos. Y ya no es teoría, compartimos el 98% del ADN de los Chimpancés, 96% con los gorilas, nuestros primos. Las ciencias no inventan. Investigan, experimentan, descubren, organizan los conocimientos y los explican, en ocasiones elaborando LEYES como la de la Relatividad (Einstein), la Gravedad (Newton), la Gravitación Universal (de un conjunto de científicos astrofísicos), etc. La ciencia no se basa en «libros sagrados» infalibles e incuestionables. Y cualquiera de sus resultados está sujeto a cambio, dependiendo de los nuevos avances y descubrimientos que ocurran. Distinto es afirmar que «dios» creó el Universo en seis días, hizo al hombre, de barro a su imagen, y a la mujer de costilla masculina (¿machismo?), Noé construyó un arca de 150 mts de largo, donde acomodó parejas de cada especie animal, y los mantuvo bien alimentados, en  ambientes pulcros, vivos todos durante 40 días de diluvio. Al sudario de Torino, atribuyen reflejar la imagen de Jesús Cristo ya cadáver, aunque diversos estudios científicos, acreditados y separados, le asignan una edad de 1.300 años. Los tercos dogmáticos insisten en que tiene casi 2.000 años y es una polaroid del que «resucitó» al tercer día. Las evidencias demuestran que NO EXISTEN ni dioses, ni diablos, ni ángeles y arcángeles, ni cielos e infiernos, pero la FE es prepotente y como los creyentes son mayoría, le dan más validez a lo imaginario que a lo real y comprobado.

A la edad media, del año 476 al 1500 dc (caída del imperio romano de occidente/ descubrimiento de América), la definen como era del oscurantismo, por haber sido un milenio de estancamiento e intenso dogmatismo religioso, economía agrícola, sociedades feudales dominadas por los nobles, los sacerdotes y los militares, cárcel, tortura, ejecución en la horca o la hoguera ordenada por la intolerante Inquisición, a quienes osaran contradecir cualquiera de los conceptos errados que sostenían a Monarquía e Iglesia. Aprender a leer y escribir era privilegio exclusivo de las clases dominantes, repetir la cosmovisión retrógrada conformada por falsedades y falacias era la única opción válida. Rechazar las falsedades conducía a la cárcel, tortura, ejecución tras juicio sumario y totalmente sectario. Prevalecía la ignorancia y la dictatorial/errada cosmovisión de la manada.

Con el Renacimiento se debilitan esas élites dominantes, la economía se diversifica gradualmente y surge la Burguesía, que con su dominio de la nueva y diversa economía elimina el feudalismo y va creando las bases para sociedades cada vez menos subalternas de la dupla monarquía/iglesia. Se  redactan normas y leyes que reflejan la nueva dinámica social, la cosmovisión basada en resultados comprobados por las respectivas ciencias, que obviamente coliden con las paparruchadas religiosas y las anulan con argumentos irrebatibles. Se desmoronó parte del blindaje que impidió por siglos discutir la cuestión religiosa, definiéndola como de origen divino y respetable, ergo perfecta e incuestionable. En la medida en que lo académico avanzaba, quedaban en evidencia las lagunas, contradicciones, defectos, de la ideología que sostiene a cada religión, reforzada esa posición antidogmática por la adopción de legislaciones que establecen la igualdad de las personas independientemente de su sexo, etnia, creencia o convicción, posición social o político-partidista, señalando derechos y deberes ajenos a la presunta voluntad de seres imaginarios a quienes el substrato religioso atribuye omnipotencia y control total sobre la vida de todos y cada uno de los individuos que habitan nuestro planeta. De la miríada de autoritarismos que gobernaban a cada pueblo, paulatinamente fue creciendo la participación genuinamente democrática, lo monárquico y lo eclesiástico perdieron sus pedestales como machos alfa de los rebaños, así como los mitos, leyendas, cuentos, ficciones y crudas falacias han sido gradualmente desplazadas por las verdades emanadas del arduo y eficiente trabajo científico, convirtiendo en obsoletos los errados conceptos que hacían plana a la Tierra, inferior a la mujer, sede celestial a la parte superior del mundo y sede infernal a su porción inferior (bajo lo plano, seguramente), para hacer del vasto espacio del sistema solar, el escenario que ahora comparten sus 9 planetas con cientos de artefactos diseñados y puestos en órbita por las élites tecno-científicas que ya llegaron a La Luna, Marte, algunos asteroides, e incluso ya salieron de la jurisdicción solar, como los Pioneer. A menores escalas, las ciencias han alcanzado satisfactorios conocimientos sobre la mayoría de los elementos de los tres reinos: Mineral, Vegetal y Animal, dominando la estructura geológica de las diversas expresiones de la corteza terrestre, en sus eras y partes constitutivas, bosques, sabanas, tundras, cordilleras, valles, desiertos, ciénagas, anatomía de organismos microscópicos y macroscópicos.  Mientras hasta la edad media estaba prohibido ver el interior del cuerpo humano, la ciencia no sólo lo ha diseccionado con bisturí, sino que puede observar con detalle su interior sin siquiera cortar la piel, mediante ecosonido o resonancia magnética. Sabemos la diferencia entre peces, mariscos, moluscos, cetáceos, insectos, batracios, reptiles, marsupiales, mamíferos, aves, paquidermos, felinos, rumiantes, e incluso podemos distinguir entre homo sapiens, neandertales y denisovanos (estas dos últimas especies ya extintas, pero dejaron su huella en los sobrevivientes). Con microscopios, largavistas, telescopios, cromatógrafos, cámaras de fotografía y cine, computadoras, y otros equipos sofisticados, reducimos los misterios que alimentan las religiones y agrandamos el conocimiento genuino y útil, que no depende de dimensiones extraterrestres ni imaginarias.

En su más amplio significado el término Cultura abarca todo cuanto no sea totalmente natural, lo que ha sido producido o modificado por el Hombre. Por supuesto que en sus inicios los homínidos eran 100% animales, naturales, incluían comer carroña para sobrevivír. Pero a medida que evolucionaban, desde su nivel de antropoides básicos, simios separados de las especies previas, las de los primates superiores, generaban pequeños cambios en su conducta, que a su vez conducían a transformaciones de su entorno, creando Cultura; La rama o roca afiladas para ser usadas como armas de cacería, el cuero de sus presas curtido para servir de ropaje protector, la fogata para combatir el frío, la obscuridad, y más tarde para cocinar, lo que lleva a disminuir el esfuerzo de masticar carnes y vegetales crudos, incentivando la convivencia en torno al fuego, que de gestos, señas, sonidos guturales, produjo primero símbolos y luego palabras, apareciendo los maravillosos lenguajes que facilitan la comunicación verbal e inevitablemente llevan a inventar la escritura, otorgando inmortalidad y mayor accesibilidad al bagaje cultural acumulado.

Lenguaje, sedentarización y la gradual desaparición de los esquemas primitivos de organización social, conducen a grados de civilización cada vez más elevados e incluyentes, de lo cual surge la Escuela, la alfabetización y enseñanza del conocimiento primordial de cada grupo humano, trasladado de una generación a la siguiente, incorporando conceptos que no provienen de la arbitraria invención sino de la experiencia, la observación, el gradual conocimiento de los mecanismos de funcionamiento de cada expresión de la Naturaleza, sea mineral, sea vegetal, sea animal. Y el arsenal cultural se fortalece con el dominio de la Matemática, la Biología (Botánica y Zoología), la Astronomía, la Física, la Química, la Metalurgia, la Medicina, la Agronomía, la Ingeniería, la Arquitectura, todo ese acerbo académico que nos brinda verdades demostradas, imprescindibles para que la Humanidad alcanzara la capacidad actual de producción agrícola, pecuaria, industrial, de prevención y curación de enfermedades y daños puntuales al organismo (ej: por traumatismos), de comunicación en décimas de segundo, con cobertura casi total a escala del planeta, transmisión inalámbrica, entre torres o mediante red satelital.

Señalar un error, una redundancia, un anacronismo, no es irrespeto ni ataque del que deba defenderse quien comete el gazapo. Todo educador o experto debe intervenir cuando ve un error gramatical, semántico, histórico, conceptual, cifras o términos erróneos. Cuando, en el ejercicio de la docencia, corregimos a nuestros alumnos (y les bajamos la nota por sus errores), estamos cumpliendo con nuestro deber, no estamos agrediendo a quienes corregimos, ni irrespetándolos. Un docente debe exigir todo de sí cuando enseña, y debe exigir todo de cada alumno, cuando lo evalúa, lo examina, cuando le corresponde al educando demostrar que se esforzó, y aprendió, de las clases y de las lecturas complementarias. Claro que los malos estudiantes, odian al profesor exigente, y adoran al profe «pana, alcahueta, el que nunca raspa» (aunque no merezcan la nota aprobatoria que les regala, el mal docente, el maestro o profesor sin ética). Los buenos maestros y profesores deben señalar los errores y falsedades al momento de ocurrir, haciendo la correspondiente corrección, cualquiera sea el concepto involucrado.  Un viejo proverbio chino dice «Corrige al sabio y le harás más sabio, corrige al necio y le harás tu enemigo». (*1)

Decir verdades no perjudica ni limita la Libertad. Es obvio que existen muchos credos religiosos, la fe en un dios. No pongo en duda que hay creencias y que hay creyentes. Pero Yo no creo en nada, ese verbo no lo conjugo en ningún tiempo. Sé o ignoro, no creo. No todo es respetable, y lo que se sostiene sobre falsedades, mitos, fábulas, cuentos, discriminaciones, prejuicios, invenciones y enormes falacias, ciertamente no puede ser respetable, como tampoco debe ser interpretado como irrespeto la corrección que indica la falsedad (basada en creencias) y su contrario, la verdad demostrada. Organizo mis ideas en torno a un tema, trato de analizar y argumentar lo mejor posible, y lo expongo, esperando que los lectores interpreten correctamente cada texto (hay demasiados analfabetos funcionales, incapaces de leer bien, y dominados por sus prejuicios, dogmas, conceptos preconcebidos, cosmovisiones erradas, lo que les impide reconocer las verdades, pues prefieren seguir aferrados a sus mentiras complacientes). Yo le propongo a todo «lector» que como primer impulso rechace el contenido de algún artículo (mío o ajeno), que se calme, trate de leerlo con la mayor objetividad, y lo diseccione, contrastando cada línea y cada párrafo con ARGUMENTOS que demuestren dónde falla, donde se aleja de la VERDAD lo escrito. Invito a razonar el rechazo a los conceptos que uso y mis puntos de vista, como adulto, como profesional de la docencia, sin asumir que señalar contradicciones y falacias en las cosmovisiones en general, y en las religiones, sea automáticamente una falta de respeto al tema o a las personas que tienen puntos de vista contrarios y usan conceptos errados. Con ese blindaje la Inquisición cometió muchas injusticias contra quienes se atrevieron a sostener informaciones que hoy día están consolidadas como hechos científicos demostrados (que la Tierra no es plana, ni el centro del Universo, por ejemplo).

Entre la vasta bisutería que caracteriza a la dimensión religiosa, sobresale esa constante exigencia a RESPETAR las creencias, como expresión cultural (de un individuo, de un grupo, de una sociedad o su mayoría), y esa es la vacuna, el antídoto esencial para evadir o impedir que se cuestionen las falacias y contradicciones propias de toda creencia, son su base estructural. Y resulta que no todo es respetable, puesto que aquello que se sostenga en mentiras o ficciones no puede exigir que se le respete, alegando que la mayoría las repite, o que las apuntalan con una intensa fe. Un maestro no debe pedir perdón a sus alumnos, por haberlos evaluado negativamente en un examen, cada vez que respondieron incorrectamente. No es un irrespeto señalar a los alumnos que están errados al afirmar que 5 x 7 da 43, tampoco es un irrespeto señalar a los creyentes que el Universo no fue creado en seis días, que al primer hombre no lo hizo un «dios» usando barro, ni a la primera mujer la hizo ese «dios» -innegablemente MACHISTA- de la costilla del primer hombre, como para que no queden dudas de la obvia inferioridad asignada a las mujeres, su subalternidad respecto de los varones. Tampoco es irrespetuoso señalar las imposibilidades de que Noé construyera una gigantesca arca y en ella  reuniera parejas de cada especie animal, y las mantuviera vivas y sanas durante los 40 días del «diluvio». No se falta al respeto cuando sostenemos que NO se puede caminar sobre el agua, ni multiplicar por miles tres panes y dos peces, ni tocando al leproso se le cura de su terrible enfermedad, ¡ni hay opción de RESUCITAR luego de estar absolutamente muerto !. Los creyentes evaden la discusión, alegando que los argumentos en contra de sus creencias son irrespetuosos, y eso equivale a que un sospechoso de haber cometido un delito, se niegue a identificarse y responder preguntas de la policía, alegando que a él acaban de rociarlo con agua bendita, lo que lo exonera de cualquier irrespetuoso trámite policial y legal !! Tampoco es lícito mantener las porciones primitivas y negativas de la cultura de un pueblo, por ejemplo, ya la Humanidad abandonó el canibalismo y los sacrificios humanos. Ya es tiempo de que la humanidad deseche las cosmovisiones basadas en seres y eventos imaginarios, y asuma responsablemente la realidad, con sus altibajos, sus defectos e imperfecciones, sus obstáculos y sus maravillas, entre las cuales están sus propias potencialidades, sin autoengañarse ni incurrir en conductas salvajes, masoquistas o incongruentes.  

(*1) http://edgardjenblancoynegro.blogspot.com/2012/04/culpar-otros.html 

(*2)http://edgardjenblancoynegro.blogspot.com/2017/04/de-guanare-lourdes-y-fatima-johanesburgo.html 

(*3)http://edgardjenblancoynegro.blogspot.com/2020/01/deconstruyendo-superman.html    http://www.analitica.com/opinion/deconstruyendo-a-superman/

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