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¿Con pepazos se salvará esta revolución?

Era la despedida por el año del programa Contacto con Maduro. Fue invitado un grupo musical cuyo vocero es  amigo de Nicolás desde tiempos atrás. Dialogaban sobre el proceso y el artista aludió a la crisis política que padece este expaís y sobre la necesidad de mantener unidos a los revolucionarios.

Y concluyó diciendo que, a quienes traicionen sencillamente hay que darles un pepazo en la cabeza. De inmediato Maduro lo detuvo con un “no seas loco vale” para agregar luego: “no ves que estamos en vivo”. No hubo un desmentido sino, entrelíneas, una aprobación.

Si el jefe de Miraflores no hubiese estado de acuerdo con lo expresado, estaba obligado a afirmarlo de manera terminante. Pero prefirió hacerse el loco ante quien llamó “loco”.

Desde la noche del martes 30/12/15 las redes comenzaron a atacar a Alberto Allen por haberle sugerido a Maduro la conducta de la pena de muerte a los traidores. Se pierde de vista que esto no es lo más grave sino la ausencia de condena al llamado.

Y también se  olvida que esta revolución desde sus inicios se ha definido como pacífica pero armada. Y que en este momento, precisamente, parece haber llegado el momento de pasar “a otra etapa del proceso”. A una lucha  que no será extraña a las armas, a la violencia.

Algo que no tiene porque extrañar en el contexto de lo que  se conoce como revolución. Procesos que hasta el presente han dejado riega de muertos en cada una de sus experiencias. En esto no hay excepciones.

De modo que no es a este señor músico  y desesperado a quien hay que condenar. Él forma parte de una legión de fanáticos llamados a lograr “como sea”  el estadio radical de la revolución.

Y esta experiencia nos obliga a situarnos ante el peor de los escenarios para los días que siguen. Los monstruos se desatan cada vez más. El “cambio ya”, que es otra salida pero pacífica, constitucional y sin guarimbas, se enfrentará a una fuerza que se supone bien dispuesta, preparada y ultra equipada para acometer la  necesaria tarea de la salvación de la revolución de una burguesía pelucona e imperialista empeñada en derrotarla.

Para Maduro y la pata dirigente del PSUV es indispensable salvar el legado del Comandante Eterno. Los compromisos, adquiridos por el proceso  en los más productivos y peligrosos frentes, los obligan a combatir por todas las vías para garantizar poder  como única instancia con capacidad para enfrentar avatares de alta monta “fabricados por el imperio”.

De no ser así, la debacle no sería sólo de la revolución sino de la inmensa mayoría de sus cuadros dirigentes. Por todo esto ratificamos nuestro llamado de atención al proceso de violencia ya en marcha y el cual  se hará muy difícil detener debido a la inexistencia de fuerzas organizadas llamadas a cumplir con ese objetivo.

Por esto, para esta hora, desatadas muchas furias, como la relacionada con el cuestionamiento a tres diputados MUD y la consecuente aparición de la consigna-decisión: juramentación de los 112 o ninguno, no se  puede considerar el escenario  de una superación del cuadro trágico que padecemos por la vía consensuada y pacífica. De allí el largo espacio que tiene hoy el  mensaje de extrema violencia de Alberto Allen. La revolución está en peligro y debe ser defendida “rodilla en tierra”.

Se utilizará ahora toda la fuerza de las armas para su salvación porque sólo de esa manera “seguiremos teniendo patria”. Continuará el legado supremo del Comandante Eterno. Mientras haya revolución tendremos patria soberana e independiente.

Este ha sido el discurso permanente de lo que se conoce como revolución bolivariana que dice construir el socialismo del siglo XXI. Y esta maquinaria en  ningún momento ha ocultado su ligamen y comunión con la violencia. Por ello no es fácil llegar a la conclusión que muchos han establecido de que aquí llegó la muerte del chavismo. Según estos testimonios la herida que la fuerza social le propinó al proceso socialista es absolutamente irrecuperable, irreversible.

Esta nos parece una lectura muy ligera y emocional de esta compleja y retadora realidad. No es verdad, insistimos, que estos “señores revolucionarios”, poder en mano, hayan decidido un suicidio colectivo y, en consecuencia, a  colocar voluntariamente su cuello en la guillotina.

Este proceder no tiene ni tendría lógica alguna. La masa de los intereses y del fanatismo que la secundan está dispuesta y hasta obligada a toda resistencia. Sólo de este modo pueden  garantizar la supervivencia de todos los factores de su competencia.

Esto no quiere decir que el chavismo mantenga el mismo dominio de la escena que en los tiempos de Chávez. Hay una disminución del apoyo popular a esta causa revolucionaria  que no tiene hoy a la mano su figura emblemática ni ha podido superar problemas gruesos en el campo de la producción, la inflación y la escasez. Esto es cierto. Pero colegir de esta situación que la revolución está derrotada y definitivamente caída, es  una deducción que no podemos avalar.

Hemos dicho en muchas oportunidades que aquí está planteada una lucha entre dos grandes monstruos. Son dos fuerzas enfrentadas, en medio de una bandera fundamental que los lleva a dirimir quién le sirve de manera más completa y efectiva a los grandes intereses internacionales. Y se trata de dos polos que, en definitiva, deciden su status a partir de la aplicación de la fuerza.

Eso quiere decir que  en este tipo de lucha es ganador siempre  el mismo: el monstruo mayor, el de más fuerza. Y es evidente hoy  que esa fortaleza  con toda su capacidad de  destrucción es la que se mantiene con vida al frente de la conducción en este expaís.

Y hasta el presente sólo conocemos el discurso opositor que refiere un plan de seis meses para derrotar al gobierno de manera tajante y definitiva, por la vía constitucional, democrática, pacífica y electoral. ¿Se olvida que este es unrégimen  dictatorial-militar-policial-civil?  En caso de no rendir los frutos esperados esta línea pacífico-electoral ¿tienen las oposiciones-MUD alguna otra política con capacidad para alcanzar los objetivos planteados y sin contar para ello con la violencia?

Lo importante hoy es tener conciencia de que entre los enigmas del 06D-15 hay uno al que debemos prestarle la mayor atención. Esa gran masa que no votó por la oposición sino contra el gobierno, esa mayoría que le compró la oferta de cambio a las oposiciones, hoy puede colocarse en plan de contraloría política y exigir se cumpla el compromiso asumido.

De no ser así, se estaría potenciando los riesgos de alteración que  pudiera conducir a una implosión  gobernada por la desesperación-hambre-angustia y que en su desarrollo no tendría porque discernir entre los monstruos que han detentado el mando-poder en esta Venezuela cada vez más aplastada.

Y en este contexto, que presenta una situación que va  de mal hacia lo peor, se hace evidente que en el corto y mediano plazo está garantizada la violencia creciente, la guerra civil de facto. De allí la inmensa acogida del mensaje Alberto Allen: es necesario disparar rodilla en tierra a las nucas traidoras. Sólo de esta manera se puede avanzar a paso de destructores hacia la radicalización de la revolución.

De esta realidad sale el socialismo o la muerte. Los días que siguen, en consecuencia, pueden adquirir hasta el rasgo y rango de lo trágico. Ninguna revolución-violencia contribuye a la vida. Son instituciones para la muerte.

Por ello en este momento se impone repetir el llamado a la organización consciente de la fuerza social-pueblo como única fórmula válida para incidir en el cambio social. Sólo con el Movimiento de Movimientos (MdM) con la participación horizontal de todos podemos pensar y hacer otra historia. La historia del colectivo-pueblo.

De  mantenernos en las posiciones del ciclo héroe-caudillo-libertador seguiríamos inmersos en el mismo círculo invasor que coloca las mayorías  al servicio de las minorías privilegiadas. ¿Es eso lo que queremos hoy alimentar? ¿Tendremos que contribuir a multiplicar los pepazos que enfrenten esta revolución?

Con pepazos nadie puede garantizar la permanencia de una tal revolución pero tampoco por esa vía se puede lograr una sociedad distinta. Simplemente seguiríamos en el círculo destructor que ha caracterizado nuestro proceso social, político, militar.  ¡Qué historia amigos!

@ablancomunoz
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