27 años del “caracazo”, un bochorno criminal maquillado por politiquería
Es un irresponsable empeño el atribuir al llamado Caracazo -un suceso vergonzoso a escala planetaria-, cualidades de expresión popular de protesta ciudadana. Lo peor es que en esta insistencia para maquillar su total fealdad y hacerlo aparecer como un episodio glorioso, tan del gusto de quienes cultivan el patrioterismo y fabrican hazañas dignas de aplauso a partir de comportamientos colectivos vulgares y censurables, no sólo están los dirigentes del chavismo, consuetudinarios adulteradores de la verdad histórica, que otorgan calidad de bueno a lo malo y viceversa, en su muy goebbeliana praxis discursiva e informativa, sino que también hallamos a individuos ubicados en el bando opositor, que suscriben la leyenda dorada por conveniencia personal (para borrar su probable complicidad -directa o indirecta- con aquellos hechos, o para aprovechar la veta de simpatía electoral que deriva de apuntalar con mentiras la ficción celestina y perjudicial construida en torno a ese negativo capítulo de nuestra contemporaneidad, que no ha sido investigado a fondo todavía).
La versión edulcorada del caracazo, en resumen, sostiene que “el pueblo venezolano salió a las calles a protestar contra el paquete de medidas neoliberales aplicadas por el presidente Carlos Andrés Pérez, a su vez derivadas del esquema impuesto por el Fondo Monetario Internacional al que había acudido el gobierno, dada la grave insuficiencia financiera en que se encontraba el país. Las manifestaciones de protesta popular antigubernamental fueron salvajemente reprimidas por el ejército, produciéndose un saldo de miles de muertos por protestar contra CAP y el FMI. Esa injustificada masacre quedó impune, hasta que el régimen chavista se propuso denunciar la verdad y enjuiciar a los militares que cometieron aquellos desmanes”. Le añaden a esa endeble y evasiva versión oficial, que “esos sucesos conmovieron al joven oficial Hugo Chávez, motivándole para decidir su irrupción de rebeldía del 4 de febrero de 1992, indignado por esa emboscada nacional al patriótico pueblo venezolano”.
Un análisis objetivo e integral de todos los elementos que formaron parte de aquel episodio, nos permite señalar;
- 1. No fue un suceso nacional, aunque los días 27 y 28 de febrero del 89 hubo lo que pudiéramos calificar como réplicas, en lenguaje de la Sismología, se trató de conatos menores en algunas ciudades y pueblos del resto del país, incentivados por las escandalosas noticias en Radio y TV, que inducían a reducidos grupos en provincia, similares en su escaso nivel de ciudadanía a las numerosas turbas que protagonizaron el bochorno en la capital. Esos conatos no tuvieron las dimensiones ni la duración de los que ocurrieron en Caracas, fueron en breve controlados (es posible que la actitud de rechazo por parte de la mayoría de la población en el resto del país, redujo el obvio efecto de estímulo que generó la actuación masiva que tuvo esa vergonzosa actuación colectiva en la capital, el mecanismo básico de un tumulto, fenómeno en el cual el individuo se deja llevar irracionalmente por la masa). Lo cierto es que aquello sucedió primordialmente en Caracas, de allí que tuvieran que denominarlo “el caracazo”, una mancha en la trayectoria de la ciudad, en las antípodas del mérito que tuvo durante la Independencia, plasmado en la letra de nuestro Himno: “Seguid el ejemplo que Caracas dio”.
- 2. No fue en protesta contra el gobierno. Importantísimo:
2A. CAP había sido electo por la mayoría de los electores, menos de dos meses antes (diciembre del 88), y su toma de posesión presidencial adquirió visos apoteósicos, escenificada hacía apenas 25 días (fuera de la sede del Poder Legislativo, donde lo establece la propia Constitución, pero con CAP presente y vivo, no ausente y muerto como sucedió con la carnavalesca ceremonia que substituyó la formal toma de posesión de Chávez, en enero del 2013, en plena avenida Urdaneta, alrededor de un templete sobre el cual el sádico Daniel Ortega y el hipocritón Pepe Mujica demostraron su complicidad con el proyecto estalinista del Foro de Sao Paulo, avalando aquella farsa con la que pretendieron ocultar que Chávez estaba absolutamente impedido de asumir el cargo, dada su obvia condición de fallecido en La Habana, a finales de diciembre del 2012). Se usó el Teatro Teresa Carreño para la fastuosa ceremonia de asunción presidencial, por tener más capacidad que el hemiciclo del Congreso Nacional. La evidente exageración en la cantidad de invitados, los rituales y los gastos, condujeron a bautizar aquel indebido exceso como la Coronación, pero tan sólo una minoría criticó lo impropio y abusivo del acto, la mayoría del pueblo, en mayor proporción que la cantidad que lo reeligió, disfrutó la falsa grandeza que buscó proyectar esa formalidad adornada con boato monárquico. No hubo descontento hacia CAP durante la luna de miel, esos primeros cien días de cualquier gestión.
2B. Las hordas callejeras no atacaron a ninguna oficina ni funcionario del Oficialismo, lo que habría dado indicios de reclamo con sentido político. Fueron exclusivamente cobardes SAQUEOS a las pequeñas y medianas empresas (tampoco sufrieron las grandes empresas, esas donde es mayor la posibilidad de que una turba saqueadora sea repelida por los vigilantes, o por grupos armados improvisados para impedir daños a esas grandes compañías). La turbamulta saqueó y destruyó bodegas, quincallas, carnicerías, pequeñas tiendas y modestos establecimientos de electrodomésticos, ropa, calzado, mercancía de medianas cantidades que sin embargo eran todo el capital de esos pequeños y medianos empresarios, muchos de los cuales quebraron. Destrozaron sencillas puertas, vidrieras, y en los locales con rejas del tipo Santamaría, usaron grúas para forzarlas, dejando totalmente inservibles esas fachadas. Gracias a las cobardes perversiones de esos colectivos envalentonados por su número y la total indefensión de sus víctimas, desde aquellos horribles excesos las láminas de hierro estriado en las fachadas, y las rejas adentro, son parte del paisaje urbano, indudablemente afeado por el temor a otra explosión de cobardía y resentimiento, como esa a la que pretenden dar una pátina de gloria, que no merece sino asco y condena de una genuina ciudadanía.
2C. No se aplicó el paquete de medidas que contemplaba el gobierno, apenas el aumento de Bs 0,25 en el litro de la gasolina, que algunas líneas de busetas interurbanas usaron de excusa para subir Bs 6 al pasaje, incluso antes de la fecha autorizada. Las primeras manifestaciones sí eran de reclamo, dirigidas más que contra el aumento en la gasolina, contra ese abusivo y prematuro aumento del pasaje, contra los choferes, en especial en los terminales de pasajeros de Guatire y Guarenas. Pero en Caracas la situación se transformó en agavillamiento colectivo, anónimo y espontáneo, por efecto de esa mezcla explosiva que está en la conducta de muchos venezolanos, de viveza criolla y falta de ciudadanía (conciencia de lo que debe hacerse, el deber ser, desplazado por lo que puede hacerse ante la evidente falta de autoridad en ese particular espacio y momento). Comportamiento animal e irracional de manada, en pos de la ganancia fácil e inmediata.
- 3. No hubo orden a la policía de no intervenir, la Policía ESTABA EN HUELGA y eso lo aprovecharon las hordas que salieron sin riesgos (hasta que apareció el Ejército) a SAQUEAR, perjudicando a los más humildes. El LUMPEN se dio un festín a costa de los comerciantes, no del gobierno. No hubo las primeras 48 horas una respuesta eficiente y sensata del gobierno (a ello contribuyó el hecho de que CAP se encontraba en Barquisimeto, y tanto él como sus Ministros fallaron al evaluar la situación, postergando la imprescindible respuesta oficial). Las primeras escaramuzas -insistimos- ocurrieron en Guatire y Guarenas, dos ciudades dormitorio en las que se dieron los abusivos aumentos en el precio de los pasajes, lo que condujo a discusiones y peleas con los prepotentes choferes de los vehículos particulares de transporte público. De manera inicialmente espontánea y anárquica comenzaron a ocurrir daños a busetas, lo que se trasladó a la capital, por su cercanía y condición de destino laboral de esa masa que pernocta en las ciudades aledañas (ya señalamos que la difusión por radio y tv de ambiguas noticias de los desmanes, incitó a grupúsculos en otras partes del país, pero eso involucró a menos gente y por poco tiempo). En paralelo a la “combustión espontánea” en barrios de la capital que se dirigieron a saquear los modestos establecimientos en sus cercanías, hubo grupos que se dedicaron a estimular la anarquía y el terror, disparando armas largas y cortas desde algunos de los cerros que bordean al valle de Caracas. Es muy probable que además de elementos del hampa común, subversivos adictos a la violencia aprovecharan el desorden -en conocimiento de que la Policía estaba en huelga- para tratar de aumentar la anomia temporal que regía en la capital (el General Carlos Peñaloza alude al arribo de la comitiva de Fidel Castro -insólito invitado de honor de CAP para su toma de posesión, fruto de la megalomanía del líder tachirense, otro que buscaba remodelar el sistema solar y sus alrededores-, en dos aviones que no fueron revisados, y sus pasajeros y carga pasaron por la rampa 4 de Maiquetía sin cumplir el debido trámite de Aduana, aunque fueron vistas unas grandes cajas de madera que venían en el 2º avión y cuyo contenido y destino no han sido conocidos ni investigados. Así podrían haber ingresado muchas de las armas que fueron usadas durante el caracazo, y en otros episodios violentos que siguen sin aclararse).
- 4. En lugar de negociar con los policías que postergaran sus exigencias y atendieran la evidente y prioritaria emergencia, en Miraflores decidieron poner a cargo de la delicada situación al Ejército (un organismo armado y preparado exclusivamente para enfrentar situaciones de guerra, para vencer –aniquilándolo si es preciso- al ejército enemigo, otro conjunto armado que tiene la intención de invadir nuestro territorio, destruir lo esencial de nuestra infraestructura, causar daño indiscriminado a nuestra población. El Ejército no está preparado para controlar disturbios civiles, y sólo puede actuar cuando el desorden rebasa las actuaciones de los cuerpos policiales, que tienen instrucción y equipos para atender esas situaciones). Por supuesto que de la actuación militar derivaron excesos, atropellos, pero también respondieron con sus armas a los disparos que eran dirigidos contra ellos (Felipe Antonio Acosta Carlés comandaba una unidad del ejército en El Valle, cuando una bala le segó la vida. Es obvio que no enfrentaban a lanzadores de serpentinas y papelillo). Hasta ahora no se sabe qué hizo esos días Hugo Chávez, se declaró «enfermito», pero es probable que haya estado incitando a los desmanes y saqueos, como parte de su AGENDA. Esa es parte de la explicación de por qué no han ocurrido desmanes similares en estos 17 años de sistemática destrucción que nos han conducido a una situación PEOR en todos los sentidos. Los profesionales de la violencia, los que realizaron «protestas» casi a diario durante los 40 años de la Democracia -imperfecta pero perfectible-, que teníamos, están desde 1999 en el régimen, en el poder, no van a protestar contra su propia creación, el monstruoso resultado que siempre ha generado el experimento colectivista con consignas redentoras y patrioteras.
Chávez usó como excusa al caracazo (glorificándolo), para justificar su Traición al país en 1992 (el golpe militar, chimbo y sangriento a la vez, que también glorifican los oportunistas que se le sumaron, expertos en deformación goebbeliana de la información). Que Tribilín se inspiró en el caracazo es una falsedad gigantesca, pues Chávez desde su ingreso a las FFAA en los años 70, ya era un tirapiedras de la ultraizquierda estéril, al servicio del Plan B de Fidel (derrotado su Plan A, el de las guerrillas). El frustrado pitcher de Sabaneta era ya una ficha del castrismo, con y sin caracazo habría dado los golpes del 92. Su objetivo siempre fue dar un golpe militar y tomar el poder para hacer lo que le viniera en gana, emulando a Fidel, el criminal del Caribe, gerente de los planes A y B (Maduro también era ficha de Fidel desde que hizo el cursito ACME en La Habana).
Ya basta de maquillar la realidad, Saquear y Expropiar por capricho es ROBAR, lo esencial del caracazo y de la gestión arbitraria del difunto que murió dos veces y en dos lugares diferentes. Hay demasiadas lagunas en la Historia contada por protagonistas torcidos, interesados en pulir sus actuaciones antes de mostrar su versión de lo sucedido. Sucesos bestiales, como el asalto a un camión cava en una autopista de Caracas, por parte de un enjambre de motorizados que robaron toda la carne, y en la comisión de ese delito colectivo pisotearon al chofer, herido en la cabina, hasta dejarlo sin vida. Como el del camión con ganado vivo, que se volcó en Morón, y las reses fueron matadas y cortadas allí mismo, por una turba que se robó esas reses a plena luz del día, sin que autoridad alguna interviniera en ninguno de los dos casos reseñados. Ese horror, multiplicado miles de veces, es la esencia del caracazo. Nada de protesta ciudadana, ningún reclamo político, miseria humana en las más ruines formas de expresarse, estimulada por la ausencia de gobierno, y en ocasiones el apoyo tácito del régimen, como en la invitación a saquear un establecimiento, lo que llamaron el Dakaso. Contrasta la ausencia de funcionarios cuando se produce un saqueo criminal, con la exagerada presencia de elementos represivos, incluyendo armas, equipos de protección personal y vehículos blindados, cuando ocurre una genuina protesta ciudadana, dirigida directamente contra el régimen.
Algunos atolondrados plantean que se puede repetir hoy un caracazo, y es preocupante que lo asomen como opción de un pueblo que, de manera cívica, democrática y mayoritaria expresó su voluntad de cambio, lo que excluye la emulación o repetición de todo hecho vergonzoso, pues eso forma parte de lo que queremos superar. Luchamos por recuperar la Democracia, distanciándonos de la praxis corrupta y doblemoralista de quienes Practican hoy lo que ayer cuestionaban, cuestionan hoy lo que ayer practicaban. Piense el lector en los vicios que ayer se criticaron, y calcule si estamos igual, mejor o peor con el patético “socialismo del siglo 21”: Inseguridad, clientelismo, sectarismo, represión, corrupción, colitas de PDVSA, excesivos presidencialismo y burocracia, nepotismo, ruleteo de funcionarios, solidaridad automática, inflación, desabastecimiento, poder adquisitivo, fortaleza de la moneda, independencia de los poderes, narcotráfico, calidad en educación, salud y ocio positivo, libertades de expresión, de tránsito, de manifestación, respeto a la propiedad privada, a la integridad física, a la dignidad y a la vida. El mantenimiento e incremento de los niveles de civilización alcanzados. Repito, Practican hoy lo que ayer cuestionaban, cuestionan hoy lo que ayer practicaban.