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Las colas no se acabarán con el sistema biométrico

El ministro del Poder Popular para la Alimentación, destacó que “donde llega el sistema biométrico han habido resultados inmediatos”. Así las cosas, destacó que los productos en los anaqueles se han mantenido porque el sistema “ha disminuido las compras nerviosas y el contrabando”. Lo anterior lo reseña el portal de Globovisión por medio de una nota informativa publicada el jueves 20 de noviembre de 2014.

La aseveración realizada por el ejecutivo nacional adolece de importantes contradicciones. Si el sistema limita el acceso a los bienes a un número determinado de productos, significaría que el promedio de personas en la cola para agotar un inventario aumentaría producto de la aplicación del sistema. Adicionalmente, es simplemente imposible que vista la transacción de pago como un evento individual, el nuevo requisito de un captahuella reduzca el tiempo por transacción, por el contrario lo incrementará, en comparación a un pago en el cual no medie dicho sistema.

Más allá y mucho más preocupante, el sistema biométrico puede estar generando una especie de “efecto copago” o aumento del costo transaccional y del precio generalizado del producto –precio monetario del bien más los costos de espera e incomodidad por el captahuella- que resulta mayor para consumidores con disponibilidad de pago bajo respecto al precio generalizado en comparación a los revendedores que descreman mercado sobre demandantes inframarginales con alta disponibilidad de pago monetaria y alta desutilidad por costos transaccionales y de búsqueda.

Sólo en el caso que la reducción del número de bienes que puedan comprarse aunado al aumento del tiempo de espera y las colas que genera el sistema biométrico pince los márgenes de los revendedores al punto de no hacer tan atractiva la actividad de arbitraje; podría reducir el número de estos personajes en las colas. Sin embargo, podría pensarse que el nivel de escala operativa de un buhonero es limitada y pequeña –incluso en cargar física y logísticamente sus compras- como para que el sistema biométrico tenga este efecto de pinzamiento de márgenes y por tanto disuasivo. Vale destacar que esta lógica tiene solo sentido en la medida que las colas y los tiempos de espera aumenten, si fuese lo contrario –ceteris paribus– se incrementaría los incentivos para los revendedores a los que se les vería reducido sus costos transaccionales y de espera. Valga este razonamiento para constatar la falta de microfundamentos y/o de argumentos de la economía conductual –behavioural economics– en la aseveración realizada por el ejecutivo nacional.

El único efecto del sistema biométrico que pudiera ser plausible es el de limitar “compras nerviosas” o aprovisionamiento doméstico más allá de lo que “pudiera requerirse”, intentando evitar un problema de profecías autocumplidas respecto al abastecimiento por medio del cual se agotaría más rápido que de “costumbre” el aprovisionamiento en los anaqueles. Sin embargo, este efecto sólo es compatible con la intención y efecto de la aplicación del sistema biométrico de aumentar los tiempos, las colas, los costos de espera al distribuir escasez, limitando al acceso a los bienes de primera necesidad. Adicionalmente, este tipo de políticas se enfrenta con fallas de gobierno o errores en el diseño regulatorio como sería el “efecto copago” o lesionar a aquellos consumidores con necesidades y patrones de consumo normales superiores a la limitación que impone el sistema biométrico.

Por otra parte, si fuese cierto que los revendedores son desplazados de la red formal de comercialización, esto significa que sus clientes tendrán que incorporarse a las colas para adquirir los productos, por lo que no pareciera que podría tener el sistema biométrico ningún efecto en reducir las colas y los tiempos de espera en las compras. En el caso de los contrabandistas, sus operaciones y escalas no los definen como parte del grupo de personas que realizan colas en los establecimientos de comercialización final. Su escala y logística implican complicidad, generalmente de las autoridades, para movilizar altos niveles de mercancía.

Al final de día, la política detrás del sistema biométrico es de racionamiento por la escasez y debe preocupar que se asuma como una respuesta no de corto-plazo y coyuntural; porque esto implicaría que el Gobierno venezolano asume a futuro y permanente una situación de escasez en el país especialmente ante la monetización del déficit.

Postgraduate Program in Economics for Competition Law, Kings College London. Master in Competition and Market Regulation, Universidad Pompeu Fabra. Programa Avanzado en Política de Competencia, Instituto de Empresas, IE.

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