Woody Allen, incombustible y reivindicado, por Aquilino José Mata
Woody Allen, a sus 80 años, continúa tan activo como siempre. Acaba de presentar en el Festival de Cannes Café Society, su más reciente película, y para el próximo verano iniciará su próximo rodaje. El realizador neoyorkino posee una carrera eminente, que lo ha llevado a ser considerado uno de los directores más respetados, influyentes y prolíficos. A un ritmo promedio de una película por año, ha dirigido 53 cintas y actuado en 44 de ellas. Como autor, firmó los guiones de 76 producciones y ha ganado cuatro premios Oscar.
Allan Stewart Königsberg, que así es su verdadero nombre, comenzó a escribir chistes y artículos cómicos siendo bastante joven, cuando cursaba estudios secundarios, luego de lo cual se inscribió en la Universidad de Nueva York, que abandonó para dedicarse a lo que sería su pasión inicial: redactar segmentos cómicos para night clubs, espectáculos de Broadway y programas de televisión.
A partir de 1961 comenzó a interpretar sus propios números cómicos en cabarets y programas de TV y en 1965 entró al cine, como guionista y actor de ¿Qué pasa Pussycat? Su vinculación con el séptimo arte cinematográfico no ha cesado desde entonces.
Uno de sus amigos más cercanos, el escritor español Natalio Grueso, publicó recientemente Woody Allen. El último genio (editado por Plaza Janés). El libro es una reivindicación de la figura del cineasta como hombre culto y sobreviviente dentro de la industria del cine estadounidense, gracias a haber construido a su alrededor un buen equipo que lo acompaña desde hace décadas y a tener la habilidad de producir con poco dinero sus películas.
El realizador tiene una película pendiente de estreno (la que inauguró Cannes fuera de competencia), escribe actualmente la próxima y prepara una serie de televisión para Amazon. “Está en eso, e insiste en que es capaz de compaginar ambas escrituras”, destaca Grueso, quien cuenta que su amigo arrastra la sordera de un oído, un problema que en realidad utiliza como Luis Buñuel: cuando quiere desconecta el audífono y se hace el sordo. Por cierto, Allen quiso trabajar con el director español, al que admiraba, e incluso le envió una carta para que participara en Annie Hall (1977) para hacer de sí mismo, burlándose de las lecturas que provocan sus películas. Buñuel nunca le contestó y recurrió a uno de sus grandes amigos, Federico Fellini, pero tampoco pudo cumplir por una incompatibilidad de fechas. Entonces aplicó la tercera opción, que es la que se ve en el filme, la de Marshall McLuhan, quien protesta en la cola del cine sobre las versiones de su famosa cita: “El medio es el mensaje”.
Como norteamericano, el cineasta vive una curiosa contradicción: sus mercados actuales están fuera de su país. En Francia vende más entradas que en Estados Unidos, y es muy taquillero en España, Argentina y Japón.
Otro dato: sus padres superaron los 100 años y su hermana Letty, de 72, sigue a su lado como fiel asistente. Todo indica que hay Woody Allen para rato. También hay referencia al escandaloso final de la relación con Mia Farrow, de la cual el escritor sostiene que salió bien parado:
“Ni Soon-Yi era menor de edad, ni hija adoptiva suya, ni él estaba casado con Farrow. Aquel caso acabó en nada. Soon-Yi ha hecho de Allen alguien más abierto”, desde que se casaron en 1997.
Por cierto, cada vez que el director es homenajeado, o recibe un reconocimiento, su hijastro, Ronan Farrow, aprovecha para atacarlo públicamente en artículos de prensa -dicen en Hollywood que inducido por su madre- y rememora que abusó de su hermana pequeña, una acusación que Mia le hizo sin aportar prueba alguna, por lo cual no fue juzgado.
Cada capítulo del libro está ilustrado con una foto y una de las icónicas frases que el director ha convertido en máximas, como: “Lo mejor que te pueden decir en la vida no es ‘te quiero’, sino ‘es benigno’”. O “En Beverly Hills no tiran la basura, la convierten en televisión”, aunque la favorita de Grueso es: “La cultura es el arca de Noé que nos salvará del diluvio de los cretinos”, con la cual estamos total y absolutamente de acuerdo.