San Petersburgo, una joya rusa

Esta hermosa ciudad fue fundada por el zar Pedro el Grande en 1703 y su propósito era el de crear una ventana de Rusia hacia el mundo occidental. Fue la capital del Imperio Ruso por más de 200 años. Hoy es una de las ciudades más pobladas de Europa con casi 6 millones de habitantes.
La construcción fue hecha después de que el zar derrotara a los suecos que controlaban el acceso al mar. Para convertirla en ciudad, fue necesario importar personas –fundamentalmente siervos– para vivir en ella. Las condiciones climáticas al principio dificultaron la construcción, lo que generó una gran mortalidad.
En 1917, San Petersburgo vio los primeros movimientos de la revolución rusa. En primer lugar se destituyó al zar Nicolás II de su cargo y se instaló el gobierno provisional.
En octubre, una segunda fase de la revolución hizo que el poder pasase a los Sóviets, y mediante un golpe de Estado –planificado por el jefe del entonces llamado partido Bolchevique–, Lenin tomó el poder con el supuesto asalto al Palacio de Invierno, antigua residencia de los zares.
En esta bella ciudad hay muchos sitios para visitar; por eso se recomienda ir primero al Palacio del Hermitage, uno de los museos más importantes del mundo, integrado por 6 edificios, siendo el más importante el Palacio de Invierno.
Su colección, formada por más de tres millones de piezas, abarca desde antigüedades romanas y griegas, a cuadros y esculturas de la Europea Occidental, arte oriental, piezas arqueológicas, arte ruso, joyas o armas. Su pinacoteca es considerada una de las más completas del orbe.
Entre las muchas obras que están en este museo, merecen ser destacadas la “Madonna Litta”, de Leonardo Da Vinci.
“El Almuerzo”, de Diego Velásquez.
Y “La Danza”, de Henri Matisse.
Entre los sitios que hay que visitar están la Fortaleza de San Pedro y San Pablo, que es la ciudadela original de San Petersburgo. Diseñada por Domenico Trezzini, fue erigida en 1703. La fortaleza contiene diferentes edificios remarcables, entre ellos la Catedral de San Pedro y San Pablo, donde están enterrados los zares, desde Pedro I el Grande hasta Nicolás II y su familia.
La Catedral de San Isaac, en cuya decoración se emplearon 43 tipos de minerales. El zócalo esta revestido de granito y el interior de mármoles rusos, italianos y franceses. Las columnas tienen malaquita y lapislázuli.
El Palacio de Catalina, que era la residencia de verano de los zares.
El Palacio Yusupov, el cual debe su fama a que en él fue asesinado el influyente monje Rasputin, que traducido sería el monje loco, quien tuvo una enorme influencia sobre la zarina Alejandra.
Pero algo que no se debe dejar de hacer es asistir a un concierto en el Teatro Marinski, conocido hasta 1992 como el Teatro de Ópera y Ballet “Kirov”.
Un bello parque es el del verano que acoge el Palacio de Pedro el Grande.
Un paseo obligado es ir a Peterhof, en las afueras, situado en la orilla meridional del golfo de Finlandia. El Palacio fue creado por orden de Pedro el Grande, y a veces llamado el “Versalles ruso”.
En San Petersburgo hay una gran cantidad de cafeterías y restaurantes relativamente baratos. En este aspecto, sin duda, le saca ventaja a Moscú. En los alrededores de la catedral de San Isaac, se congregan varios de estos establecimientos., un local muy típico de San Petersburgo es el restaurante Tepló, con una ambientación de estilo casero, muy confortable.
Y si desea estar en el corazón de la ciudad y en un hotel espectacular debe probar ir al The State Hermitage Museum Official Hotel, que –como su nombre lo indica– está integrado al Hermitage.