Moda venezolana en tiempos de crisis económica
Hora 11:40 am. Lugar: plaza Sucre, El Hatillo. Es domingo y el espacio está abarrotado de gente ávida por encontrar las mejores prendas de ropa, al mejor precio. La idea es llegar temprano y cazar los tesoros que ofrece esta edición del Vintage Market, espacio cultural en el que se despliegan diferentes puestos de ropa y otras variedades antiguas y de segunda mano.
El motivo de muchas mujeres para visitar este tipo de mercados de segunda mano, que desde el año 2012 están en boga, es la constante fluctuación de los precios y la crisis económica que afecta al país. Venezuela se encuentra en una difícil situación financiera, con un porcentaje de inflación de 108,7% para el año 2015, dentro del cual 35,6% representa los servicios de vestido y calzado, según cifras oficiales del Banco Central de Venezuela.
El Vintage Market es una opción diferente que tienen las mujeres para encontrar lo que quieren en cuanto a indumentaria se refiere y por costos relativamente económicos.
Bárbara Porto es diseñadora de moda y además es la principal organizadora del Vintage Market. A través de las redes sociales contacta a los emprendedores interesados en participar en el evento: “La categoría es bien específica, se trata de mercado de artículos de segunda mano, antigüedades y piezas denominadas vintage, lo primordial es eso y que los artículos estén en perfecto estado”.
Con respecto a las mujeres que compran en este tipo de mercados, Porto añadió: “Se ha perdido el prejuicio de comprar algo porque está usado y efectivamente por la crisis la gente prefiere esta opción y más si tienes buen ojo, porque sabes que puedes conseguir cosas buenas; y gracias a esto la receptividad ha sido positiva, los precios que se consiguen aquí no tienen nada que ver con los de una tienda o un centro comercial”.
Los diferentes dueños de las propuestas que ofrece el mercado vintage también tienen presentes las necesidades de los consumidores y cómo estas varían con la realidad del país. “La gente está buscando alternativas para proveerse, buscan cosas interesantes y que le hagan lucir bien pero tratan de reducir costos porque la propuesta comercial tradicional tiene precios muy elevados”, expresó Nydia Goiticoa, comerciante. También afirmó que prefiere estar en mercados de este tipo a tiendas tradicionales porque estas requieren de “mucho control y limitaciones”.
Otras de las opciones que tienen las mujeres para conseguir ropa actualmente son las compras por internet, específicamente en redes sociales como Instagram o Facebook. “Claro, he tenido que cambiar mis hábitos para comprar ropa. Y sí, me gusta lo vintage, pero también es como un resuelve», explicó Ana Gabriela Centeno, estudiante y trabajadora freelance.
Las tiendas tradicionales con dólar paralelo
Al realizar una comparación de los precios de la ropa en diferentes lugares de Caracas, no puede faltar incluir las tiendas de lujo, muchas de ellas de marcas internacionales que se encuentran en los centros comerciales más conocidos de la ciudad. En este tipo de tiendas los precios de venta de la indumentaria se establecen según el dólar paralelo, porque es así como pueden adquirir mercancía para la comercialización al público.
Rebeca Wazzan es diseñadora de moda y actualmente trabaja como gerente de marca para el Grupo PHX, empresa que se encarga de la administración de tiendas internacionales como Suite Blanco y Women’s Secret en Venezuela, que se especializan en ropa y lencería femenina, respectivamente.
Wazzan explicó que para abastecer las tiendas se rigen estrictamente de acuerdo a las ventas y solo se hacen reposiciones de las piezas mejor vendidas; anteriormente, el proceso consistía en reponer el almacén a carga máxima y se hacía cada tres meses.
El proceso para establecer los precios de la indumentaria “se rige por el dólar paralelo, a menos que el Gobierno adjudique divisas”. Acotó: “Todas las marcas y casi todo lo que se compra se establecen por ese monto, lo que dificulta las reposiciones porque un día se compran los productos y se venden con tasa en determinado monto y ya cuando hay que hacer reposición de la mercancía el precio de compra es mucho mayor”.
Es por esto por lo que la ropa que se ofrece en tiendas de centro comerciales es tan costosa, ya que los precios van desde los 10.000 bolívares en adelante y aumentan continuamente.
“Lo único justo que tienen los precios de los artículos que adquirimos es el nombre. Por este motivo se cambiaron por decreto las etiquetas que marcan el precio, ahora se lee en ellas “precio máximo de venta”, que en el rubro textil es PMV”, puntualizó Wazzan.
Mercados populares sin clientes
Hora: 12:00 m. Lugar: mercado de San Martín. Es domingo y los angostos pasillos del mercado están desérticos, muchas tiendas tienen sus puertas cerradas con grandes candados; solo unas pocas exhiben en prominentes maniquíes la ropa colorida que decora el lugar. Las escasas personas que caminan por allí parecen ir sin interés: se detienen a mirar frente a alguna tienda, preguntan el precio de algo y posteriormente responden sin ganas un “gracias” mientras siguen su camino. El precio de la ropa parece ahuyentarlos.
Diego Guevara es comerciante y dueño de una minitienda dentro del mercado. Él afirmó que solo 5% de las personas que pasan por allí realmente compra algo. Los precios de sus piezas oscilan entre los 9.000 y los 35.000 bolívares. Agregó también que hace todo lo posible para mantener un precio fijo en la ropa pero que es difícil porque “todo depende del dólar y de sus proveedores”. Finalmente admitió que la reacción de la personas con respecto a los precios es negativa porque al conocerlos se van sin comprar.
“Es desconcertante”, respondió Mirna Aguilarte con respecto a los precios de la ropa. Explicó que en tiempos pasados solía comprar bimestralmente, mientras que ahora solo puede hacerlo en temporadas como Navidad o aproximadamente cada tres o cuatro meses. Comprar vestimenta no es una prioridad para ella, de hecho, mientras caminaba por los pasillos del mercado expresó que adquirir nuevas prendas es «un lujo».
Los altos precios que se perciben en las tiendas tradicionales y en mercados populares han logrado que las mujeres vayan en busca de otras opciones que se acomoden a sus necesidades. Sus hábitos de consumo han cambiado en mayor o menor medida. Han disminuido la frecuencia con la que adquieren vestimenta y han cambiado los lugares habituales para hacerlo, pero no han dejado de comprar.