Hannibal Laguna, entre la alta costura y el «prêt à porter» en Madrid
El diseñador venezolano Hannibal Laguna subió a la pasarela madrileña una colección luminosa en la que mezcló la tradición de sus diseños de alta costura con el «prêt a porter», siluetas muy femeninas, como las de la moda baño de Dolores Cortés que se inspiró en los edificios «art decó» de Miami.
Con su nuevo trabajo, Hannibal Laguna cierra un ciclo y comienza una «nueva época» en la que por primera vez fusiona en la pasarela piezas de alta costura con diseños «prêt à porter», con un reto: «que no se note», que nadie perciba qué pieza pertenece a cada una grupo, pero con un nexo común la femineidad y las cinturas entalladas.
Laguna, ligado desde sus inicios al diseño de novia y a trajes de costura, quiere vestir el «día a día de la mujer de hoy» con piezas «asequibles» que puede combinar con otras «más especiales» de costura de manera que se atreve a combinar una falda de estampada y pintada a mano, junto a una blusa de seda natural.
Los bordados siguen siendo uno de los puntos fuertes de este diseñador que presenta piezas con flores tridimensionales, bordadas con cristales transparentes en tules y organzas.
Con la nostalgia de haber desfilado en la pasarela de Miami, que cerró sus puertas, Dolores Cortés se inspira en la arquitectura «art decó» de esta ciudad para crear biquinis, bañadores y complementos de colores intensos, geometrías y figuras estilizadas que abrazan el cuerpo de la mujer, en los que nada se puede esconder.
Las palmeras y los elementos más visibles de los edificios de Ocean Drive, se traducen en flora, fauna y elementos artísticos que ayudan a dar volumen a tops coloristas donde los tonos «gelato» se convierten en los reyes de una colección muy efectista.
Del Nueva York de los ochenta tomó las referencias Ana Locking para presentar una colección con el «voguing», baile que nació en dentro de la comunidad gay, como protagonista convirtiendo la pasarela en una pista de baile, un alegato por la integración del colectivo LGTBIQ.
Locking confeccionó una sastrería nada clásica, con textiles de príncipe de Gales y «jacquad» dorado y en la que dibuja grandes escotes en la espalda, la propuesta más sobria de las que ha subido a la pasarela.
Un trabajo que aderezó con el fetichismo de correas de cuero, lentejuelas y organzas y el vichy con encaje de tela de araña.
Luz, la energía luminosa que nos llega de las personas que nos rodean, en su caso de las mujeres que tiene cerca es lo que tomó como referencia el diseñador Juan Duyos, quien presentó una costura en la que brillan siluetas etéreas y longilíneas, vestidos caprichosos realizados con hilos metálicos, lentejuelas, perlas y cristales.
Las transparencias vuelven a estar presentes en el trabajo de Duyos, sutiles y delicadas, que se refugian en plisados, abalorios y lentejuelas multicolores.
Color en la moda hombre fue lo que presentó García Madrid, en contra de la ropa de usar y tirar, quien demostró que se cómo combinar las prendas que se tienen el armario. Es evidente que quiere vender estilismos completos, pero prefiere hacerlo de forma «inteligente», sin deteriorar aún más el medioambiente.
Colección tras colección, este diseñador se empeña en romper los protocolos, en fusionar prendas más formales con otras informales, una libertad que se ha visto cuando ha presentado un esmoquin de tela de vaquera pintado a mano con manchas abstractas.
Marcado por ese sentimiento ecológico, el creador de la firma Oliva, Juanjo Oliva, quien de la mano de la asociación Ecoembes, vio belleza en la basura, concretamente en las botellas de plástico, un material con el que construyó una colección de líneas puras y rotundas.