Fugu
Durante décadas, Ávila Tei fue en Caracas el único y estupendo restorán japonés en su sede inicial, ubicada cerca de la avenida Casanova. Entonces el norteamericano queso crema no había sido adoptado como ingrediente, al menos por la porción más popular de la cocina japo internacionalizada. Si bien recuerdo, cuando el Ávila Tei se mudó a la avenida Miranda, Torre KPMG, ya habían comenzado los amagos de competencia. Allí duró relativamente poco hasta instalarse en su sede actual en La Castellana, en el otrora asiento del último Vía Apia, restorán.
Un día apareció Taiko, rebautizado Fugu y, en mi apreciación, nació otra estrella caraqueña de la mesa nipona. Tuvo un menú adicional con platos más, digamos, japoneses que solo ofrecían a requerimiento.
Es superfluo explicar los “condicionamientos” de nuestro hoy, pero encuentro con sentido destacar que Fugú aún resalta. Es posible encontrar, por ejemplo, cangrejo de concha suave que se come entero (soft Shell crab) y sake. Sería demasiado pretender hallar eso y otras excepciones cualquier día que a uno se le antoje, pero la reciente vez que bien almorcé allí, me confirmaron que estaban por recibirlo el cangrejo en cuestión.
Al mencionar el sake, recordé haber probado en Fugu, por vez primera, uno distinto, blanco y que se toma frío, el cual me gustó mucho y en el momento conocí como sake Nigori. Años después de tomarlo bastante en el todavía Taiko, curioseando una extensa carta de costosos sakes en el excelente restorán Zuma, en Hong Kong, lo eché de menos pero nadie me entendía. Amablemente, trajeron a la mesa un sub chef catalán a quien le tomó unos minutos comprender lo que yo quería y, condescendiente, me explicó: se llama “cloudy sake” y no está en la carta por su inferior categoría ya que su nombre le viene de hacerse con los casi desechos que quedan del proceso de destilación de mejores. La dosis de “ubicatex” no me desapareció el gusto y, a veces, lo consigo en el ahora Fugu.
Por cierto, Zuma se presenta como cocina japonesa contemporánea y aunque solo conozco el de Hong Kong (que pueden ver en este link), les cuento que comenzó en Londres y, según aparece en la red, en el presente también existe en Estambul, Dubai, Bangkok, Abu Dhabi. Adicionalmente, desde el primero de enero de este año, está en el 261 de Madison, entre calles 38 y 39, en Nueva York.
Regresando a Fugu, hace pocas semanas, con mi amigo y socio Emilio, desatamos la gula. Disfrutamos de Gyosas rellenas de carne de cerdo y vegetales, Vieiras Kani, envueltas en algas con pasta de cangrejo rebozado y aderezado con salsa de wasabe, Katsudon, que es cerdo en salsa de soya, huevo, cebolla y hongo shitake, sobre arroz blanco y, también, un tempura de vegetales. Él solo –porque yo soy alérgica– saboreó unos langostinos salteados en salsa dulce con un toque de picante. Todo ello a nuestra entera satisfacción, como dicen las referencias bancarias cuando son buenas. Me propuso que lo ayudara con un postre, pero incurrió en el error de ordenar torta de chocolate con nueces de macadamia. Aunque sabe de mi vicio relativo al chocolate oscuro y, adicionalmente, lo alerté de cuánto me gustan éstas últimas, cometió el segundo error de guindarse en el teléfono y casi se queda sin probar el postre que pidió.
En cuanto al servicio, suele ser correcto aunque frío, la espera es breve y ayuda el aparatico electrónico que cada mesa tiene para llamar, con botón específico para requerir la cuenta. No obstante, en mi más recienten visita, me sorprendieron sonrisas y esmeros, comenzando por un nuevo joven mesonero pero incluso el “capitán”, siempre adusto, se acercó a saludar, igualmente sonriente. Entonces fue el mejor de los mundos.
¡Ah, la cuenta! El bolsillo obstaculiza la frecuencia, pero para un buen gusto…
Mi satisfacción: tres en tres visitas
Dirección: Calle Trinidad. Las Mercedes, Caracas.