Factoría Romana
Fue uno mis italianos favoritos en la ciudad, a pesar de variar poco el menú. Tenía bastante tiempo sin ir, encontré el mismo dueño y casi el mismo personal, faltaba José y su simpático “si no”, pero ahora es otra cosa. Tuve una extraña sensación de fin de temporada con un tanto de la nostalgia que a veces la acompaña, aunque había algo de gente.
La mejor de las mesas, una redonda ubicada antes en un espacio aparte pero a la vista y hasta con puerta directa de salida, fue sustituida por otra rectangular que luce como atorada.
El menú se parece más al de una trattoría, lo bueno es que también los precios, manteniendo algunos platos de antaño pero elaborados de manera diferente.
Pedí berenjenas enrolladas en queso mozzarella sobre salsa de tomate. Llegaron frías. Siendo el plato uno de los sobrevivientes y de los más conocidos por mí, el mesonero se empeñó en defender su temperatura, según él tibia para que no se les saliera el queso.
De la oferta de tres pescados, escogí el del día, recomendado como muy fresco pero su textura lo contradijo tanto que me limité a probarlo.
Sigue aún presente al piano, a partir de la una, “El barón Benítez”, caraqueño de pura cepa quien me conduce por instantes a años dorados de la ciudad.
Les cuento del menú actual por si se les ocurre ir y lo encuentran aún abierto. En las entradas la variedad es casi la misma, luego hay ocho pastas y cinco risottos. En lo nuevo que son las pizzas, tienen nueve diferentes a escoger, existen sus parientes calzone y focacia, ésta en versiones tradicional y rellena. Por lo pronto subsiste oferta minimizada de carnes y aves, además de tres pescados, del día, salmón y trucha al gusto.
Me quedó la impresión de venta en curso o cierre inminente. El dueño saludó de lejos, no le pregunté. No regreso, ni a probar las pizzas.
Dirección: Calle Monterrey, entre Av. Río de Janeiro y Calle Madrid. Las Mercedes, Caracas.
